Capplannetta dice los que saben

No tengo ganas ni mayores ni menores de andar por el cuento o la prosa como gata en el tejado de zinc caliente. Dicen los que saben que Faulkner odiaba hablar de literatura, dicen los que cuentan que Pio Baroja, apunto de morir, recibió una visita de Ernest Hemingway, al parecer le regaló un par de calcetines de lana y una botella de güisqui. Me imagino a Don Pío sudando con esos calcetines la gota gorda y con tremenda borrachera por el güisqui. Don Pío era un hombre parco, aunque dicen los que cuentan que  era un misántropo. Puede ser, pero ese hombre era uno de los mejores escritores de su generación, lo dicen los que saben. No comparto con Truman Capote que Hemingway no era honesto. A mí me parece que era un hombre que viajó, leyó y escribió pues supo mantener el tipo hasta en Pamplona. Dicen los que cuentan que Truman Capote tenía una memoria prodigiosa, lo dicen los que cuentan como Enrique Vila-Matas y sobre otros también habló Paul Auster. Lo dicen los que cuentan. Jim Morrison era alcohólico, pero también un excelente poeta modernista. Pero fue breve su obra, aunque también fuese buen poeta Alan Ginsberg. Su aullido, dicen los que saben, que era un poema tan bueno como el poema extenso cuando Oscar Wilde lo metieron en la cárcel. Entre rejas también estuvo Reinaldo Arenas y no tomó jamás la Magdalena de Proust. Dicen los que cuentan que Federico, Capote, y Reinaldo eran la sal de la vida en las fiestas. Dicen los que cuentan que Gloria Fuertes fue víctima de tortura por la dictadura. Nadie dejó, dicen los que saben, tan brillantemente lo que significa tener una habitación propia como Virginia Woolf. Cuentan los  que dicen saber. 

Capplannetta une verbos con adjetivos

Escribir es un hábito de los que no puedes desengancharte fácilmente. Primero empiezas a escribir poemas automáticos, digamos surrealistas, después te das cuenta mientras lees que debes ser más coherente. Dentro de esa coherencia descubres las metáforas, descubres las imágenes, y te percatas de que a tu poesía le falta poesía. La poesía verdadera es aquella que te hace soñar despierto multitudes de vapor, naturaleza gaseosa, y un monstruo que se esfuma con un tremendo pavor a esconderse en un trastero. Hay poesía delicada, hay poesía varonil, feminista, pero lo mejor en poesía es aquella poesía que vale para niños grandes que sueñan en cópulas de nubes. Mi editor Pablo Méndez conoció a Gloria Fuertes, y le ha publicado textos. A mí, Gloria, no sólo desde niño me gusta cuando la veía en la televisión, también cuando escribía versos que comprendía ya de mayor. Pero valoro mucho su poesía infantil, precio que tuvo que pagar caro. Pero hay muchos poetas que quieren perdurar, y no creo como Roberto Bolaño decía, que eran tontos. Y no es que quieran perdurar, quieren simplemente tener cierto reconocimiento como escritor o poeta. Lo que sí es una tontería querer cambiar el mundo. El mundo es un lugar con miles de siglos a sus espaldas. El mundo acabará si siguen las personas maltratándolo, pero cambiar el mundo es imposible. Yo sólo pretendo unir verbos a adjetivos, hablar de vidas mundanales, y otras con cierto atractivo. Pero historias hay por descubrir una infinidad. Si te gusta soñar a una edad adulta tienes ficción, si te complace la no-ficción tienes ensayo, autoficción y literatura realista. Todo aquello que pueda interesarte está en los libros. Entre libros eres poderoso, eres un ser con conocimiento, pero si además escribes, desde la nada creas. 

