Capplannetta y sus paseos por las ramblas

Allá por el año 1998 agarraba mis dos cámaras réflex, una  CANON EOS10 y una SAMIANG semiautomática y me iba por las ramblas de Barcelona a hablar con la gente y a tomar fotografías. Le hice fotografías a Carmen de Mairena enseñándome un pecho, también a bailarines de tango, titiriteros, y gente que hacían el número de la estatua, y también pintores y músicos. En aquella época yo tenía un enorme sol en el corazón y me comportaba de manera inocente, eso me daba un punto de valentía, recuerdo que me entrevisté con un mexicano y hablamos largo rato. Éste me dijo que los andaluces acaparaban los trabajos de la ciudad, cosa incierta, ya que conozco como son los trabajadores andaluces, mi padre y mi madre son andaluces. Mientras que me paseaba por las ramblas tomando cerveza identificaba la Barcelona tan desigual que había por aquella época. Por supuesto no había demasiada inmigración, ni Barcelona era el parque temático que es hoy. Hoy no podría hacerlo. Recuerdo que compraba las cervezas en la bodega de mi barrio de extrarradio en la ciudad de Sabadell, y me las llevaba en una nevera portátil que me acompañaba por mi viaje a las ramblas. Dejaba el coche aparcado en el Raval (Barrio Chino) y me iba a pie a perderme en el maremagnum de gente que andaba las ramblas. En esa época eran más permisivos con respecto al alcohol, yo disfrutaba con la ilusión en carne viva, era simplemente un chaval de barrio periférico un tanto provinciano, por el hecho de pasear entre la gente y después hacer entrevistas, lo único que lamenté no tener grabadora. 

escritora con gato

Era una escritora sublime, todo lo que ella sabía lo había aprendido de los clásicos griegos, también los romanos y los existencialistas franceses y alemanes, conocía bien la literatura hispánica, aunque ella se decantaba por los sudamericanos contemporáneos, éstos le apasionaban, hablaba con frecuencia de Pedro Lemebel, de Alejandro Zambra, y por supuesto, Roberto Bolaño e Isabel Allende, todos chilenos, una amiga le dijo cierta vez que los escritores chilenos escribían tan bien porque éstos tenían los pies enterrados en el barro, nunca se olvidaría de aquello, aunque también conocía la obra de poetas y escritores de otros países de América Latina, también leía a escritores mexicanos y los estadounidenses, pero en especial los escritores chilenos le llamaban sumamente la atención, hecho que le hacía parecer provinciana y anodina en este sentido, pero se hacía esa acusación nada favorable para hacerse la graciosa. Tenía un gato al que llamaba Chichín. Éste era un gato siamés y como no estaba capado tenía unas dimensiones poco frecuentes en los gatos. Chichin era el rey de los gatos del vecindario, esto, su dueña, Araceli, lo desconocía, aunque le dejaba la puerta de la casa abierta para que saliera y se despejara, con tantísimo humo que había en la casa era bueno que le diera carta blanca para salir y entrar cuando quisiera, pues Araceli fumaba, y mucho además. Araceli estaba escribiendo su quinta novela para publicarla en una de las mejores editoriales del país, ella tenía un apartado de correos para recibir correspondencia y poder ella enviar decenas de cartas que enviaba a sus lectores, pues ésta contestaba todas las cartas de lectores y de críticos, contestaba incluso las malas críticas. Ella se podía permitir ese lujo, pues tenía un corazón a prueba de bomba, era dura y fría, aunque aparentara ser un ser adorable. Cierto día que fue al apartado de correos entre las cartas y paquetes con libros para que los leyera y reseñara encontró la carta de un lector nuevo, Luis se llamaba. Cuando Araceli llegó a su casa la primera carta que leyó fue la de Luis, llevaba mucho tiempo sola, demasiado, y a lo mejor el tal Luis era un pretendiente aparecido en una situación ideal para ella. Ya estaba harta de estar sola.

