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De manera que…

Cuando era niño buscaba palabrotas en el diccionario. Buscaba palabras que escandalizarían a cualquier lector o escritor timorato. Y a medida que no encontraba algunas palabras encontraba otras menos normalizadas en el castellano. Una de las palabras que yo recuerde que encontré era EPÍGONO, y otras tantas más que no recuerdo ahora. Pero sí buscar lo detestable me hizo hallar lo “culto”. Yo no soy una lumbrera, y cuando estaba en clase muchas veces me quedaba sin recreo por no saberme el verbo. O por no estudiar, que era la mayoría de las veces. Decir por ejemplo mentiras, mentiras que ni yo me creía. Pero mintiendo ( y no es que presuma de ello) empecé a hilvanar mis ficciones, que luego recreaba con mis juguetes. La inocencia me ha hecho perder unas cosas, sin embargo, me ha ofrecido otras. Por ejemplo, en párvulos deseaba tener el avión en miniatura que un niño tenía, se lo pedí para jugar, y se lo arrebaté, se lo expropié. La señorita tomó una decisión salomónica. Preguntó ¿de quién es el avión? Y yo me apresuré y dije mío. Y la maestra me lo dio a mí. El niño indignado decía y repetía, no, es mío señorita y yo me lo llevé a casa. Ese fue mi primer delito, robar un avión en miniatura con la pintura desconchada, y viejo como Matusalén. Por eso digo ahora, que el crimen no compensa. Pues ¿qué gané yo arrebatándole el avión al niño? Y ahora me digo cientos de veces. El crimen no compensa. Aquello no fue un crimen en toda regla, pero era suyo, no era mío. Ahora no recuerdo apenas al niño. Ahora es demasiado tarde para pedirle perdón. Pero así es la inocencia al mismo tiempo que malvada de los niños. Recuerdo que era tan inocente y malévolo que buscando palabrotas en el diccionario encontré la palabra PUTA. Y me hizo no sé sí satisfacción o quizá creía yo en mi inocente gesta, que había descubierto América. Pero encontrar la palabrota me hizo hallar otra menos dañina, era prostitución. Y bueno, la inocencia pueril y malvada de los niños. Niños que están llamados a ser poetas o escritores, no sé si de pacotilla. El caso es que encontré prostitución que era más correcto que decir PUTA.

Escribir a puerta gayola

Escribir a “puerta gayola” es escribir sin copiar ni pegar. Es hacerlo en la intemperie de ningún corrector asfixiante y que redunda en el equívoco constante. Es sortear la suerte (valga la redundancia) esperando al toro salir de los chiqueros de rodillas y darle un capotazo enarbolando torería y valentía. Los segundos mientras se espera al toro salir de los chiqueros veloz y sumamente ágil y potente deben ser para el torero interminables. Digamos que es el toro en su quinta esencia. Pues no ha sido tocado por el tercio de banderillas ni por el picador a caballo. Escribir a puerta gayola es como el cante de Enrique Morente en el soneto de Joaquín Sabina. …Esa voz jugándose la vida…Ese es Enrique Morente cantando. Enrique Morente en un concierto en valencia con el grupo estadounidense Sonic Youth donde según el maestro morente …las guitarras estaban destempladas… y tenía razón, porque son guitarras sin ningún oído especial para las buenas melodías o las canciones bien elaboradas, sino mucho ruido y pocas nueces. Lo único que les salva del ridículo es la propia sabiduría musical de Enrique que empieza a entonar cantes y guapeando a su manera cuando sorprende como colofón con un grito desgarrado que hace temblar los cimientos de las entrañas de la Tierra. Enrique Morente a versionado a Leonard Cohen y a Federico García Lorca, a Miguel Hernández y a Pablo Picasso, pero en el tema Cantar del alma del disco titulado Lorca incluye como coristas a unas mujeres búlgaras que ponen los vellos como escarpias. Es en definitiva sabiduría y humildad al mismo tiempo. Es saber ponerse de rodillas a esperar el toro a una velocidad terrorífica.

