Capplannetta de PROFUNDIS

Si alguien me dijera que para qué sirve la poesía diría que para nada. Mientras los grandes propósitos se aferran a la visual e imaginativa esencia. Cuando alguien escribe un poema se sabe cuando terminará porque él te lo dirá, pero cuando empiezas a escribirlo debes de tener un par de cosas claras. Primera: sobre qué quieres escribir. Segunda: saber de antemano el estilo que vas a utilizar al escribir el poema. Mi poesía son pedazos que voy endosando como un orfebre maneja una joya o pule un diamante. No quiero ni pretendo ser pretencioso. Pero un buen poeta es el laureado de ese gran Parnaso de escritores y poetas que conforman una miscelánea la mar de variopinta. Sobre lecturas diré que hay escritores de gran acierto, pero hay otros que no dan pie con bola, en mi entorno, y no es por peloteo, hay muy buenos escritores. Escritores de la tierra donde pisan. También existe una élite que ni es vanguardia ni tampoco algo sorprendente. La buena literatura se está haciendo hoy en Latinoamérica. Los españoles, y yo me incluyo en ellos, han dejado su Siglo de oro, su Siglo de plata (generación del 27) y tantos escritores buenos que se fueron destruyendo al pie de sus estatuas. Por ahí he oído decir que Lorca era un poeta cursi. A mí no me lo parece, pero si conocemos bien vida y milagros del poeta vemos en su poesía efluvios De la Vega de Granada, lugar donde Federico pasó su infancia. Pero al hablar de flores y de vegetales ejemplos comprenderemos mejor lo “cursi” de su poesía. También es bueno Luis Rosales y no deja de ser un poeta falangista. Hemingway dijo en su momento, los escritores fascistas son malos, quizá lo dijera con otras palabras, pero hay escritores de la generación del 36 que son interesantes. Por ejemplo, el ya citado Luis Rosales, Leopoldo Panero y Dionisio Ridruejo. Y un largo, pero largo etcétera. Pienso que la literatura no tiene nada de valor si la contemplamos desde el fondo político. Cierto es que ésta está negada por la censura y demás martingalas. Pero los mejores escritores no se deben ni siquiera apoyar en el quicio de la política. Yo antes de oír los discursos de un político prefiero irme al desierto a escuchar coyotes. Con sus aullidos me siento más seguro que con discursos estériles.

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