
Llevo ya unos meses en los que solamente hago una comida diaria aparte del desayuno. En total habré perdido unos 15 kg. Ahora no como ni mantecados ni el turrón de pistacho, que tanto me gusta. Tomo mucho menos café, que retiene líquidos. También quisiera dejar el tabaco. Pero paulatinamente iré haciendo bondad y me he propuesto dejarlo desde cuando empiece el año próximo. Muchas promesas se han hecho de cara al año nuevo. Pero yo lo quiero hacer por mí salud. El tabaco me gusta pero es un gasto caro que no me puedo permitir. Debo de hacerme ese favor contra vicios y malos hábitos antes de que me llegue la parca. La muerte a todos nos llega, y es inoportuna a la vez que trágica. No bebo alcohol, no pico entre horas, quiero dejar de fumar, y todos esos sacrificios no son fáciles de realizar. Envidio a la gente esa que logra quitarse del tabaco, ya que el tabaco me gusta. He dejado tóxicos peores pero el tabaco creo que me resultará más difícil de dejarlo. También me gusta comer pero poco a poco he ido absteniéndome de comidas saciables. Pienso que no es bueno llenar la andorga para luego dormir saciado, ya que el estómago se agranda y vienen los problemas de obesidad. Lo dicho, para este fin de año pienso moderarme y cuidarme más. Aunque (repito) es muy fácil pensarlo pero actuar es lo que realmente tiene verdadero mérito. No pretendo hablar por hablar, las promesas se las lleva el viento y es necesario poner un poco de voluntad. La salud es más importante que cualquier otra cosa. Luego vienen las sorpresas y no me gustan los hospitales. En ellos hay demasiada soledad y tristeza. Con la ayuda de enfermeras y demás personal sanitario que ofrecen un poco de esperanza leve, las negritudes de los hospitales se tornan más tenues. El tabaco es un veneno con la parsimonia vegetal de los fuegos lentos en los guisos. Empecé a fumar con dieciséis años y ya es hora de hacer un pensamiento. El tabaco ensucia la casa dejando un color amarillento por la nicotina. Pero vuelvo a repetir, he dejado cosas peores. Sin fuerza de voluntad y empeño no se deja el tabaco de la noche a la mañana. Dejarlo tiene mérito, cuando más lo echaré a faltar es a la hora de escribir. Pero tengo que hacerlo. Es importante para mi salud.