La hora de los motores

La hora de los motores sucumbe a la fiebre fría de los suelos descalzos donde pises. Donde quiera que pises. La hora de los motores empieza a las 05:00h. y dura toda una larga y crujiente carne que tiembla. No olvides la hora de los motores, tampoco la hora del silencio oscuro, pues cada momento dura una o dos horas, lo demás es sueño enfermizo. Tengo tanta sed de humanidad que ya no creo ni en mentiras ni en verdades. Creo en las patadas al viento. Creo en los sucios rincones donde la mugre se encierra. Creo en un violonchelo sonoro preparado para las marchas fúnebres. Creo en la avaricia eterna de los indignos. Creo en las campanas de bronce, porque suenan a metal que advierte de la pesadilla y el relámpago. La hora de los motores me deja sin esperanza. La hora del silencio oscuro me hace sospechoso y me crea sospecha. Una larga sospecha como eslabones de una gruesa cadena. Arrinconadme cuando no necesitéis la oscuridad que ayer fueron los soles más resplandecientes que hayan visto los cielos azules. La gente cree que mi vida es fácil, pero para nadie es fácil, sólo para aquellos que creen que el silencio está vacío, y para desnudarse hacen sonar tambores de juguete en la hora de los motores y tras los pasos de un caballo al galope desmenuzan la clorofila con una uña en el pensamiento. La hora de los motores es la inutilidad y la esclavitud de los hombres que se desprendieron de su ángel bueno. El mundo ya perdió todas sus tuercas, ha perdido la fe en los tornillos, pero siguen teniendo taladros para agujerear los edificios de hormigón y ladrillo de arcilla gris, las paredes que todo lo saben, y los vapores de fragancias tan caras, que dejan desnutrida la patria de los que fueron tan libres que llegaron a encarcelarse. Yo quisiera volver a las bibliotecas y descubrir a los nuevos poetas del siglo, aquellos que enmudecen la fría fiebre de la hora de los motores. Y escapan de los segundos con un rosario de bisutería y macramé. Es la hora de los motores, quizá, tal vez, la que más dudas crea.

Apuntes sobre Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci era ambidiestro y solía escribir con la izquierda. Como la tinta no se secaba, le disgustaban mucho los borrones provocados en sus apuntes y escritos, ya que escribía de manera «especular». Es decir, de derecha a izquierda. El Códice Madrid ha sido restaurado por los encuadernadores de la Biblioteca Nacional.

 

Se trata de un libro elaborado y digitalizado de forma laboriosa por grandes conocedores de la obra de Leonardo. El facsímil es un proyecto ambicioso en total acuerdo con la Biblioteca Nacional de España, lo difunde una editorial española con el permiso de la Biblioteca Nacional de España, en un fantástico trabajo completo y con una frescura, a pesar del tiempo transcurrido, que lo convierte en un símbolo del universo renacentista, desde Miguel Ángel, Rafael Sanzio, Donatello, Tiziano, Boticelli y, en un último lugar, el gran Leonardo da Vinci, aunque en España está en un lugar destacado debido a que El Códice Madrides una verdadera obra maestra. Con toda clase de estudios sobre geometría, mecánica y arquitectura. Un verdadero ingeniero en tiempos renacentistas.

El Códice Madrid es una pieza inigualable, se entiende así la inteligencia con dotes de pura creatividad e inventiva. Se trata de una verdadera joya para todo aquel que quiera y guste con excelente paladar adentrarse tanto en los libros como en la época de Gutenberg, tal como se realizaban: cosiendo página a página y encuadernando el libro, que consta de dos partes. Es de tapa dura y forrado con piel de cabra. Va en un estuche verde y tiene algo que lo vuelve más completo: es un espejo con el dorso ilustrado con un autorretrato del mismo Leonardo.

 

Sobre Leonardo da Vinci se han hecho demasiadas conjeturas y afirmaciones. Como por ejemplo que dormía cuatro horas al día y que era homosexual. Cosa poco importante. Lo que sí era un creador de belleza y creador del icono de todos los tiempos, Mona Lisa, o la Gioconda. Leonardo era una mente privilegiada. Todo un ejemplo de creatividad con verdadera capacidad para las artes, la ingeniería y su gran aportación hacia los parámetros del espíritu renacentista.

Se puede interpretar de la obra completa de Leonardo toda una diversión que aún hoy interesa a aumentar el interés por lo que llegó a aportar en la cultura mundial. Leonardo da Vinci era ante todo un innovador en sus tiempos. Todo un ejemplo a seguir ante la creatividad brillante y, al adentrarte en las páginas del Códice, descubres su verdadero talento en la geometría y otras disciplinas.

 

Ha trabajado diferentes formas compositivas pero la más usada es la proporción áurea. Utilizadas también composiciones modernas como la composición fractal. Pero la Gioconda y otras grandes obras de Leonardo están realizadas con la proporción áurea, siendo así pura geometría y matemática al servicio del arte. El gran artista florentino era todo un artista volcado en el respeto a la sección áurea que matemáticamente es el número 1,618034. Son leyes de la física artística que otros muchos han seguido un camino estilístico y compositivo.

