Porque puedo

Sin ser presuntuoso o egocéntrico puedo decir sin ninguna duda al respecto que soy artista. Soy artista porque puedo. Conozco la gran verdad. Conozco secretos que me llevaré a la tumba. Pero esta vida de artista mía es las veinticuatro horas del día, los 365 días del año. No pretendo bajo ningún concepto ser pretencioso y ser como esos cantautores que se creen en posesión absoluta de la verdad. Escribo, hago mixturas y elaboro vídeos con esas mixturas. La vida es una mezcla hoy y en el futuro. Lo que más adoro de esta vertiente mía es que me sirve como terapia positiva. Porque puedo. No es mío el atribuirme el hecho de opinar si es bueno mi trabajo o es malo. Eso tiene que hacerlo la gente, el público, el respetable, mediante su criterio o sensibilidad artística. Me gusta el trabajo bien hecho. Y mi fuente de materias primas está constituida de píxeles a veces y otras de papel, materia que consigo por internet. Alto, esto no quiere decir que use internet o la IA como medio de escritura o de mixturero. Utilizo mi criterio, mi sensibilidad y escribo desde la fuente del saber que es la lectura. Podría decir la LECTURA en mayúsculas. Este mundo de artistas y poetas está lleno de envidias salvo excepciones. Me inspiro también en el cine. Más bien y con más asiduidad en la música. Por ejemplo, en el flamenco, que lo considero un medio de flamencomunicación, he aprendido mucho frente a la gran verdad. Me gusta inventar nuevas directrices, soy apropiacionista, pero sin que se perciba, vamos, que no se note. Ya no porque tenga medios a mi alcance, sino porque puedo. Y no me refiero a la tecnología, me refiero al acto de crear. A asombrara mi manada con el arte en las cavernas y sacarlos del mal del tedio. Porque puedo.

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