Una vida nueva

Puedo demostrar que la literatura actual es una papiroflexia espontánea que no debemos dejar de reescribirla. O se dice la verdad, aunque sea con pudor, o se prescinde de escribir por escribir. El valor que tienen los libros no podemos dejar de ser mejores lectores prolíficos o con cierta precariedad tal vez, pero el respeto a un libro debe ser igual que el respeto a las palabras, al público que las escucha, hacer las cosas manteniendo el esfuerzo no es la misma cosa que hacerlas con desánimo y frustración. Un libro siempre te estará esperando, al igual que un film o un audio. A ratos se nota la lejanía pero cuando te olvidas que estás solo, piensas siempre en alguien. En alguien para ti muy valioso. Valioso tremendamente sincero. No quiero dar datos sobre esto, pero nunca me traicionan aquellos que no puedo reprocharles nada. A mis padres tampoco. Aunque una madre lo es todo en la vida. Demostrar lo terrible de esta vida mala sí resulta difícil cuando la vida ha sido desorden, pero aparentar orden cuando te has dejado la piel no vale la pena preocuparse de enemigos como testigos de tu rendición. Te criticarán sí o sí. Yo no tengo porqué demostrar nada a nadie. Vivimos en una sociedad de mala televisión, precios al alza y estamos como en el 2008. La especulación sigue haciendo acto de presencia. Y el único consuelo que tenemos los pobres es el amor. El amor materno-filial, un amor que te haya dejado huella. Cuando un amor se acaba es signo de desencanto a lo largo de los años. No creo en el matrimonio. Tampoco en forzar las cosas obligatoriamente por intereses sospechosos ante la gran verdad mimetizada tras el silencio. Un hombre puede ser muchas cosas pero lo que no debe ser jamás es un obligado hombre de abismos o laberínticos síntomas de esclavitud sin fundamento e incomprensión. Se puede crear desde cero, lo que no se puede es crear un libro que se parezca a otros. Un libro debe ser innovador, escrito en prosa y verso si es poesía, o escrito bajo un flujo narrativo que exija cierta connotación de atmósfera, tiempo y frases escuetas. Las frases largas son un galimatías. Se escribe mejor desde la simplicidad. Existen errores imperdonables en la escritura, pero también hay que saber interpretar las lecturas con fino instinto y no confundir al lector. Se debe confiar de la inteligencia y el criterio del lector.

Un buen amante

No hay mayor plenitud que satisfacer a tu pareja sexualmente. Si tu pareja tiene más de un orgasmo puedes darte por satisfecho. El sexo oral es usado como arma arrojadiza, pero a mí no me importa lo que opine la gente o cómo lo digiera. Un buen amante tiene su razón de ser en la empatía como vida afectiva y sexual. Tengo tantas ganas de disfrutar de mi sexualidad que ya la disfruto, aunque como los caracoles, hermafroditas, otros lo llamarían onanista. Algún día me volveré a enamorar de la vida y sus placeres sencillos. Tus cosas favoritas. La verdadera razón por la que me masturbo es por pura economía, pero es un acto que no volveré a llevar a cabo. Amor con amor se paga. Esa es una de mis máximas. Yo he perdido en el amor pero sé lo que es querer. Querer de verdad, ser un buen amante no es sólo sexualidad. Es también una manera más de salir de nuestra tediosa rutina. El amor es un bálsamo para la melancolía, para la alegre manera de vivir nuestras legítimas vidas. Como me han querido algunos/as guardan momentos inolvidables. He tenido amigos hombres, aunque soy heterosexual. Pero con las mujeres sí suelo buscar la piedra filosofal que es el amor verdadero y recíproco. Ahora tengo más autoestima, soy hombre en plenitud, y como decía Camarón: —…sin descanso amar… Tengo recuerdos de los que más me valdrá callarme. Existir contiene la fruta del amor, y ante esa fruta se goza con el tacto, el sabor, las miradas, incluso el oído es importante, y cómo no, el olfato. Hay olfatos de gente inolvidable y otros olfatos similares al almizcle animal. Somos animales pensantes y en eso no hay lugar para la muerte. Se apuesta para amar.