Uno de los misterios más grandes aparte del hecho de quién era en realidad la Gioconda, otro misterio que nos ofreció Leonardo es en la Santa Cena. Donde un personaje femenino aparece y nos hace preguntarnos sobre quién era en realidad. Cineastas como Luis Buñuel hicieron alusión a la Santa Cena del florentino da Vinci.

 

Las matemáticas utilizadas y la geometría compositiva son un componente más en las obras más famosas del arte renacentista y por ende este recurso tiene lugar con la proporción áurea son un recurso que se ha generalizado dentro del mundo del arte, tanto renacentista como contemporáneo. Ya que, Dalí, además de usar la proporción áurea y la pintura nuclear, así, como también el método paranoico, donde la perspectiva juega un papel crucial.

La última hora

La última hora se pervierte de eternidad para algunos. La última hora en una agonía lenta debiera ser eterna para los malditos del mundo. Aquellos que disparaban el plomo tóxico de los demonios que cargan las armas y en los súcubos que las disparan. La última hora para los generosos debiera ser el vestigio de una carcajada abierta como un sol que se siente pero no ve ni oye, tan sólo calienta apetecible, y ríe, ríe y disfruta como un sol de invierno que agradece la hora última de la mañana. La última hora sangra de parto cuando lo dejan sin placenta y la hemorragia se suma al gemido de la recién parida. Última hora que te deja sin sueño, y que poco a poco, presuntuosamente se reescribe en los cuadernos donde se lucha contra el olvido. Donde se lucha con la muerte que te invita al fin de los paraísos sin aurora. Los hombres le deben una disculpa a todo aquello que fue viento, y ahora es humo, humo condensado como en un incendio de neumáticos. Negra, negra, negra es la última hora de la que ríen los idiotas que entregan su alma a la dádiva perpetua de los reinos que se pierden, ya no por un caballo, sino por una guerra de vegetal velocidad, y en un time lapse presume de hermosura fragmentada en cinco segundos de arrepentimiento. Porque los necios no saben que perderán la habitación vacía, el frío de las calles, y los dientes en la senda de los cincuenta y tantos. Absorben el minuto a minuto en la última hora sesgada con la inercia de las ruletas que creen que el cuatro es negro. Última hora, por fin el fin, se acabaron las manoplas, las risas maléficas y las estatuas avisan de que son piedra y en el bombardeo de los esbozos se harán aliento apagado y polvo que nada será y nada sigue siendo. El hombre que no es generoso no está hecho desde la carne de Adán, que es arcilla, arcilla y muerte que sólo vive por el dinero de los incautos, los borrachos con anillos de oro, y medicinas de efecto placebo.

La voz de los hombres

No sé si soy un desgraciado por el hecho de ser poeta o si soy poeta porque soy un desgraciado. La voz de los hombres poco a poco va dejando de ser grito e improperio contra mujeres e hijos y se amansa como una cría de mamífero que no tiene más remedio que mamar de la hembra para sobrevivir. La voz de los hombres, dijeron, como si de una máxima se tratara, bebed vino y beberéis la sangre de Cristo, comed pan y comeréis el cuerpo de Cristo. Pero el vino es una etiqueta que cuanto más añeja sea esta más valor tiene entre los hombres, y lo que nadie piensa que acaparar el vino es que el vino puede llegar a ser vinagre. Y el pan, el cuerpo de Cristo, dicen que es el pan nuestro de cada día, pero muchos no llegan a vivir sus días comiendo “el pan prometido” en el padre nuestro y descubrimos entonces que el pan se endurece y acaba siendo una piedra que nadie quiere comer. Porque la ley del talión nos dice, ojo por ojo, diente por diente, y aquellos que comen el pan sagrado para ellos es pan duro y carecen de dientes. La voz de los hombres hoy dice una cosa y a los cinco o diez minutos dice otra. Así es la voz de los hombres, muchos buscan la tierra prometida, otros esperan el milagro, pero nadie piensa en que el pan sería un milagro para el que hambre tiene, y que la tierra es la madre del trigo, y un verdadero consuelo para el que sufre la sed del alcohol es el vino, ese vino que los avinagra ante mujeres que aún así les quieren. La voz de los hombres, es una verdad y una mentira, es la vida y es la muerte. Nadie se da cuenta de lo valiosa que es la vida hasta que estamos cerca de la muerte. La voz de los hombres nos dice, amén, que así sea, pero es una mentira que todo el cristianismo la cree como verdad infalible. Y nada es infalible porque De Dios y de los Milagros no hemos vistos nunca que así sean.