En la carta de Luis descubrió que era un señor de su misma edad con unos excelentes modales clásicos. También leyó que Luis no tenía pareja y además era una persona culta. A ella la impresionó bastante. Decidió escribirle directamente y preguntarle si tenía éste hijos, ya que Araceli era una persona un tanto celosa, ese siempre había sido su problema, y también, porqué no decirlo, su gran debilidad, le mandó la carta a Luis. Y pasaron las semanas, Araceli contestaba a las cartas, trabajaba en su quinta novela, y daba de comer al gato, y también cocinaba para ella. Ese día se levantó eufórica, pues iba a la estafeta de correos a ver el apartado de correo, y también de paso a ver si había contestado Luis. Llegó a correos y comprobó que éste le había contestado. En la carta Luis le decía, ya que no esperó a llegar ni a su casa, y Luis le informaba de que, en efecto, tenía un hijo de ocho años, ella quedó muy decepcionada, pero justo cuando llegó a su casa, pese a que supo que tenía hijos, le escribió una carta relatándole su día a día sin importarle lo más mínimo. Le envió la carta y se olvidó durante algunas semanas, ya había mandado también la novela, su quinta novela al editor. Se levantó esa mañana triste, y de repente sonó el timbre, estaba la puerta semi abierta por Chichin que merodeaba por la casa. Abrió la puerta mejor y se topó con un hombre guapísimo, éste le dijo: -Hola, soy Luis, es usted Araceli ¿verdad? Y ella contesta sí, aparentando poca sorpresa, y le dijo pase usted, y Luis entró a la casa. Éste empezó a estornudar, una y otra vez, y le dijo Luis sin haber intercambiado palabra alguna, ¿tiene usted gato? Y Araceli contestó: -Sí, tengo a Chichin desde hace años. Y de repente Luis salió despavorido de la casa y dijo: -Me voy, soy alérgico a los gatos. Araceli se quedó petrificada. Ella que no le puso trabas por tener un hijo, se dijo, en la vida me separaría de Chichin por muy guapo que sea ese hombre. Y grita: -Vaya usted con Dios, señor Luis, pero Chichin llegó primero. 

madres con hijas que son madres

A veces sin querer nos ampara la techumbre del matriarcado, sobre todo en mi familia, la figura del padre en mi familia es hacer las mismas labores que la madre, y esto no quita que la figura paterna carezca de lugar importante dentro del seno familiar. Pero hablando claro, las madres son las que parten el bacalao. No en todas las familias, pero es una cosa grande pertenecer a un matriarcado. En algunos lugares la mujer es hija y madre de hijas, normalmente son una institución como lo es una familia normal. Me refiero a la mujer y al hombre. A veces una madre soltera cuida, mima y ejerce de madre de una manera entrañable. Desde aquí abogo por una familia matriarcal, las madres están presentes de manera tan extrema que son el núcleo o el pilar de la familia. Estas madres suelen ser las que se buscan la vida para dar alimento a su plebe. Normalmente los maridos son una mera figura decorativa, ya que siempre andan bebidos y carecen de responsabilidades, dando toda la carga familiar a las mujeres. Pero éstas defienden a muerte las necesidades básicas de los hijos, dándoles estudios, vestimenta y alimentos, y cuando llegan los días festivos sus regalos según sea el día que haya que celebrar. Benditas mujeres nacidas de madres con las situaciones parecidas a las hijas. Son padre y madre, son cocineras de hijos exigentes, sin poder dejar la cocina. 

Capplannetta y el tabaco

Me encanta fumar, ya sé que es peligroso y que fumar mata, pero en la vida como también en la literatura no se entiende sin el tabaco. Al principio se convirtió en un hábito para reuniones sociales, luego hasta llegar a la postmodernidad ha alcanzado dimensiones más individualistas. Todo se lo debemos a Sir Walter Raleigh, que fue quien lo introdujo en toda Europa. Sir Walter Raleigh era el preferido de la reina, ya que era marino, escritor, político, corsario y cortesano inglés, y tenía una perspicaz inteligencia, como se fumaba en sociedad les retó a la reina y a los cortesanos que podía medir el peso del humo, los cortesanos se preguntaron de qué manera, y Sir Walter Raleigh cogió una balanza y puso en un lado de la balanza un cigarrillo entero, apuntó su peso, entonces se fumó el mismo cigarrillo que pesó cuidando de que toda la ceniza y la colilla (pucho) se pesaran en la balanza y apuntó su peso, luego lo restó con la cantidad que había anotado del cigarrillo entero y ese era el peso del humo: el resultado de dicha resta. También se han dado casos que literatos fumadores, en la novela La Colmena de Camilo José Cela se fuma muchísimo entre el grupo de escritores y poetas parroquianos del café. Roger Wolfe, el escritor hispano-británico es un gran admirador del tabaco, pero al final acabará siendo ilegal y tendremos que conseguir nicotina en el mercado negro, si no, ya verán al tiempo. 

