paradoxa

Mi hermana es asesora de imagen y organizadora de eventos de carácter estético. Hoy, día 21 de octubre, será emitido un programa en Tele 5 en el cual ha participado ella como asesora de imagen. Es paradójico que sea en Tele 5, pues yo odio ese canal, y más paradójico y más sarcástico es que el programa es Sálvame de Luxe. En ese programa y en ese mismo canal se manipula a los famosos a su conveniencia, se hace énfasis de manera soez al servilismo más cutre y hacen dudar de sus escrúpulos porque carecen totalmente de ellos, se vanagloria la ignorancia y la chabacanería, se hace apología de la incultura, es el tipo de televisión que hay en gran parte del mundo entero, es la televisión del Berlusconismo, la Videocrazy haciendo alusión a la película. Es algo paradójico que mi hermana sea partícipe de la televisión que tanto odio, pero es mi hermana, la quiero, respeto su trabajo, al que dedica muchas horas y de manera muy profesional, y le he prometido que veré el programa. Programa donde de antemano sé lo que en él pasará (ella me lo ha contado), pero he prometido verlo y así lo haré. Pero si he de serles sincero, preferiría un buen libro y una copa de vino cien mil veces más que ver ese programa. No quiero hacerme el cultillo y el pedante culturalista de postín, tampoco quiero darme ínfulas de nada, pero Roberto Bolaño dijo una vez que Cada escritor o lector tiene la librería que se merece. Bien, pues yo debo de merecerme mucha cultura como enriquecimiento, ya que debajo de mi casa hay una muy buena biblioteca municipal. Repito, no quiero parecerme al Repelente Niño Vicente, pero antes que ver ese programa (que seguro veré) valdría hacer hincapié en una cosa importante -¿tenemos la televisión que nos merecemos?-. Yo creo que sí. Por que siempre que bajo a esa biblioteca la encuentro ocupada en otros menesteres antes que en los libros. Las bibliotecas ahora (y más las municipales) se han especializado en las necesidades culturales de la gente «variada». Cada vez que bajo veo a un montón de gente haciendo cola para el Internet (solamente tiene 4 ordenadores), aunque también veo mucha gente en la sección de cine y de revistas. Pero en los libros no veo mucha gente. Será que los buenos lectores (que si había antaño) se han suicidado en lugar de los libros como pasa en la foto que expongo. Debe ser eso. No son los libros los que se suicidan, se suicidan las mentes más maravillosas (o privilegiadas) de mi generación. Debe ser eso. Se suicidan intelectualmente. Se abandonan hacia la incoherencia y el hambre de carnaza. A eso lo llaman espectáculo.

Hijo que enseñas

Hoy he estado enseñando a mi padre unas cosillas sobre Internet. Primero le he configurado una cuenta y al llegar él a su casa tenía que probar el resultado de la configuración que yo le hice. Bueno, pues el hombre cuando he hablado con él por teléfono se ha hecho un lío con estos nombres que parecen en clave. Cuando se refería a su cuenta la llamaba Mi página, cuando se refería a su página la llamaba Mi Facebook, cuando se refería a su Facebook lo llamaba Mi cuenta. A los archivos los llama Esa cosa, se hace un lío con los Play, con los Megabytes, con los Mp3 y con el disco duro. Yo no le tengo paciencia, y me siento algo culpable. He bajado a tirar la basura y he dado con la solución. La expongo en la foto. He llamado otra vez a mi padre y le he dado el teléfono. Que apechuguen otros que para eso cobran. Perdona Papá pero yo no te tengo paciencia.

Mi Magdalena Personal

Se han escrito regueros de tinta sobre Proust y su dichosa Magdalena. Mi magdalena personal se remonta desde la más breve existencia, desde la infancia menos consciente. Hace poco leyendo un libro me vino un eructo tras haberme bebido un vaso de leche fría. Fue esa mi propia magdalena de Proust. El momento en el que menos existencia contaba, seguramente en mi neo-natividad lactante. Cuando eructé esa leche recientemente ingerida, mezclada con el sabor agrio de los jugos gástricos tuve el flash-back más revelador que he tenido en toda mi vida. Ese sabor agrio de la leche evocó en mí mi más tierna infancia. Tiempo de casi fetales paces ingenuas e inocentes letargos sin conocimiento previo, tiempos donde el mundo era tan pequeño como yo lo era entonces. Tiempo donde no se pensaba o no se tenía conocimiento de pensamiento alguno, un poco evocando a Pessoa. La época lactante en donde nada es como en un futuro será y el futuro es un idilio que el mismo futuro irá borrando. Recuerdo mi época de lactante aprendizaje literario, tiempo en el que asistía a una tertulia literaria todos los jueves de cada semana. La tertulia se llamaba Catarsis . En esa tertulia participaba una gente tan diversa y variopinta, que esas tertulias se convertían siempre en una amalgama al unísono de voces, que eran tan dispares, que muchas veces la tertulia era lo menos parecido a una tertulia. Se podía hablar de toros, de política, de religión, y en menor grado, se hablaba de literatura, que era lo que allí nos reunía. Era como un conglomerado de distintas personalidades, con distintos intereses creativo-literarios, con distintas opiniones sobre la vida en sí. Recuerdo que la mayoría de los asistentes eran de una edad avanzada, y por ende, siempre salía a relucir el tema de la Guerra (in)Civil a lo largo de las dos o tres horas que duraba la charla. Esa era también la época en la que me aconsejaron leer a los clásicos antes de devorar lecturas más recientes. Ahora cada vez que leo o releo algún clásico (los cuales ellos me aconsejaron) es como mi personal Magdalena de Proust con respecto a la lectura. Les debo mucho a todos ellos. Con algunos de ellos todavía mantengo algún contacto. Nuestra Magdalena de Proust puede ser lo que más nos evoque un tiempo en el que se avivan los recuerdos tras realizar un acto tan mundano como lo puede ser un eructo o asistir a una tertulia en la juventud. El icono de Proust no es la magdalena, el icono de Proust es evidente que repara en el tiempo perdido. Ojalá yo retomara mi niñez o mi tertulia de los jueves en Catarsis. Seguramente no haría cosas que en aquellos tiempos sí hice. O tal vez sí, no lo sé, todo depende si el destino pone a nuestro alcance los mismos pasajes donde anteriormente erremos. No lo sé. Será cuestión de hacer autocrítica de nuestros propios errores y tratar de afrontarlos o refrendarlos, ya que es lo único que puede hacerse.

