Otra gran verdad sobre el racismo

El racismo es como el catalán. És cosa de tots. Lo digo, y sé que me voy a crear más enemigos de los que tenía. Pero tengo que decirlo. El racismo no es cosa sólo de negros, gitanos, y árabes, asiáticos, sudamericanos. Ni tampoco es un problema de religión. El racismo también repercute al hombre blanco. Está el tópico, el hombre blanco es el racista, el rico, el malvado, la verdad es que se ha creado el sólo la mala fama. Pero mi inteligencia no me engaña. El hombre blanco también es despreciado, también es una víctima. No hablo del kukluxklan. Tampoco del Nazismo, ni de la derecha sea esta extrema o moderada. El racismo del hombre blanco empieza desde su inocencia. Y de ahí hasta que deja de ser él mismo. Hay hombres de todas las leches, mujeres de todo tipo, ¿pero por qué el racismo del hombre blanco es algo que es tabú y un secreto a voces? Si un árabe abofetea a mujeres encontradas a su paso es por religión, si un hombre blanco, ya no hablo de mí, yo, que no soy cristiano antiguo. Hablo del hombre blanco al que todas las razas señalan con el dedo. Se ha criado tanta mala fama que ya no es un problema de todos los hombres blancos, pagan justos por pecadores. Solamente una minoría de ciudadanos blancos conoce ese tipo de racismo. Porque molesta. Porque es un secreto del que nadie habla. Un hombre blanco no debe nunca usar la violencia, no debe defenderse, pero como decía Barricada …pero cuando se aprende a llorar por algo también se aprende a defenderlo… se ríen del hombre blanco cuando ya está concluida la partida. ¿Por qué se habla del racismo del hombre blanco y no se habla de la raíz que germina hasta hacerse un árbol tabú? Muchos dirán que soy de VOX, que soy del PP, que soy falangista, franquista, y demás argucias. Pero nadie dice que del hombre blanco se comen su corazón, y muchos reirán, pero no es una broma. Ni siquiera macabra. Estoy harto de bregar con la poesía metafórica y la ficción a través de la mentira. El hombre blanco, sí dice que sufre racismo se ríen de él, es una prerrogativa y una exclusiva nada más que de razas y etnias castigados por el mal del fascismo y la subjetividad de los que no quieren ver. Me voy a crear enemigos con esto que digo, pero no me importa, ya más no puedo perder. Pueden decir que es demagogia, y yo digo que es una realidad incómoda. Todas las razas sufren racismo. Unas más y otras menos. Pero la mayoría de las culpabilidades son perpetradas por el hombre blanco. Hoy todo el mundo tiene derecho a la vida. Pues bien, amén.

Menos mal

Menos mal que están ellos. Los amigos de las flores entre las flores de los siete climas que dotan al mundo de conexión y cercanía. Menos mal que está la aristocracia de las tres flores. Menos mal que con flores amaría. Menos mal que están ellos. Sin ellos este mundo carecería de humanidad y nadie vería la gran verdad de los hombres, sin ellos este mundo sería una grisalla entre el péndulo del blanco contra el negro, entre la noche y el día, entre luna y sol. Si no fuese así este sería un mundo donde entre las carnes por dentro se vislumbra el alma. Menos mal que hay mujeres poetas que amamantan a los hijos de nadie, menos mal, sí, menos mal. Son testigos entre lo bueno y lo malo. No hay que ser tan pendenciero, por el amor De Dios, pues hay flores en los vergeles, hay muchos peces en el mar, y hay cinismo en algunos poetas. Yo no soy ninguno de ellos, pues desnudito nací yo en mi casa, quise el sacrificio de la flor, pero me cobraban el agua. El agua y el milagro del pan deberían ser gratuitos como un derecho legítimo para cada criatura. Menos mal que la sequía no podrá parar la primavera, menos mal que la luz es para todos un mismo sol. He visto el infierno y tocado el cielo dando pleitesía al orgasmo. Todavía gimo de felicidad. Todavía tengo capacidad de amar. Y no quiero ser un poeta de plata fría. Quiero que sepa el mundo que el odio es como una calumnia, que no se borra con nada. Menos mal que mis padres me vieron renacer. Menos mal, menos mal, que la vida tenga estas cosas. A pesar de las plegarias atendidas donde se ven aterrizar las lágrimas en un llanto que quiero que comprendan los niños que sueñan con el amor, y no para que crean en la beligerancia deplorable. La violencia engendra violencia. Y el verdadero amor es el de tu familia.

