Capplannetta y el camionero

Tengo un amigo que lleva un tráiler propiedad de la empresa donde trabaja. Hablamos a menudo, y me dice por dónde va, me envía fotos y vídeos de las rutas por donde pasa. Hablamos de temas variados. Es un hombre noble e inteligente y me cuenta cosas que ha visto conduciendo ese terrible monstruo de carretera. La noche de un camionero es solitaria,y aunque tenga la radio y se pare en distintos lugares a comer o a repostar, siempre me cuenta algo interesante. Yo soy un animal nocturno, y él por su trabajo también lo es. La carretera tiene todo tipo de inclemencias. Si no es una tormenta, es una caravana, si no una caravana un accidente de un compañero. Los camioneros están muy solos. Deberíamos agradecer el trabajo que ejercen, pues gracias a ellos tenemos abastecimiento en los mercados, paquetes con fecha de entrega, etcétera. Me cuenta: —Tengo un termo con café y me bebo el termo cada noche. No lo cargo demasiado porque necesito dormir. Y yo le digo: —No sabes cómo te entiendo. La noche en invierno es larga, en verano quizá menos, pero en invierno es larga como las rutas que lleva de polígonos a almacenes. Lo mismo hablamos de nuestra adolescencia u otras veces hablamos de cualquier otra cosa. Empieza a trabajar temprano, y toda la noche con la “rosca” bajo control. Es un gato viejo y sabe que lo mejor para pasar la noche es el café y un poco de tabaco. Nada de estupefacientes. Los controles policiales están en los sitios màs inesperados. Este escrito es un breve homenaje hacia todos esos camioneros, o como ellos lo llaman, chóferes. Es de agradecer la noche tan larga y con la precaución de no dormirse al volante y respetar el tacófrago.

Capplannetta sense pesetas

Me gusta mucho vivir aunque vivir no sea nada fácil. Cuando detrás de los síntomas están los diagnósticos todo se vuelve lento y oscuro. Pero así es la vida. A ti, a mi, a vosotros, a los que la consumís a lo largo de los años, viene envasada, manufacturada, edulcorada, y parece casi artificial. Pero es un peso muerto que engorda cada lustro. Todos tememos en perder la cabeza. Perder la cabeza es abandonarte a la poca suerte. Y se escapa como un globo, como una bola de helado que cae al suelo, como un dilema que se te presenta sin quererlo. Este mundo pertenece a los que sin corazón se comen a bocados nuestra existencia. Y somos perdedores y ganadores en un mismo tablero. Hay que comprender que para muchos la vida es una broma pesada, y para otros una fiesta inacabable. Pasan los días y entre caprichos y desastres vagamos por los bulevares de la melancolía. ¿Y donde están los vividores? Esos que nos sacan la sangre gota a gota. ¿Dónde están los derrotados? Están mascando simulacros de permanencia ante unos espectadores que ríen de cualquier cosa. De cualquier débil. De cualquier noble alma cándida.

Capplannetta mal rapsoda

El día 23 de abril hubo un acto a través de Ediciones Vitruvio celebrando el día de Sant Jordi. El acto tuvo lugar en el centre cívic de Can Deu, en la zona de Les Corts-Zona Universitaria. Con la medicación que tomo ahora salivo y abro la boca. Algo parecido a como lo hacía Leopoldo María Panero. En el acto no me quité la mascarilla. Le tuve que pedir el favor de que Pablo Méndez (editor de Vitruvio) que recitara mis tres poemas particulares. Y también porque al leer en voz alta me trabo y soy un mal rapsoda. Rapsodas buenos: Jaime Gil de Biedma, Jorge Luis Borges, mi editor Pablo Méndez, y la verdad, a Pablo Neruda lo considero buen poeta pero un rapsoda muy peculiar, quizá lánguido, tal vez sobreactuado. Pero mejores rapsodas son los cantantes y los actores. Por ejemplo, Lola Flores, o Enrique Bumbury, Joaquín Sabina, y otros tantos hay por ahí. Ser buen rapsoda no es fácil. En principio debes de quitarte de encima la vergüenza y la timidez. También los complejos. Aunque para ser buen rapsoda no hay que hacer aspavientos ni sobreactuar demasiado. Serrat es un buen amenizador y buen rapsoda. Seguramente que padezco alguna fobia o miedo escénico.