Una Lengua que no nos margine

Noam Chomsky dice que todas las lenguas del mundo son dialectos de una misma lengua universal. Aquí en España se cataloga y se etiqueta de manera clasista a todo aquel que no hable la lengua oficial del estado. La lengua oficial del estado en España es esa que se habla «correctamente» casi siempre en las regiones del norte. En Andalucía, Murcia y quizá Extremadura, incluyendo algunas zonas de Castilla La Mancha, hablan la lengua marginal. La no-oficial. Se parodia con el acento del sur de España, y se sabe si un catalán es de extrarradio, por el acento que use al hablar el castellano. Aquí en Cataluña ya te marginan como no catalano-parlante, no es de extrañar que lo hagan aún más cuando careces de eses al final, y que no pronuncies según qué letras. Hace poco un político catalán dijo (en una rueda de prensa para los medios referente al uso del catalán en las escuelas)  que los andaluces no sabían hablar. Es cierto que el andaluz se cargue en parte el idioma, y también es cierto que tienen los índices más altos de analfabetos de España. En Andalucía, mientras en el norte se repartían el pastel de la prosperidad fascista, todavía predominaba el latifundismo y el orden jerárquico feudal, muchas veces alimentado por la ignorancia del pueblo al que se le daba trabajo precario. Pero no todo iba a ser malo. En Andalucía han prosperado artistas universales y han germinado muchas músicas, las cuales, se escuchan en el mundo entero, y no solo han abanderado como parte del folklore patrio, sino como parte de nuestra riqueza cultural. Es importante que España encuentre la parte positiva a tanta diversidad de culturas, es importante que España no se limite a ser Una Grande y Libre, es importante que España encuentre el respeto para que no sea la lengua la que nos margina, sino que la lengua y la diversidad de ramajes linguísticos sean la base de un respeto y de un interés por que cada vez seamos todos diversos pero con los mismos derechos. No es de extrañar que proliferen las bandas y grupos neofascistas, no es de extrañar que las fuentes de las que nuestro idioma beba se dispersen en diferentes tonalidades de afrontar y utilizar la palabra hablada. Cuando la lengua de un país se convierte en un modo de exclusión social es por que ese país no ha hecho cosas importantes en materia de educación. Una cosa es querer que te entiendan y trasformar un tanto la manera de hablar que tienes en tu rutina familiar, y otra cosa es darse o ponerse ínfulas de una cosa que no se es y que la población sea cómplice de ese vacío excluyente. Eso es caer en una marginación de clases un tanto provinciana que para nada favorece al engrandecimiento como país moderno y avanzado. En Estados Unidos (hagamos uso del tópico internacional) no se habla el mismo inglés en la costa oeste que en la zona este del país. Pero aquí la disputa clasista entre el sur y el norte viene de más lejos, desde hace siglos podemos decir. Quizá sea que España se avergüence en parte de su pasado sureño, muy descendiente de África, y se avergüence de lo que ser parte del sur está suponiendo hoy en el mundo. Estamos estigmatizando el hecho de ser del sur, y nos olvidamos que no todo el mérito de ser una sociedad moderna viene del norte. También en el sur de nuestro mundo respiran y rezuman el lado positivo que une a los pueblos, y hace de este mundo un mundo de compasión, de legítima humanidad ancestral, de tradición y de viejas maneras que hacen al hombre más hombre, y no se contagia de los males que sufre nuestra sociedad moderna, como la soledad, el respeto a los ancianos, o el trato con la vecindad. Cosas que se han perdido ya para nosotros, y sería algo hermoso recuperar.