Cuando empecé a escribir

En el año 1998 hice todos los trámites para publicar mi primer libro y para pagar una multa por subirme borracho a techos de coches y otras cosas que no diré. Por vergüenza. Digamos que pedí un préstamo personal. En una de las veces que fui a Barcelona capital estuve de charla con Kim y con Manuel Molina. Y me preguntaron si había leído algún libro, empezaron a ametrallarme con una lluvia de títulos y autores que me sonaban a chino. Yo, el único, o los únicos libros que leí fue Ut y las estrellas de niño, El libro Gordo de Petete (ya que soy petetiano) y el Primer Romancero Gitano de García Lorca, aunque a una edad más tardía. Digamos, por decirlo así, que me sacaron los colores. Me decían ¿has leído a Kafka? ¿Y al Fausto de Goethe? ¿Has leído la generación Beat? Todo eso me parecía vergonzoso. Yo no había leído a ninguno y por aquel entonces tenía unos veinti-pocos años. Y me puse a escribir entre borracheras, drogadicción y gamberradas escribía en mis cuadernos. Escribía poemas malos influenciado por la música que escuchaba. Lo que me llevó a escritores americanos. Al famoso Boom, y a la generación Beat. De ahí seguí con los americanos como Faulkner, Truman Capote, que me fascinó, Hemingway, y después di el salto a la generación del 27. Huelga decir que empecé la casa por el tejado e hice como lo que era joven y libertino, comencé por el postre. Leí el Fausto de Goethe y no me gustó. Leí a Kafka y me reí con El Proceso y no me reí tanto con La Metamorfosis. Eso me llevó a leer a Dostoyevski, después vinieron los existencialistas franceses y alemanes. Leí mucha poesía española la mayoría. Pero un día en una comida me puse un poco chispa con el alcohol y confesé que mi libro favorito era Música para camaleones. Estaba presente además de mi familia Manuel Molina y este me preguntó que por qué me había gustado tanto y contesté porque es drogadicto y alcohólico, y un genio, lo de homosexual era menos importante para la charla, aunque no lo consideraba por ese motivo un monstruo. Y me atreví a confesar que solo me gustaban los libros sobre drogas, alcohólicos y escritores libres de toda moral, también me interesaban los escritores locos o libros sobre locuras varias. Todos se echaron las manos a la cabeza. A mis padres los decepcioné. Pero era verdad lo que decía. Así que quedé en evidencia ante mis padres y ante Manuel que nunca me perdonó esa deshonra a la literatura clásica. Mi madre me compró la obra completa de Lorca. Estaban encuadernados en piel y con las letras grabadas en pan de oro. Me compraba cada mes un libro en el Círculo de lectores. Lo que viene a colación es cierto. Si no te gusta un autor ten agallas y deja el libro. Solamente me interesaban autores o sudamericanos, Dostoyevski y los escritores estadounidenses. El canon es algo que me hace bostezar. Y esa es la gran verdad. Cuando me dio por leer también me dio por ver cine. Y así he ido hasta ahora. Soy auténtico y no me gusta que me digan a quien tengo que leer. Si quieres escribir, lee, lee y lee. Y también tienes que viajar, también es importante estar en paz contigo mismo, y es importantísimo escribir, tal y como relata Capote en Música para camaleones. Eso es importantísimo. Me cambió el enfoque. Ahí queda.