Capplannetta y sus proyectos futuros

Un hombre sin proyectos es un hombre que no sabe dónde ir ni tampoco donde va a llegar. Yo sé qué camino tomar, pero donde llegar es un misterio que nadie sabe. Proyectos me refiero a la escritura. Uno al menos lo tengo casi acabado, aunque prefiero no halar de ninguno de ellos. Es adelantarme a una cosa que debo dejar escondida como los gusanos de seda en los que en su momento ya hablé. Lo que sí tengo claro es seguir postureo en estos blogs que son un bálsamo a la rutina y al tedio. Aunque no me aburra solo, al hablar ahora de escritos futuros sería empezar mi libro antes de escribirlo. Como el poema de José María Fonollosa Puedo empezar mi libro, recomiendo que lo escuchen en las plataformas de música, es el primer tema del disco de Albert Pla Supone Fonollosa y es excelente, no solo por la idea, sino por lo bien recitado que está. Yo he conocido rapsodas que recitan bien, otros no tanto, yo recito pésimamente mal. Antes, cuando estaba más delgado y estaba aún más loco, recitaba mejor, pero el tiempo me ha dejado con tanto miedo escénico que ahora me resulta casi imposible hablar en público. No, no quiero hablar de mi enfermedad psiquiátrica, pero en parte es por eso. He visto en el Nuevo Ateneo online a verdaderos rapsodas eficientes y con gracia. El que más me gustó es un poeta de Bilbao. Es divertido y un buen señuelo para reclamo en la venta de sus libros. En mi caso, yo me vuelvo torpón y no doy pie con bola. También llegué a conocer a Lluis Ricart Riu, un hombre con muchas tablas, generoso y muy perspicaz, recitaba tan bien… Lluis te echo de menos. 

Capplannetta y las negativas editoriales

Comparo a las editoriales españolas como San Pedros a las puertas del cielo diciendo quienes entran y quienes no al parnaso de oro y marfil de los escritores. En mi colección tengo, al menos, cincuenta y tantas negaciones de editoriales. Las comparo con San Pedro también porque antes de que cante el gallo te niegan las veces que haga falta. No. No soy Jesús Cristo, ni me creo endiosado. Los mesías son ahora gurús, trasformados en editores y editados, ocupan las dos plazas del mundo editor. La de editor y la de publicado.  Luego está el hecho de que entres por el ojo de aguja de los agentes literarios. Los agentes literarios buenos (te dicen) que ya tienen su cartera de clientes de por vida, a los que llaman amigos, en plan colegueo, y no dudan en hacer contigo una Estrella del mundo literario, hasta que la mala prensa lo quiera. No diré nombres. Aunque escritores/as que estaban en el zenit de lo que se considera un escritor de mercado, estén ahora haciendo el majadero por las redes sociales. La literatura da muchas negativas, primero te dicen que no a la vez que vas depurando el estilo, y a la vez siendo más pulcro. Pero conozco gente que es paciente y le gusta, primero, dejar su obra casi perfecta, se hacen puntillosos, y muchos empezamos con editoriales pequeñas, algunas veces dando el gran salto. Otras veces te estrellas. A mí lo que me resulta más tedioso es encontrar editor. Unos te piden dinero, los escritores profesionales son los que piden el anticipo. Escritores hay que vale la pena leer aunque otros se desinfle su obra como un globo, demasiado marketing y poco fuelle. Lo mejor que se puede hacer es lo que he dejado entrever antes. Aprender, sobre todo, a escribir bien. Luego, después de haber sembrado, recoges la cosecha. Se es muy ingenuo cuando uno empieza a escribir, tal vez todavía lo sea, lo importante es que no te se suba el ego a la cabeza. Se debe ser humilde, pero no caer en la falsa humildad. Escribir bien es un adelanto, pero escribir mejor es una especie de flagelación, esto dijo Truman Capote. Yo lo suscribo. Ahora estoy en posición de disfrutar leyendo, luego mejoraré escribiendo, y no sé, no se debe ser soberbio. Es como tener los pies en el barro. Ser parte de la tierra pero sin ser presuntuoso. Tampoco simple. 