Día de la Raza

Hoy llaman a este día en América Latina Día de la Raza, antiguamente lo llamaban así también en España en la época franquista. Pero precisamente no es un día de estirpes y de bambollas sino todo lo contrario. Es un día que rememora un encuentro de dos culturas diferentes, pero ese encuentro siempre ha sido una deshonra tal y como se hizo. Podría decir lo que una parte (solidaria con los colonizados) siempre dice, o como español, podría exaltar el orgullo patrio, pero la verdad es que no quiero posicionarme ni en una parte (merecedora) ni por la otra (prepotente). Hoy es un día que rememora un descubrimiento, pero dicho ya por muchos, la cosa recae cuando es preferible preguntarse lo de la canción: -¿Quién descubrió a quién?-. De hecho, toda unión de culturas conlleva con un enfrentamiento, ya que las diferencias se proclaman como lo único evidente entre dos culturas que empiezan a conocerse. Mi experiencia sobre estas dos culturas recae en un hecho circunstancial, y es, no solo el hecho de diferentes hemisferios que se contradicen, también es importante lo que cada uno trae desde su casa. Sería un estúpido si pretendiera generalizar, pero esos que dicen que somos todos iguales son unos cretinos a mis ojos, por que no han dado ni con hueso ni con pepa, son unos segundones que siempre ven los toros desde la barrera. Nunca he sido un racista, ni lo seré jamás, pero sí sé lo que nos difiere, y lo sé por propia experiencia, vamos, que lo he vivido. Pero también creo que existe el diálogo, se debe tratar no llegar nunca a la violencia. La violencia es la madre gemela de su propia hija, que es la violencia también. Por que solamente la violencia genera más violencia. Es una actitud que nunca se debe llevar a cabo, con nadie, con ningún ser vivo, y esa pincelada es un síntoma muy de América, el respeto por la naturaleza, por que ya sabemos cómo fue la cosa en ese encuentro entre culturas. Pero no quiero repetirme. Todos se llenan la boca con el respeto entre semejantes, predican una filosofía de paz y amor, y luego actúan como les da la gana. Puedo ser muchas cosas, pero un hipócrita no. El hecho de llamar a este día, el día de la raza, no es sino un acto totalmente racista. Pues, no es a una raza a lo que debemos hacer homenaje, deberíamos dar homenaje a la casualidad. La casualidad que fue la que nos unió en este trance. Algo así como navegar por la red y encontrar a una persona amada. La casualidad es la madre del que busca. La casualidad puede ser dañina o puede ser el toque de gracia que te faltaba. La casualidad es la hermana de la causalidad, si empezamos errando nos acabaremos matando. He aquí el hecho innegable. Somos cuando damos el primer paso. Se debe ser precavido  desde que se empieza a andar. También somos andando. Todo final es el brote de una semilla que empieza.

Un ayer agridulce

Ayer, día de la muerte de la persona más influyente de estos último 20 años, he tenido cierto sabor agridulce. Sabor agridulce debido a que tras la muerte de Steve Jobs creo que las cosas van a cambiar en el panorama tecnológico. No sé si para bien o para mal, pero las cosas van a cambiar para el mundo de la tecnología. Ayer recuperé mi propiedad. O sea, recuperé lo que siempre ha sido mío. La vivienda donde actualmente vivo y que viviré para siempre, o eso creo. Ayer también adquirí la novela retirada de Agustín Fernández Mallo, su conocido remake de El Hacedor de Borges. Ha sido retirada por la viuda de Borges, y hasta ayer comprendí que nada es del todo imposible. Justo cuando me informaron de la retirada de la novela (aunque me enteré una semana antes) intenté buscarla por cielo y tierra, pues tengo madera de friki, tengo madera de coleccionista loco, me gusta comprar lo descatalogado para ser parte de esas personas que tienen cosas únicas. Pero la propiedad más única que tengo es mi persona. El término propiedad es un término que va en contra de mis principios anarquistas, y también hago como propia la frase que dijo Ernest Hemingway cuando le donó su medalla del Nobel a la virgen del cobre, patrona de los pescadores cubanos. Él dijo: Nadie tiene algo hasta que lo da. Y a mí me gusta tener cosas únicas para compartirlas, porque solamente se debe considerar regalo todo aquello que te cuesta regalar, pero aún así lo regalas.

En la discoteca

En la discoteca además de sonar la música, también sonaba yo. Lo de afuera sonaba adentro, y desde adentro ideaba lo de afuera. Era yo quien sonaba al unísono sonar del capricho del disjockey. Todos miraban impresionados. Una vez llegué a sonar tanto, que se hizo un largo silencio en las retinas de los que bailaban. La luz también me acompañaba. Yo hacía sonar mi guitarra imaginaria mientras la noche cantaba su canción más triste. Al acompañarla yo, la noche se hizo un parpadeo. Echo de menos aquel sonar de lata que caía como lluvia en la rutina de la melancolía. Entre fragmentos de mi voz oigo sonar todavía los murmullos. Oigo murmullos por detrás de los muros. Allí tengo mi casa, pues allí fue donde la dejé. Quiero volver donde nací y ver de nuevo a los muchachos mirar con sorpresa los latidos.