El disparate de no pensar

Ilustración realizada con IA y otros recursos

En la fotofobia de los chats infinitos se encuentra la verdadera humanidad del hombre y la mujer, mujer, éxito seguro en cualquier lugar cibernético. Los chats dan lugar a que se piense lo que se dice, pero con la IA estamos decapitando el pensamiento. Internet es la vida misma como espejo hecho de Big Data y fiebre que mueve las dentaduras del putrefacto alimento, porque puedes tener ojos para leer entre líneas, lo que no puede ser es que las RRSS te traten a su antojo. Tengo las redes por razones que no diré, pero las redes sociales se engullirán a sí mismas. Y daremos paso a la IA. Traductores veraces, escritores honestos, libres pensadores y demás gente, de la información imparcial, en definitiva, la gente buena, no debe temerle a la IA, más bien deben temer a la ley del mínimo esfuerzo. Al ausentismo humano que desde la pereza simplemente para pensar con la cabeza, y no con un remachado de pegotes agraciados escritores que sí han sido honestos y que han trabajado su obra literaria sin edulcorantes, aditivos y artificios; demos alas al pensamiento. Un profesor tiene que dar las claves para el alumnado sea capaz de pensar por sí mismos, y no para que piensen los ordenadores. Estamos entrando en otra dinámica peligrosa donde los idiotas escribirán sobre barras de hielo la grandeza de su enorme estupidez. Yo uso la IA para crear fondos cromáticos para mis mixturas, pero jamás la usaré para crear mis propias obras. Antes prefiero ser apropiacionista. Es traicionar a tu propia inteligencia las dos vertientes, pero esto va a afectar a la industria editorial. Las RRSS son cómplices de gente que no tiene ninguna ética empresarial. Son buscavidas. Y atesoran sus fortunas en paraísos fiscales. Todos ustedes saben de lo que les hablo. Hagan la prueba de denunciar en Facebook por ejemplo a una empresa que patrocinen. Son una mafia. Ya no creo en ninguna red social. A Julián Assange lo van a meter en presidio, mientras los magnates de internet hacen su agosto con la complicidad de las mafias cibernéticas fingiendo ser ciudadanos de bien. Apuesto por el software libre, apuesto porque se puede repartir el pan del pueblo, que es mundial. ¿De qué sirven las redes sociales? ¿De qué sirve la ONU? Sin duda es un mundo para no vivir en él. Como dijo Gil de Biedma.

Clorofila y aurora, locura y botánica

La locura se ha hecho espacio en mi cerebro. Está cómoda, como si de una barrica de whisky se tratara, dieciséis años tenía, ahora hace veinte guerras que no sé de mi paradero. Y todo por la triste verdad que sirve para quedarse con la prisa vegetal de la guerra de metamorfosis y del hecho porqué es necesaria fotosíntesis de la clorofila. Se ha acomodado mi locura verde como una judía tierna. Yo ni hubiera sospechado que fuese así. La locura sólo puede relatarse en clave de ficción. Pero es comprensible tanto dolor a lo largo de los tiempos. Cada año más y más putrefacción. Cada año muero y resucito unas seiscientas veces. No sé si suicidarme o suplicar mis plegarias atendidas como dijo Santa Teresa de Ávila, que son las más llorosas. Se llora más por lo que se hacen plegarias atendidas, que por las no plegarias. En la selva y en la sierra los árboles bailan en la quietud de su sujetada manera de existir. Plantemos muchos árboles, manglares, hagamos de la abeja una obligación. Selva y sierra es una contienda de lo verde por ser libre para que me dejen en paz. Estoy tocando fondo. Verdes son mis mentas mixturadas en el veneno de la última morada. Ya no sé dónde está la noche. Tampoco sé si padezco de locura, o mi locura es un parecer, o es transitoria. He querido siempre ser amigo de las raíces de olivo, cuando venga la aurora volveré a ser yo. ¿Qué es lo primero la noche o la mañana? El sol viejo pudiera arrepentirse y dejar al planeta sin su presencia, ya no hay más clorofila, ya no hay más guerra por la prisa vegetal de la naturaleza dispuesta a crecer, aunque no es perceptible en la mirada de los humanos. Cada día un montón de hierbabuena se seca en las postrimerías de la silenciosa manera de ser ortiga o cicuta. La máxima bendición del hombre es la de plantar un árbol, que susurre, que guarde sus secretos en el silencio. Me hago preguntas, soy árbol con fruto. Lucho por la paz verde. Lucho por el estigma negro. Me defiendo como puedo. Cada día más enfermo. Si no te ayudas tú nadie lo hará por ti. La velocidad con que crecen los árboles, los pinares y sauces son tan rápidos como lo ha sido una caravana de orugas trepando por los pinos. La botánica de las formas abstractas son parte del juego de la vida. La locura aparece porque la guerra es nuestra manera de tropezar los unos contra los otros. La sensatez de la velocidad es que el ciprés es testigo del silencio. Por eso el silencio del cementerio.  Es paz y el epitafio de la vida y de la muerte. Que sólo queden árboles. Es vital, es importante, es necesario.