El club de alterne

Hoy pusieron medalla a una reina que al dejar vacío el podio se manchó el vestido de licra y nylon con el semén de mi diamante rojo. Hoy se manchó de calumnia una mujer que tenía que dar su corazón de oro por billetes arrugados y sudorosos en la inapetencia de quietudes con cerrojos. Hoy se vistió una mancha de suavizante oloroso con perfumado trajín de trapos, banderas y sacos rotos. Hoy en el club de alterne entró un caballero y un mozo y negociaron con doña Isabel la postura y la impostura de un polvo. Vivan las putas del mundo, vivan las que trabajan sobre todo cuando los lupanares oscuros y los besos que son pequeño tesoro. Vivan las cosas sencillas, desconfía de quienes prometen el cómo, viva los que te dan vidilla y los chaperos de los que se habla tan poco. Estoy con el corazón absorto, hiberno en la cueva como un oso, no pretendo sofritos con regusto e insomnio, me gusta disipar dudas sobre las falacias de los matrimonios. Huye de la esclavitud mañanera, del sol y los equinocios, sed leales amigos a este loco, que ni critica ni se come el coco, tan solo trasforma las huellas en los barrizales del estorbo. Un partidazo subrayan los herederos del inmueble repleto de forros y escrotos, sueños con trampantojos, braguetazos de aquellos Manolos de los que niegan la sed y el chocolate del loro. Aparatosos son los desnudos que tienen aquellos fantasmas amos del todo, algún personajillo casposo, y aquellos que despiertos sueñan con la bilis, la pus y en hacerse famosos. Esto es teórica vacua que yo mismo enarbolo, a las palabras no le quito ojo, ni a los placeres pacatos ni a las quimeras del distrito del Soho. Quiero mi corazón azul de un color granate de sangre que escondo en el zoco, ardiendo de mañanas perturbadas y colibríes desnudos desde las entrañas a los ojos. Mi buen abuelo José marchó de este mundo en el año noventa y ocho. Yo soy producto de los setenta y nadie me dió ningún pésame, no, porque soy incoloro, siempre otro, no me conoce el lobo, el ogro y el paraguas roto, se me conoce olor a magnolia hermosa de tus senos redondos. Ni me conoce aquel mundo de solitarios tampoco. Un día me partiré en pedazos, será el último número del gran show del triste Capgrós nascut a Sabadell sin ser cristiano antiguo, sin rehusar lo que me falta en trozos, y es la ventana abierta lo que cubre mi fangal de lodo, y otras cosas que te confiaré cuando encuentre acomodo. Solamente del mundo recogeré el oro que no quisieron otros, y esos otros no son Juanes ni Mohameds, vivo yo con mi sueño que de ira destrozo yo solo. Soy el rey de lo cacofónico, pero estas rimas están fijadas con sangre de cereza y madroño. Es ley que no se respeta. Es robar por vicio caprichoso. Es hacerse el tonto.