Capplannetta y la plaga de escritores

No sé porqué razón hay tantos escritores en el mundo, buenos y malos, todos raritos, unos con gato, otros con perro. Escritoras las hay muy buenas, algunas están muy buenas. Hay más libros que escritores, pero si equiparamos los libros malos junto a escritores malos, y le añadimos libros buenos de escritores buenos, sería y es algo infinito. Es imposible leerse todos los libros buenos, imagínense los malos. Un albañil tiene un problema económico y la mujer lo deja llevándose a los niños, y existe el dato de que cada 40% de los que se separan de su mujer se tiran a la poesía. Otros se tiran a la bebida, pero los hay quienes beben y escriben. Poetas hay a millones. Te los encuentras por Madrid, otros por Barcelona, por todas partes, incluso en Zamora. Ser un poeta que rima te lleva a controlar la rima casi quince años, cuando ya la dominas, o la tienes controlada, viene un erudito poeta y te dice que la rima es cacofónica. Entonces decides dejar la escritura. Y mientras tanto, conoces a una chica que te dice que le gustan tus poemas, y le preguntas: -¿no te parecen cacofónicos? Y ella te responde: -Para nada, me gusta que rimen. Entonces se unen las ganas de follar con el hecho de rimar, y rima tras rima, te haces empalagoso, con metáforas dulzonas y sin ningún interés. Otros se tiran a la poética de poesía con palabras desconocidas, allí donde encuentran una palabra en desuso hay un poema fijo. Este tipo de poetas no es que sean herméticos, son también unos pincha uvas. Mejor ser sensatos y escribir por afición, y no llegar a ser un escritor aficionado y dártelas de escritor distinguido. Para distinciones ya están los poetastros.

Capplannetta y el algoritmo como adn

Los árabes nos mostraron la astronomía, la física, las matemáticas y la arquitectura desde tiempos remotos. Después de los árabes remontamos hacia el Siglo de Oro. Sin los astrólogos árabes hubiera sido difícil conocer América, poner un pie en la luna, o conocer y poner nombre a nuestra galaxia. Hombres como Abdul Rahman al-Sufí fueron cruciales en el descubrimiento de la galaxia. Mohamed Ibn Musa-Al- Khwarizni desarrolló su obra matemática Al-Yebr-Mugabata donde se daba conocimiento del primer algoritmo que se conoce hasta hoy, y eso fue en el siglo IX. Este hombre que era matemático y astrónomo fue el primero en crear un algoritmo para hacer ecuaciones de primero y segundo grado. 

Cuando empecé en esto de Internet no existían apenas las cábalas del algoritmo. Ahora, en todos los lugares donde he pasado, hay un algoritmo que bien me conoce, o me conoce un poco. Según lo que busque, también según sea lo que publique, me conoce como yo conozco mi rutina. Sabe cómo es mi cuerpo, sabe de mis complejos, de mis gustos, y me persigue como un procesador de datos conoce mis formas de comunicarme. Hay algoritmos en todo lo que uso, no diré nada al respecto, pero él lo sabe, vaya si lo sabe. Me hace sugerencias, conoce mi cuerpo, hay algoritmos que saben de mis frustraciones, también hay algoritmos que yo sin saberlo han cocinado para mí el mejor de los manjares. Inteligencia digital lo llaman. Mi hermano es músico, y sin el saberlo hay tras sus creaciones musicales toda una fórmula de matemáticos signos y números, como un ADN ensamblado en un tubo de ensayo. Física de los neutrones, y los cúbits, potenciales códigos HTML y un JavaScript preciso son las cosas que pone ante mí sin descifrarlo todo lo que soy. Teoremas, cábalas, fórmulas y computaciones creadas por un microprocesador. Cibernética esperanza, es la ley de los bits y los algoritmos, es la tregua que otorga la Inteligencia Artificial. Ya no hay yugos entre este mundo pangeista. Pangea nunca estuvo tan próxima como siglos atrás en el infinito de las cosas mastodontes. La religión ha tomado el sentido del azar, y el azar es el ordenador real del tiempo. El azar pone en su momento todas las cosas en su sitio. Es un organizador. Es un reloj suizo con la complejidad de un código abierto visible para un programador, aunque imperceptible para muchos. Llevadme en cenizas a un oquedal hermoso. Nada nuevo bajo el sol, te lo dirá un algoritmo. 