La necedad de ser poeta

¿De dónde he heredado el hecho de ser poeta? Quizá ni lo sea, quizá sea un impostor, quizá no sea ni lo uno ni lo otro. Porque ¿para qué sirve la poesía? No te da dinero, te hace vulnerable como en este post publicado al desnudo, a corazón abierto, desde la piel al tuétano. La poesía es un lastre, una pesada carga, las humanidades hoy por hoy son inhumanas. ¿Dónde está agazapado el genoma en mi ADN que me dice y me da la razón en el hecho de ser poeta? Eso si lo fuera. Porque dudo a todas horas. Me desnudo ante una caterva de desconocidos que no saben si es real o ficticio lo que escribo, o quizá sea una exageración. Una manera más de hacerme notar. ¿Vanidad? Puede valer. ¿Romanticismo empalagoso a veces? También. Los poetas nacen del fracaso y de la derrota, uno es masculino, y la otra femenina. Pero los dos son la misma cosa. Yo como poeta me declaro ausente, una incógnita, no quiero ser petulante. A veces no soy yo quien escribe, es una fachada de cara a una plaza pública donde nadie me conoce, no me conoce y me juzga. Afuera está la primavera, pero yo no la logro ver ni la consigo entender. Ya no me sirven en los bares y molesto como un grano en el culo. ¿Ganar un concurso te hace poeta? No. Simplemente te colmas de ego y presumes que has ganado esto o aquello, pero los corazones todavía se rompen en pedazos. No soy un poeta de concursos, tengo miedo escénico, y no me considero un poeta en toda regla. En este mundo de la poesía hay mucha envidia, celos, malentendidos, escarnio, y te aconsejarán aquellos que, de los cuales, tienes que decantarte por el lugar contrario al que te dicen que te dirijas. En el modernismo se ha hablado más de palomas y de proclamas políticas, que es pura obsesión, que alguna poesía es aburridísima. Algo parecido a lo que pintaba el Padre de Pablo Picasso, que pintaba siempre palomas. Yo no envidio a nadie, quizá mienta, ya que si alguien gana un concurso me da envidia, sin embargo, si alguien es un derrotado total que se lanza a la escritura como modo de supervivencia me da pena, o quizá sea yo quien dé pena. Gastarás un montón de dinero. Y aún así los objetivos marcados son presuntamente quimeras y sólo eso. Bueno, que no, que no, no soy un poeta en toda regla. Mi ambición es otra. Mi ambición es la de amar, una experiencia sexual y dejarme de gaitas.  

La química que me hace impresentable

Según los neurobiólogos la sustancia química que me hace diferente a mis mayores es no segregar dopamina y serotonin. Eso explicaría la razón por la cual estaba castrado sexualmente. Ya que tomaba serotonina y risperidona. Los efectos secundarios de estos medicamentos es la carencia de lívido, carencia también de sensibilidad en las zonas erógenas e impotencia. Ahora me ocurre todo lo contrario. Me apetece hacerlo casi cada día. Y tengo una buena sexualidad. Si la medicación que tomo ahora no crea adicción, mi sexualidad ha mejorado un 80% y mi lívido está por las nubes casi siempre, voy a postular por el premio Nobel de medicina al doctor Estrada, de Salud Mental del consorcio hospitalario Parc Tauli. Sin duda ha mejorado mi calidad de vida 360º. Tengo mis paranoias, que se traducen en cosas que no dependen de mí, sino de la gente con quien me relaciono. Tener esquizofrenia no resulta fácil. Me ha devuelto la autoestima y no me automedico. No es por hacerle la pelota, pero considero al doctor como una eminencia. Mi consejo es que sean valientes y prueben medicación como Leponex y algún antidepresivo. Ahora mi meta es dejar el Rivotril, que es un ansiolítico y ese sí crea adicción. Título este post de esta manera porque he encontrado la pauta milagrosa y mi vida ha mejorado un 100%. Sean valientes hablen con su médico, pónganse en sus manos. Sin duda hay que encontrar profesionales que se atrevan con fármacos nuevos y efectivos. Mi problema no es un problema mental es causa de no segregar lo que el ciudadano medio sí segrega. Recuerden la distancia o diferencia que nos separa es la dopamina y el serotonin. Sustancias que no he segregado antes debido a mi singular naturaleza. Expongo aquí este pensamiento con conclusión incluida porque está bitácora es combativa contra el estigma y el no derecho que tienen las personas “normales” frente a los enfermos químicos, no me gusta el término enfermo mental. Me provoca urticaria. Más bien grima y repugnancia.