Capplannetta y el hecho de bloguear

Como ustedes saben tengo un par de webs/blogs, y en ellas autoficciono mi vida particular, vamos, que hablo de mi vida privada. Podría hablar de otras cosas pero hoy día es muy cotidiano exponer su vida o su arte, según sea lo que se quiera exponer. Odio la palabra exhibicionismo, lleva una connotación como de exhibicionista y no me gusta, además que no es eso lo que hago. Cada vez existe más gente que se expone de manera normal y la gente entra en su intimidad como si entraran los vecinos aquí a mi sala de estar. ¿Se vulnera la intimidad o somos nosotros quienes lo hacemos posible? En toda literatura cuando un escritor nos narra una historia nos cuenta detalles de su vida privada, autobiográficos, otros lo llaman autoficción a lo de mezclar ficción y realidad, pero el maestro por antonomasia es Truman Capote y su literatura realista, como en un cuadro de Hopper. La realidad es como un poliedro de perspectivas que todas definen al autor, o en el otro extremo, en ninguna de ellas. En Instagram se publican conversaciones, incluso se recita poesía en directo, y todos se exponen. Internet a cambiado el concepto de intimidad que antes sí teníamos de otra manera, eso es cierto, pero se ha virtualizado nuestra rutina y eso es porque la gente está muy sola, la gente está alienada cada uno en su frontera particular. 

Capplannetta y su despertar

No sé decir a qué hora me voy a dormir ni tampoco la hora que me voy a poner en pie. Los existencialistas llamarían al despertar como la primera náusea del día, aunque yo no, para mí despertar es comprobar que sigo vivo y lo primero que hago es ir al baño (imagínense), a veces incluso a vomitar, pero me lavo las manos y la cara, me bebo mi primer café y ya comienzo a ser persona. Me fumo un primer cigarrillo y me pongo algo de música (el tipo de música varía en cómo y de qué manera tenga el ánimo), a veces me pongo flamenco, otras, me pongo algo de pop rock, pero siempre en español, tengo que entender lo que escucho, otras veces pruebo con el silencio, a veces es lo mejor. A veces me despierto temprano, y otras, según a la hora que me acueste, me suelo despertar tarde. Me tomo un vaso de leche de vaca semi desnatada y también un gran vaso de leche de soja. Suelo ver el correo electrónico y las noticias de Twitter. Una vida de lo más normal, ya que no soy una persona complicada. Soy la mar de sencillete. Después llamo a mis padres antes que ellos me llamen a mí, pues se preocupan si me demoro. Me encanta asomarme al balcón y que el cielo sigue azul, y que ya empieza a haber gente en la calle, esto me consuela bastante, porque significa que hemos hecho las cosas bien. Yo no suelo patalear como otros ni darme ínfulas de nada, con tener café, y gracias a mis padres, comida diaria no necesito de grandes maravillas para estar bien, y que conste que no digo feliz, la felicidad es muy relativa. No confío de la gente feliz, ocultan algo. 

