
En primer lugar diré que la autoficción es un asco. Yo he escrito demasiado sobre experiencias, me he desnudado, he hecho concesiones varias. Y me he equivocado. Se puede dar una opinión personal, se puede escribir una anécdota, se puede hablar de algo que te atañe. Lo que no se debe contar es nunca intimidades. Ni siquiera a un amigo una noche de copas. Alguien dijo lo que no quieras que sepa nadie no se lo cuentes a nadie. Muchos, escriben sobre la vida de otros, y la suya la dejan entrever como un merodeo con el abrigo puesto en pleno verano. Buscan vender sobre la vida de otros son como pequeños escritores/as parásitos en hombros de gigantes. Se debe tener valentía. Al hablar de ti mismo no se debe ser cínico y sí un poco valiente. Pero eso solo los locos lo hacemos de vez en cuando. Ahora voy a optar por la ficción absoluta. La realidad es poco interesante. Y si no escribo ficción prefiero no escribir. Ya he contado demasiado sobre mi vida personal, con tintes de ficción. Pero la realidad al fin y al cabo. La verdad, es que voy a dejar de escribir tanto en esta bitácora y dedicarme más a la lectura. Cuando escribes realidad no hables sobre ti, tampoco de los demás. Intenta imaginar desde la verosimilitud. Pues escribir sobre los demás es otorgar morbo a quien te lo puede recordar en un futuro en frío como una venganza. El caso es que el realismo mágico, incluso, el realismo sucio, mucha gente lo interpreta y les divierte. Es divertido. Pero la realidad, por ejemplo, de Truman Capote es una realidad maquillada pues lo único que es repugnante aunque sea bueno es en A sangre fría. Y eso no es honestidad. Lo que es honesto es escribir buenas historias desde una base real. Y si escribes ensayo o micro ensayo no te pases con el culturalismo, ni hablar chino. No es de ser más culto o menos. Es cuestión de que no se aburran los lectores. Así que me declaro insolvente de autoficción. Se puede imaginar mundos que pueden ser reales. Pero la realidad necesita su sobredosis de ficción. Es lo que creo ahora. Antes no lo veía así. Pero de los errores se aprende. Escriban lo que quieran. Pudor literario, y no furor uterino.