Ahora comprendo (sobre Diez plegarias atendidas)

Comprendí que sólo me quedaba la literatura. Escribir por ejemplo mediante autobiografías o relatos de ficción. La cara siniestra de los enfermos psíquicos. Mis padres se han hecho mayores y lo único que quisiera es que mis padres estén orgullosos de mí. Este libro rompe una lanza a favor de los que padecen esquizofrenia y los diagnósticos atados a la indiferencia de la ignorancia, ya sea cultural o religiosa. Todos los personajes escriben, algunos leen, pero todos han sufrido el estigma y el desamparo de la credibilidad y el desprecio incluso de familiares. Son diez historias. Cada una, a su manera, despliega un organigrama en primera persona. Todos los personajes tienen un diagnóstico a veces certero y otras retrógrada. Espero romper un grueso hielo en la mirada de aquel que pueda sentirse reflejado en algún personaje, Espero también que sea una cadena de experiencias. Poca gente comprende el estigma y la falta de humanidad que tienen estos personajes. Ya iré informando sobre su publicación, como también, las diferencias personales de cada uno de ellos.

soñar en clave de Dólar

Si el Dólar es dolor, Spain is pain, y el Euro es un eurror. ¿Por qué queremos acaparar y acaparar? ¿para qué? Usa tus mejores galas, despilfarrando no procures que tus errores los paguen otros, luego quieren vivir amasando, acaparando, codiciando y envidiando. En algún medio ha dicho Antonio Banderas que cuando cumples los cincuenta la soledad es impuesta, no buscada, yo creo que tiene razón. La madurez es darte cuenta que luchar por una libertad que nadie te dará, la tienes que buscar en la soledad. Puedo decir de veras que soy afortunado al conocer la condición humana. Eso es la vida amigos. La mejor compañía que puedo tener son mis libros, son lo único que me llena y me hace reencontrarme con mí disperso pensamiento. Solo me quedan los libros, y la música, oh, la buena música, ¿qué haría yo sin ella? Yo me equivoco pocas veces haciendo caso a mi instinto que, aunque precario, me impide decir verdades como puños porque el miedo es universal. Te meterán el miedo por los hocicos de la razón. La televisión está diseñada para eso, el ejemplo es Josef Goebbels. En lugar de culturizar, tergiversa. Latinoamérica está apresada por el dólar, América, contando con la de habla hispana y portuguesa está dominada por el dólar repugnante. El sur sueña con el norte. Pero como bien dice un tío mío, los que vienen del norte cuentan la milonga del paraíso. El paraíso del tío venido de Estados Unidos o Europa. Y no cuentan la verdad. No cuentan por ejemplo nada sobre los desprecios, el racismo, la explotación, los trabajos que la población del país al que llegas con ilusión no los quieren realizar los autóctonos, eso, y otras martingalas provenientes de los amos del mundo. Aquellos que tuvimos la suerte de nacer en el norte no entendemos lo que es ser feliz, y en el sur bien lo saben. Se vive con placeres sencillos. Los pobres se comen el pan negro que sudan desde niños, pero cada país tiene su llamarada de prosperidad y luego viene la decadencia. Como en casa, no la de tus padres, tú casa, es el mejor lugar donde estar. Con un libro que te acompañe, pues para ti ya finalizó el carnaval, ahora escucho flamenco, escucho lo que me da la gana, escribo y hablo a veces solo. Prefiero oír a los lobos aullar que oír a los políticos hablar. Cuando uno llega a cierta edad ya no hay lugar para los engaños y la inocencia se evapora por el conocimiento de causa, supongo que eso será madurar, o no. No se tolera la libertad intelectual, pero es de lo que hablaba anteriormente, la ventaja ante la desventaja es cosa de los hombres nada más. No callan las entrañas de la ira, y siempre confundirás las palabras verdaderas por falsas palabras que sólo pueden gritar a los que les sobra la ventaja y el derecho a ser ellos mismos y libres. Nosotros somos los acompañados por las sombras. Sí, amigos, nadie quiere ya a un cincuentón que tuvo su momento de esplendor en los años 90. Ahora no quieren saber de ti. Abandoné la juerga porque mi sitio ya no es mi sitio. Los verdaderos amigos me saludan, pero otros, a estas alturas no me quieren ni ver. Y eso no quiere decir que yo haya sido mala persona. Pero mí momento acabó en este carnaval embustero donde el disfraz es más importante que el fondo, que aún no está agotado.