Capplannetta y Linux

Hace años buscaba mi lugar en el mundo. Y hoy, a mis cuarenta y siete años me he unido a la comunidad Linux. Sin lugar a dudas estoy contento. Los más geeks se dejan barba y los nerds casi todos llevan gafas. Yo no sé programar, ni crear un código HTML y de igual manera tampoco soy un usuario aventajado, soy un Luser. Pero descubrir Linux ha sido una revelación. Ya dejé atrás las drogas, los noventa para mí fueron como los dos lados de una moneda. Ni buenos ni malos. El código Linux es como un largo poema de Shakespeare. Linus Torvalds para mí es alguien generoso, y no tiene un ansia desmedida por ganar dinero. El mundo debe ser un archivo Pangea. Un lugar con límites y con derechos, aunque también con obligaciones. La tecnología da pasos de gigante. Pero yo poco a poco voy andando mi camino sin tener que matar al padre de todo este sistema operativo. He ido aprendiendo desde cosas habituales en la informática hasta copiar y pegar códigos JavaScript. Ahora con Linux escribo, y hago cosas que con otros sistemas operativos ya hacía. Pero una actualización de Linux es de poco peso en bits. En Apple cada actualización es perder memoria. Microsoft tiene el monopolio de la informática. Yo digo viva Richard Stallman. Ojalá supiera programar y ser parte de la comunidad Linux aunque ni siquiera domino la wikipedia. Este mundo debe cambiar no solamente en ecología, también reivindicó Libertad para Julian Assange y Eduard Snowden. Hace tiempo que perdí contacto con los de Sociedad Cerrada. Quisiera llevar a cabo un ensamblaje con todo aquello que no pude realizar por estar casado. He aprendido la lección. Me gusta la fiesta, el software libre; los geeks y Nerds heredarán el mañana.

Capplannetta siendo niño

Un niño es un hombre futuro. El galimatías que tienen los niños dentro de sí nunca debe ser desvelado. Yo muchas veces me he soñado niño, y es algo maravilloso. Un niño poeta es Rimbaud. Eso le ocurrió antes de ser negrero. Pero como nadie tiene una vida perfecta, ya que el hombre es asido pese a sus imperfecciones, la mejor época es la infancia. Jugar y jugar y crear historias con tus clips de Playmobil. O jugar con coches en miniatura. O con soldaditos diminutos de plástico. No conozco momento alguno en mi vida más rica en sueños e inocencia que la que tuve en mi infancia. Las persianas de mi madre eran antiguas y eran de madera, y yo mordía y mordía la parte de ventana que daba al interior de la casa para conocer el sabor a madera. Quiero añadir que me gustaba saborear el metal de las llaves. Oler la gasolina cuando paràbamos a repostar. Recuerdo que una vez al pasar por Albacete para ir a Andalucía, me encapriché de una armónica. Había infinidad de navajas y cuchillos. Pero yo me enamoré de la armónica. Mi padre se negó. Y ya llegados al pueblo de mi padre alquiló una mula dócil y nos montamos un montón de niños. Desde ese momento quise tener un caballo para mí solo. Había visto los ponis y los potrillos del que era dueño el hombre al que alquiló la mula mi padre. Y yo lloraba y lloraba y le decía a mi padre: —Papá yo quiero un caballo. Y mi padre contestaba: —¿Y dónde lo metemos? Y yo le dije:—En la bañera de casa. Y mi padre reía. Qué fuerza tenía mi padre entonces, quien tuvo retuvo, eso dicen. Pero mi padre ha comprendido en mí que la lógica es la mejor medicina para mí persona.