La gente habla

La gente habla porque no tiene nada que decirse y se habla de aquellos que no tienen un sentido muy afinado. Si no hablara la gente, ¿de qué iban a hablar? Si mirarse les duele y se sientes como niños perdidos en el relente del silencio. La gente vive tranquilamente la vida de los demás. Se compadecen, se persignan, se lamentan, se quieren de cien maneras distintas. No quiero ser sacerdote de la moral de los otros. No pretendo tener prejuicio sin antes saber qué les llama la atención de una persona que no puede replicarles. ¿Acaso dejaron de ser valientes ante el miedo de entreguerras y sinsabores escogidos como el que azarosamente da con una almendra amarga? La gente se disculpa, la gente se entienden bien entre ellos, están con la calma de un calor serenado por la soflama del equilibrio importante que yo quisiera para mí. Y no lamento su vida, porque les entiendo. Les entiendo tanto que me siento montado en sus coches como un pasajero más. No quiero ser un dedo acusatorio. Tengo mi entraña en la de ellos cosida por un hilo de sutura. Tengo una cicatriz en mi frente desde que huía de las preocupaciones de mis padres y hermanos. Estoy desenredado de cariño y calor humano. Solo me queda respirar el mismo oxígeno, y pensar en que Adán como primer hombre no tuvo a nadie a quien juzgar. Soy la desilusión de los hombres corrientes. El canto con el que se dan en los dientes los hombres que se tropiezan. Soy testigo ciego de que un mundo es diferente pero yo no tengo cómo hablar de ese mundo. Porque no puedo. No puedo porque me duele lo escrito al releerlo por segunda vez. Soy un cero a la izquierda y no creo en las batallas de la voz que regresa.

Los hombres sin infancia

Si tú crees que eres un inútil ahora puedes aprovecharlo, ten calma y paciencia, el algoritmo te dará aquello que no necesitas. Pero tú creerás ciegamente que lo necesitas. Si lo que quieres es ser un buen músico, un poeta o un fotógrafo ahora puedes proclamarte como artista. La vida pasa mientras que cuando tenías las manos sucias tocabas la abundante vainilla de los helados con bizcochuelo de cucurucho. Comías con esas manos palomitas de maíz y te chupabas los dedos. Estabas inmunizado al veneno, al amoniaco, y al salfuman. La Navidad llegaba con sus luces de colores, y en noviembre ya llevabas abrigo. A casa, de vuelta a casa, ya pasaron los Reyes Magos y la ilusión era una schweppes de limón. Burbujeante, efervescente y en ella ocultabas un mal recuerdo. La verdadera libertad era el huerto de mi padre. A mi padre se le ocurrió la idea. Juntó una cuadrilla de hombres y se pusieron a limpiar aquel fangoso trozo de tierra. Quedó como una huerta con acequias de regadío. Era perfecto. Mi padre iba vendiendo trozos de huerto pues era tierra fértil y nunca optaron por el barbecho. Mi pregunta es la siguiente: —¿hubiera podido realizar esa ardua tarea la Inteligencia Artificial de los robots, de las máquinas con programación numérica, hubieran podido? La respuesta es No. Pero un No tajante. Pasa la vida y pasa la gloria, y ves que de tu obra no queda ni la memoria. Aquellos hombres, murcianos, castellanomanchegos y andaluces lograron la proeza del cultivo en tierra fértil. Sólo temían las heladas del invierno. Yo comía habas crudas y era feliz. Mi campana de cristal era un secreto que yo mismo desconocía. Una vez me traje a casa un nido de arañas en los calcetines enganchado. Me picaron avispas. En la acequia principal, la que abastecía a todo los huertos de la explanada, jugábamos mi hermano y yo con barquillos de caña verde. Cañas que servían de lindes y estaban próximas al riachuelo. El agua era abundante. Me acuerdo que mi padre compraba estiércol de caballo. Allí, en esos momentos, yo era un salvaje y era el niño màs libre de la tierra. Recuerdo a mi tío Manolo, a mi otro tío Pepe, a los hermanos manchegos, y los naipes mal impresos. Esa era mi infancia. Un huerto con un sistema de regadío que parecía una voluntad de agua. El misterio de la siembra y el milagro de la cosecha. Yo era una personita pícara que ni pensaba ni intuía, solamente jugaba como en un recreo de campesinos de fines de semana y los días corrientes trabajaban el metal. La siderúrgica manera entre el hierro colado y el cobre, entre los cañaverales y las acequias. La prisa vegetal de los domingos. No era una vida ostentosa. Mi padre siempre fue humilde. Una cuadrilla de hombres trabajaban la tierra, ponían trampas para los que se comían el grano, eran hombres que empezaban a respirar en la transición. Eran hombres sin infancia reconocida y reconocible. Eran jornaleros desde niños pequeños.