Haga el favor de cuidarse, señor Martínez

Mucho se ha hablado y se llegará a hablar del bueno del señor Martínez. Escribe canciones porteando endorfinas, es un gran lector el señor Martínez, orgulloso de tantos amigos ilustres que tiene su ilustrísima voz de carajillo, orgulloso de su primera edición del Ulises de Joyce, quizá muchos le envidien, quizá muchos le den la paliza, pero por lo que más debieran envidiarle es por lucir de talento bocachancla, conocido por el insigne señor Martínez con el nombre de composición redonda y no la de una o redondeada, aunque ésta composición redonda no sea más que la punta del iceberg, pues al señor Martínez le suenan las haches; ya hoy desprovisto de vicios como representación en la que especular pesares, anécdotas y turbulencias, te sacudes el polvo de ángel promiscuo, y las cenizas de demonio bocazas en las cavernas profundas de mi sed de palabra musitada, quizá estés en las alturas como poeta de parnasos laureado cientos de veces por tu público, pero ahora comprendo tu miedo escénico, de veras que sí, ¿quién no teme a las grandes masas de gente? Eres un mito viviente, éxito en México, éxito en Perú y éxito en Argentina, tienes talento, luego de tu porte de figurilla de futbolín, de guisa de Pepe Cuervo o poeta malandrín, ¿sabe su excelencia a quién hay que matar? No se ría usted así, señor Martínez, que en la de hoy vamos a perder los alamares, y perderemos también la vergüenza, si esta tuvo cabida en el diccionario de su exquisita pluma donde hacía brebajes de sus bambollas en esa revista llamada Interviu, haga usted el favor de cuidarse, la Salud es lo primero. Cuídese señor Martínez, tenga cuidado de no tropezar. Existe un público que no tiene precio que usted lo entristezca con su ausencia. Luzca su sombrero bombín, tiene cierto parecido con un chupachups y debe de cuidar más sus formas y no meterse en camisas de once varas, repito, cuídese señor Martínez. 

Capplannetta y la cosa sentimental

Después de haber hecho locuras por amor comprendo de que es hora que siente la cabeza. Una mujer puede hacer caer a un hombre en la precariedad sentimental más absoluta. No busco a una madre, ya tengo a la mía. No busco sexo por sexo, aunque tengo la experiencia de que una mujer lo necesita más que un hombre. Yo me casé con una sudamericana, crucé catorce horas de pesado avión, me casé solo. ¿Y de qué me sirvió? Al final todo resulta un absurdo de intereses creados. Intereses tanto por una parte como por la otra. Tengo amigos que están casados con sudamericanas y se casaron y se conocieron aquí, han cimentado una familia y viven en paz y felices. A veces el sacrificio no es valorado por ambas partes, todos somos unos egoístas que buscamos tener todo de nuestra parte sin pensar en las necesidades de la otra parte. Es de cajón decir que a partir de este nuevo siglo los matrimonios serán cada vez más mixtos. La globalización es lo que tiene, se convierte todo en una mezcolanza de costumbres y comidas de distintos países. Ahora estoy bien solo, hago lo que quiero y a la hora que quiero, por eso amar en tiempos de Internet tendrá tanto éxito para la gente tímida, yo conocí a mi ex por Internet y todo ha sido como un sueño que tuve la otra noche, a veces me invaden las sombras pero tengo la conciencia tranquila.

Capplannetta is of Mamicap

Una vez me acusaron de ser una especie de llavero para la gente, aunque me encanta ser parte de un engranaje de un mañana que nadie sabe. Como la canción de The Beatles, la canción es Tomorrow Never Knows, y tiene una excelente filosofía además de ser una estupenda canción. Gracias a que nadie conoce el mañana, ni los profetas ni los echadores de cartas, sólo Dios sabe cuál es el destino que nos tiene preparados. Me encanta que la gente me vea como alguien cercano, alguien próximo, aunque la verdad es que estoy alejado del mundo. A veces me pregunto: -¿Qué habré yo visto u oído para tener tanto miedo en este cuerpo mío? Pues no sé, pero a veces la bestia somos nosotros mismos, siempre le he temido más a mi propia conciencia que a mis semejantes. No tengo porqué culpar a la gente de algo que no hay pruebas evidentes. Pero a mí me han matado como un pájaro muertecico. Hace poco me llamó mi madre por teléfono para saber de mí y yo en ese momento dormía, y le reproché que me había despertado, pues bien, el día que ella me falte lo voy a echar de menos, a ciencia cierta lo sé. Digo esto ahora que está ahora viva, el día que me falte me voy a acordar tanto de mis padres… aunque algunas veces discrepe con ellos yo sé que los voy a extrañar.