Capplannetta fugitivo del destino

Ahora, precisamente ahora, me dejas empotrado como un armario. Yo quisiera llorar de tanto morir, tengo la gangrena en el pensamiento y hay que cortar, cortar de una tajada. Dicen que la amistad que ayuda a la alegría de sus semejantes es querida y dichosa. Yo lo único que he visto es un montón de cáscaras tras haberme dejado la vida vegetal de mi especie. Aquellos que tienen un cielo qué suerte y qué pena. Pues no pueden encontrar lo que buscan y usan violencia gestual, verbal, pretenden verte con miedo, es un minuto o tres horas, o siete días en el que cambia la inocencia. Siento que hace años atrás, justo cuando nací, ya sabían de mi locura, de mi pensamiento en la necrología de aquellos que pierden dinero, de los cabreros acostumbrados a andar eriales y cañadas reales, otros pierden la esperanza gaseosa, otros pierden la cabeza. Ahora esos amigos que venían a buscarme a casa de mis padres, se los tragó la diferencia secreta de los hijos del sol. Se puede ser esquizofrénico de mil maneras. Yo lo he perdido todo. Y el piso me pisa y yo lo que quiero es ser errante. Como los gitanos. No quiero esclavitud. No quiero mandar ni que me manden a mí. Pero hay cuestiones por las que pasa un hombre con sentido del humor, que no son ni la mitad de la que ese que sufre, llora y está solo. Muy solo. Ni padres ni hermanos ni amigos, te sacarán del hoyo. Quizá otra Tierra, otro país, cap plannetta. Si yo no hubiera nacido en el jardín de la alegría donde yo miraba con el pestillo seguro de su individualidad. Donde yo tenía la mente dedicada a múltiples empeños. No me da miedo decir esto que siento. Porque si ahora estoy solo es porque estaba cantado, todo sigue su naturaleza. La violencia engendra violencia, y tanta violencia dispone el pendenciero que le duelen las manos de golpear. Porque todo es un boom, un crack, un input, y termina outsider. La guerra que empezó siendo un pacto entre damas y damiselas desde que el infierno se casó con el cielo. Algún día, ahora que estoy en mi celda, escribo y escribo. Digo esto sin tapujos. Y viene el loco, viene Cervantes,, ya viene y no viene. La paliza menta que por causalidad que deja moratones. Que no se escape, vivo o muerto.

Reseña Literaria (Cecilio Olivero Muñoz)

Pablo Méndez Jaque

Cenicientas o Madrastras

Ilustraciones: Eugenio Rivera

ED. Nuevo Círculo de Lectores, 2022

Nada más lejos de todo tópico afirmar que este libro está bien escrito. Lo está. Pero sobre todo repara en la mujer como protagonista y portadora de secretos desentrañados a través de la grafología. Huelga decir que Pablo Méndez es un gran conocedor de esta práctica, además de un gran conversador.

Es un libro para todos los lectores, hombres o mujeres, que habla de mujeres con cierta relevancia. A través del estudio exhaustivo y pormenorizado de la letra escrita a mano, tanto de firmas como de la escritura de textos, el autor lleva a cabo un análisis desgranando cada virtud, cada defecto, cada característica de su personalidad. Siempre con mucho rigor y respeto. Aunque este libro sea un homenaje a la mujer tanto del siglo XX como del XXI, es un libro que se aparta de cualquier amarillismo cutre e irreverente. No está de más señalar que no es lisonjero ni adulador, son retratos de mujeres emancipadas y liberadas de patrones machistas o conservadores. Es decir, mujeres de nuestra época. Porque eso es este libro de Pablo, un retrato configurado con la palabra, con la grafología y con la agudeza del pintor retratista Eugenio Rivera. Imposible no añadir que se trata de un trabajo redondo.

El libro en cuestión tiene tres partes (o portadillas) la primera: El sitio del corazón; la segunda: La robusta debilidad; y la tercera y última: Un poco más cerca, donde culmina la obra entrevistando a Margarita Salas y a Cristina Almeida. Es importante decir que hace énfasis en dos personas ya fallecidas: Margarita Salas y Almudena Grandes.

El libro es un testimonio gráfico y literario que no dejará al lector indiferente. Pues habla de mujeres importantes, un compendio de mujeres fundamentales pero no infalibles, como cualquier persona. Aunque sí de un interés que del que prefiero no adelantar mucho más, salvo la variedad de personajes femeninos de los que se puede dilucidar mucho.