Elegía en prosa para Daniel Jonhston

ELEGÍA EN PROSA PARA DANIEL JONHSTON

Dan; las tardes y las noches, que has pasado creando música soñando con los nueve custodios de tu número sagrado son en balde. Olvida New York. Ya se acabaron para ti los kilogramos, ahora son libras que ganaste encima de un escenario sin llegar a haber sido libre, es por el miligramo del blíster que ejecuta el sobrepeso a su capricho, o con la voluntad del enfermo de la mente, no sueñas con éxito, aunque tu éxito sea como músico de culto. Se necesitan muchos dedos para tapar el líquido de los coladores agujereados. Un buen colador es el que retiene la zurrapa del café, la flema del caldo de pollo, la sangre coagulada de las morcillas hechas en la cruda sangre de los desangrados cerdos. La emancipación de la route 66 no es el mismo paseo que diste de cara a la muerte con tu padre en caída libre. Te salvaste tú y se salvó él. El señor hizo su acto presencia. Dan, cuéntame otra vez la historia de un artista, tu historia, tu trasiego por el paseo de la fama donde tú no estás. Quiero llorar de honor y orgullo por tu virtud que canta con una guitarra cochambrosa. Perdiste el apetito, pero te saciabas tantas veces de alimento que te cerraron las puertas del sexo, del amor, del deseo onírico. Una multitud asiste a tu concierto último o penúltimo, vienen a verte a ti. A Daniel Jonhston. El músico del que todo el mundo habla. Texas te recuerda todavía feliz y adolescente. Te recuerdan delgado y en gracia de vademécum está tu sombra obesa vacía de patria. El hogar de los valientes, la patria de los justos. No eras Jimmy Hendrix pero te faltaban las ganas de serlo.

Poesía elitista

Yo no me considero poeta, un buen poeta es aquel que hace y crea imágenes a través de la palabra. No soy un poeta porque me tachan de radical y me tachan de que escribo poemas rimados. Dicen que son cacofonías. No me interesa lo mås mínimo lo que piensen. Hay poetas que escriben narrativa, y novelistas que escriben poemas. La poesía está de nuestro lado. Sentada junto a nosotros y cuando ella lo quiere aflora como una amapola entre espigas de trigo. Porque ser poeta implica estar solo. Y no solamente para leer, sino para acercarse a la poesía y entregarse por entero a ella. —A cualquier cosa llaman poeta; yo no estoy de acuerdo. La poesía es patrimonio de la humanidad. Por usar una metáfora o un verso de un poeta conocido no se puede acusar a nadie de ser epígono. Las palabras no tienen dueño. Las palabras son la verbigracia eterna de los que saben moldear su arcilla. Un poeta debe ser humilde, debe ser perfeccionista, debe no pretender ser un poeta ante un público selecto, porque la poesía, la buena, carece de elitismo. Tantas veces me han tildado y etiquetado frente mis propias palabras que he llegado a plantearme dejar la poesía para siempre. Pero a mí la poesía me ha salvado la vida, y me ha apartado de la reclusión, me ha hecho mejor persona. No me considero poeta pero me considero digno ante las fieles palabras. Ahora no fumo, ni bebo, aunque sí voy con mujeres, por eso me han confundido con otro tipo de hombre. Yo soy fiel a mis parejas, no soy vengativo. Pero me voy sin hacer ruido. No me planteo mi vida sin poesía. Mi poesía es una cicatriz que perdura mientras yo perdure. No tengo descendencia pero tampoco creo llegar a grandes propósitos de éxito y aires de grandeza. No seré académico, no seré epígono, aunque odie el plagio. Pero lo que más me importa es resolver una paz en armonía con la gente que discrepé en su momento. De los poetas no he aprendido cosas vergonzosas, al contrario, me han dado la capacidad de tener mi propia voz. Crápulas hay en cada familia uno. Yo soy un cuadro daleao’ pero de quién más aprendo es de mi amigo vasco. Su pudor y su pulcritud a la hora de escribir se la debe a la lectura voraz.

