perder la esperanza

Hace ya bastante tiempo que no me dirigía a este diario o bitácora personal. Hacía tiempo ya que no le hablaba a la Red desde esta tribuna que se me ofrece. He querido hoy dirijirme a ustedes para anunciarles de que he perdido la esperanza. He perdido la esperanza por que cada vez me encuentro más pesimista con lo que al mundo y a mí como persona se refiere. No veo futuro para la humanidad. Cosa dicha ya por mucha gente, mucho antes que yo, cosa que es tan vieja como lo es la humanidad a la cual me dirijo. El mundo se está convirtiendo en esa mezquina tragedia donde la cola se muerde la Pepsi-cola, o en donde la Coca-cola se muerde la pescadilla. Digo esto de esta manera por que es así. Esa chispa de la vida, la cual predican las marcas, esa sensación de vivir, eso que llaman sociedad del bienestar es algo falso y sin ningún fundamento. No tienes nada más que salir a la calle y comprobarlo por ti mismo. La chispa de la vida yo la llamaría hilo, hilo que se pierde muchas veces solamente oyendo tonterías. Tonterías de la gente para ocultar el problema profundo, el hueso de la chicha. Ese hueso o ese problema profundo no cambiará por mucho que insistan los ingenuos, los ignorantes, los inocentes. No, no cambiará. No cambiará por que el hombre ya ha entrado en una dinámica tradicionalista de la hipocresía y el cinismo. Se mean muchos en la sopa de los pobres. Poco les importa cómo esté fulano y mengano. Pero esto que digo está tantas veces dicho ya, por mí y por otros, que lo encuentro como topicazo, lo encuentro como el llover sobre mojado. La literatura no puede salvar el mundo, no, por que solamente leen los que no tienen más remedio que encerrarse en casa con la literatura de compañera peregrina. Lo que pudiera cambiar el mundo es la televisión, y no tienes nada más que encender la televisión para ver lo mal que está ese mundo. La ignorancia está contaminada de envidia, la incompresión es el mal de muchos para el consuelo de tontos, el consuelo de pocos es el consuelo de nadies. Y así seguimos girando. Bajo ignominiosas prisas y puntapiés bajo mesas, de codazos que avisan de la desigualdad bajo el fango, de brujas maquilladas en espejos de coche con el rabillo del ojo en el prójimo más débil. Ya lo decía Federico: Este es el mundo amigo mío, este es.