Mapa mudo

Entre tanta calamidad quisiera eliminar aquello que moleste a mis hermanos de oxígeno. Entre tanta calamidad me encuentro y lloro como un pájaro enjaulado mientras merodean mi locura los hermanos que me devuelven la pequeña pelota loca de goma. Esa, que bota del techo al suelo, y así se sienten mis pensamientos entre lo que hoy es ayer y lo de ayer mañana. Ya no pactan conmigo ni diablos ni ángeles ni serafines ni borrachos la noche contratada en la insomne morada de lo que intuyo. Hablo de Miles Davis y me llaman loco, hablo de Marlon Brando y me llaman marica, hablo de lo que no sé y doy la pena ciega y opaca de mis ojos antes de nacerme en otro. Yo quería salvar al mundo desde la sal y el grano de pimienta ante la vejez prematura que me la cambiaban por savia joven las prostitutas del sudor frío. Yo quisiera tener un mapa en mi cerebro mudo y sin espejos, pero copié de un atlas antiguo el preámbulo de la nostalgia y me tragué las hojas de un árbol en primavera que ennegrecían escondidas tras el verano. Siempre he pensado que iba a salvar el mapamundi totalmente mudo, y sin ser descubierto, por los hombres con la coraza de hojalata, que arrasaron con el hombre libre, y exterminaron el alfabeto de los silbidos y la comunicación desde lejos. Muy lejos. Un Quijote de barro que cabalga contra la desesperación del repatriado que no quiere volver a la tierra dura que levanta un polvo ocre, un repatriado que se quedó sin patria, y ahora no lo conocen en ninguna parte, un mapa mudo de palabras que me exijo sobre si tuviera derecho a lanzar piedras contras los proxenetas y los que dan dos besos a mi madre. Me falta un mapa mudo, de aquellos que valían diez pesetas y los vendían en la librería de María Dolores Castellano que me entregaba los fascículos del Libro Gordo de Petete donde yo aprendía para crear, para soñar, yo aprendía un mundo que no existía en ninguna parte del mapamundi mudo. Por eso deseo ser como los mapas mudos, como los libros de colores de Petetes y petetianos. Calculan que un amigo que era amigo mío y se hizo catedrático mientras yo trepaba como una salamandra de hielo tragando letra tras letra, verso tras verso, poema tras poema. Porque la clase donde más aprendí era en la de lengua castellana y literatura, porque se repartían hostias a mansalva y la clase era humo y silencio. Ahora no sería posible. Ahora todo ese mundo se ha tatuado en el cuello una muerte ignorada por el artificio de disimular la voz del instinto que yo como un mapa mudo mastico ante aquellos que no pueden dar nada, sólo escalofríos y traicioneras venganzas agazapadas en el cristal de pupilas sumergidas. Un mapa mudo, nada más que eso. Un mapa mudo donde descifrar el secreto de los nombres que sirven para no señalar con el dedo. Que dan nombre a los ríos, a los mares, a las montañas y a los desiertos. Un mapa mudo. Que no mengüe, que se haga cada vez más y más pangeista. Que se callen los señores que son esbirros de la coima y el pago y la dádiva con que hacen favores al dinero que solo los tiene a ellos como amos.