Desangrado del sueño

Estoy desangrándome por dentro. Gota a gota se me va, se me va el pulso, se me va. Desnudo me convierto en azul pero sin ser príncipe de ningún cuento de hadas. Soy hemoglobinamente anémico. Sufro la diarrea del café. Ante ti tiemblo de desangelada calma. Hoy decía un fake News que los proxenetas estaban en sus mansiones con grifería de oro, y no, nadie los movía de la tranquilidad de los jardines y los laberintos de cipreses. El verano se despegará de la primavera, y el calor hará estragos en los soñantes con fiebre permanente. Estoy desangrándome por dentro. Me estoy quedando sin grupo sanguíneo, me abandona hasta la sangre, la mía, la que heredé del chimpancé, del genoma humano, del eslabón perdido, de la huella seca, del homo sapiens extinto. El transhumanismo está avanzando para la masturbación con IA. Con ADN. Con el Internet de las cosas. Con los locos de la vida. Una voluntad sexualmente creativa es gozar de tus zonas erógenas que sólo conoces tú a solas. Y te llevarán con prisa hacia el orgasmo intenso. Y perderás la cabeza bajo los albicelestes cielos que reincorporan a la mañana de su asesinato diario. Un prejuicio es lamentar aquello que una vez se fue. Desperezarse bajo la sombra del ruido, mientras a las cinco tomamos café. Me estoy desangrando por dentro. De dolor nocivo es mi algoritmo suculento. De pereza que engorda es la espina de rosa del frecuente retiro del viejo y el esperado día señalado del joven risueño. Nunca supe porqué me tocó a mí el pálpito de luz y el bocado indigesto ante el sí y el no. Quisiera volver a mirarte, como lo hice antaño. Tranquilo, no me hiciste daño. Tan solo cambié de rastro y se camuflaron relojes de arena en el desierto yermo. Me estoy desangrando por dentro. Por defunción cierro.

Soledad, qué bien suena tu nombre

Te llamaban Soledad aunque siempre estuvieras rodeada de gente. Y en realidad sufrías en soledad, esa soledad que te rememoraba el amor de un hombre corriente. Hay filósofos como Nietzsche o Cioran que reivindican la soledad como un paraíso y se equivocan, hay que leer las biografías de ambos y comprobar cómo acabaron. Aunque fuesen inteligentes. Por eso creo que ahora está tan en boga el estoicismo. Una de las cosas más bellas de la vida es la amistad. Pero aunque no todos podamos afrontarla como nos gustaría, tener un amigo, o varios amigos, es una dicha. Yo tengo buenos amigos. Tanto de la adolescencia y como en edad adulta. Pero mi soledad no es como la de Cioran o Nietzsche. Mi soledad es cuestión de tratar de no molestar, no me gusta dar la brasa, pero lo más grande en la vida es dar la vida por un amigo. O si no dar la vida al menos ayudarlo con una nueva alegría. Con tu alegría. Y no complicarse la vida. La vida es vida en momentos varios. Por ejemplo, cuando te ríes rememorando con tus amigos. Yo tengo amigos que no olvidaré. Y todo porque cuando yo era custodio del sol, de mi enorme sol, ellos siempre estuvieron para mí. Incluso tuve muchos amigos. Ni un solo verso vale más que un buen amigo. Daría muchos versos a cambio de buenos amigos. Dar, siempre dar, y rodar como piedra que no cría moho. Que es otra manera de estar vivo. Una amistad es para siempre si estás a la altura de ser verdaderamente un amigo, aunque yo tenga mis puntos flacos, mis debilidades, mis ideas equivocadas. Las personas necesitamos compañía. Buenos amigos, beber (o no) y comer bien (siempre). Es un derecho que deberíamos aplicarnos unos más que otros. Por ejemplo yo mismo.