Capplannetta homúnculo

Tanto caos había en Andalucía que el Todopoderoso creó un homúnculo. Las gentes de la Andalucía dependían de señoritingos que manejaban a la gente del pueblo entre la analfabetización y la incultura detestable. Entonces Dios dispuso creando un hombrecillo curioso. Que a medida que iba ganando en conocimientos iba agrandando su cuerpo. Llegó a albergar tantos conocimientos que pasaba desapercibido entre los hombres. Se hizo fraile franciscano. No le interesaban ni la milicia ni la vida de agricultor. Y Dios le dio el don especial de hacerlo inmortal. Así pasaron años y años estudiando y comprendiendo el mundo. Colgó el hábito de fraile y consiguió hacerse escribano. Incluso el mismísimo diablo se asombraba del acervo aprendido y le tenía cierta envidia por ser obra pequeña y creada por el gran Señor de los cielos. Y que engrandeciera su cuerpo y su saber entre culturas y etnias distintas. Sabía lenguas dispares, aunque él solamente hablaba en castellano. Al ser inmortal llegó a nuestra era y conoció temas informáticos y entendía a la perfección el Internet de las cosas y la inteligencia artificial. Era, además de erudito desde sus tiempos de fraile y escribano, un gran aficionado a la poesía. La gente se interesaba por si guardaba celibato o había hecho voto de castidad. Y él se reía. Poco conocían de su vida de antaño. Estuvo con muchas mujeres en el tiempo que fue fraile. Y ahora no es que guardara votos de castidad o practicara el celibato, simplemente quería experimentar el placer de masturbarse con un melón con un orificio en un extremo. No quería enamorarse, tampoco le interesaban las féminas sexualmente. Solo quería tener contacto con ellas para hablar, ya que pensaba que eran menos superficiales que los hombres. Aunque con hombres modernos, de vanguardia e inteligentes mantenía grandes tertulias que siempre acababan en enfrentamiento. Llegó a hacerse tan grande que destacaba por su altura ante otras personas. Era un prodigio de la naturaleza. Desde que era un homúnculo que no medía nada más que siete centímetros, había agrandado hasta hacerse un hombretón de un metro y ochenta centímetros. La curiosidad, el buen comer y el buen folgar lo hicieron hombre más viejo y sabio que Matusalén o Zoroastro o el Rey Salomón. Pero el aspecto que mantenía era el de un hombre adulto con cierta juventud. Aprendió trucos de cocina, aprendió a recitar los sonetos de Shakespeare y conocía El Quijote al dedillo. Era hombre de letras, de saberes gastronómicos y era también un gran conocedor de la cultura árabe. Algunos envidiosos le colgaron el sambenito de santurrón, de hombre asilvestrado, incluso de cabrero. Pero él se reía. Ya que conocía por libros y por poemas clásicos que el hombre a más austero más caballero. Nunca lo vieron tomar una gota de alcohol, tampoco drogas de ningún tipo. Pero sí fumaba y tomaba café. Aprovechaba su tiempo libre en investigar sobre computadoras cuánticas y tenía ideas adelantadas a su tiempo. Así era Capplannetta en los primeros tiempos.

Capplannetta y ser poeta

Ser poeta no es ser un endiosado ni un mindundi. Se es poeta porque te has cruzado con ella como si encontraras un amiga que te gusta. Al principio escribes y crees que escribiendo automáticamente o en versos blancos es hacer la poesía verdadera. O también, al leer otros poetas, sin darte cuenta o consciente, entras en los umbrales de la epigonía. Para ser poeta tienes que escribir, leer poesía y leer poesía desde clásica hasta la más actual. Desde el modernismo que trajera a España Rubén Darío, toda la generación del 98 e incluso la del 27 se empaparon de modernismo. Mi padre cree que un poeta es algo así como ser un santo. Y yo, que no me puedo llamar poeta, ya que no tengo la mayoría de edad literaria para serlo, para mí un poeta es alguien que está entre ambos mundos. Que ha sido testigo alguna vez de que la luna y el sol han sido presencias contenidas en un mismo suspiro, quizá en una tarde de primavera. Ser poeta es nacer para ambos mundos. Se puede ser un crápula con prisa en vivirlo todo y se puede ser también un viejo prematuro entre las voces de otros poetas. Aunque ser poeta es ser lo más humano posible, y embarcarte en una travesía de romances locos, derrotas comunes y delirios de borracho adolescente. Un poeta es un luchador que entre metáforas y versos con métrica emerge en el elemento musical de la melancolía y la verdad envuelta de fantasía. Se puede ser un poeta hermético, o un poeta anfibio, lo que no se puede es no tener conciencia de las palabras que sirven como instrumento y son decisivas y decisorias de una verdad en clave de muselina. El poeta tiene que ser un hombre que se tome la poesía como un efluvio de evocaciones y tener una comunicación con el lector. Es un viaje entre dos presencias. Lo que es una barbaridad el poeta con libros muertos. Algún poeta los tiene, algunos tienen libros vivarachos que son como un niño travieso, y existen poetas que no te dicen nada. Porque la poesía es un idioma del corazón que la mente digiere y escupe. La poesía es un destino para soñadores entre las noches y los días de la carne en tardes de música y deleite. Los poetas ríen, los poetas son personas con más de hombre y de mujer que de machotes.