Capplannetta extraña la prisa vegetal de los jardines

Un día que yo pernoctaba, por la cara exterior de los jardines, vi águilas junto a caballos, vi botánica pura entre las entrañas del hombre, y vi la luna, luminosa y bella, astros que comenzaban en la aurora, y una prisa en todos ellos, que no ha de ser verdad del cielo todavía. Cuando Adán nacía desde el barro hacia las espigas, cuando Adán era soledad y un nudo desnudo que lo intuía, cuando Adán era épico sin lograr ninguna batalla, mientras dormía, qué sabrá el mundo cuando Adán dormía. Nació toda Ella, la Venus desde una costilla que fue engarzada por los manzanos, que fue calma, y por ello todas las cosas. En el lugar preciso y a la misma hora, nacía Eva de labios violeta y pezones negros de mundo. Un mundo que se evoca entre multitudes, lugares vegetales donde el día es noche. Entre los frutos del hombre se prohíbe lo que más misterio pretende. Amor, Adán, amor, de tu costilla soy fruto, confía en mí pues soy carne de tu carne, se hizo la noche en el paraíso y se fue la prisa vegetal de los jardines de Eva. Se hizo pedregal el paraíso, lamentable del oprobio de Eva sin saberlo Adán que pecaría la vida eterna. Te lo advirtieron, pero el fruto del amor tendrás que sudarlo, con el sudor de tu frente. Preámbulo menor de las estirpes y las razas. Pudo Adán por despecho culpar a Eva, pero la fuente del amor es un fruto que al primer bocado se ríe, una serpiente todavía no es digna de miedos. Los miedos empezaron tras el manzano prohibido, prohibidas hay mil cosas, Dios no es quien nos delata.

Capplannetta, ebook, podcast y audiolibro

Estamos en una era confusa igual que considerada como era del mínimo esfuerzo, todo gracias a la inteligencia artificial, aunque algunos de nosotros prefiramos cosas pasadas como la lectura de un libro en formato papel, pero el tema del ebook no repercute en la esencia de lo que es la lectura. Aunque ahora aparecen modalidades de uso como el audiolibro o el podcast. En el podcast es interesante la propuesta, sobre todo en casos como los ensayos sonoros Solaris. Ahora han finalizado la tercera temporada con su corresponsal en el presente, llamado Jorge Carrión, busquen en spotify, y en otros lugares. Aunque sí lo que buscamos escuchar historias o conferencias tenemos la oportunidad del audiolibro. El audiolibro es una nueva manera de aficionarse, siempre y cuando, sea una conferencia, que justamente ahora podemos escuchar gracias a los algoritmos creativos. Con una voz igual o similar a la del protagonista de dicha alocución. En spotify y en otras plataformas pueden encontrar podcast interesantes. Ahora la cultura del ocio se ha especializado en que no nos movamos del sofá, al igual de que no nos calentemos demasiado la cabeza. Estamos adentrándonos en una revolución. 

Prosimetrum noctámbulo

Nadie me da a mí la razón porque mi razón no se da, me la quitan por ser mejor que proteger una barbaridad. Hubo otros antes que yo que les dieron arena y cal por no otorgar palabra peor que un puñado de herida en sal, yo pierdo la plena razón por no manchar a la gran verdad, nadie es santo de mi devoción en esta guerra de opaco cristal. Nadie hay mejor que yo tampoco los hay peores, ni los habrá, es la sangre que el corazón bombea como un big Bang. Poco importa al oír mi voz, nada importa sin serenidad, rayo de fuego es del sol lo que nos negamos para ser paz. He visto amor y color en una miscelánea inmortal, he visto desmayo y traición y de cada cosa, de todo un par. A flores saben los cielos de Dios que son desnudos ante la bondad, he visto tragar por perdón puñaladas breves en media mitad, he saboreado donde hubo sabor, he comido con mis dientes el pan, he oído el miedo desde un tambor, he pedido a gritos piedad. Volteretas he dado al amor cuando amado he sido al gozar, he visto horizontes de vapor en la inmensa y amarga pleamar, he visto borrachos brindis de alcohol y noches de rutinas con gas. 

Capplannetta y el pudor

Me aconsejan de que escriba, que escriba mis pesadumbres, mis desmayos y ansiedades, mis malos momentos. Pero yo creo que escribir sobre las cosas malas que te ocurren te hacen vulnerable. Quizá sea porque nos buscamos los unos a los otros las zonas erógenas, las zonas sensibles, las zonas peligrosas. Y puede parecer cobardía por mi parte, pero prefiero escribir de todo lo bueno, y a ser preferible una verdad. Porque las verdades te hacen vulnerable, pero perder la credibilidad es una condena segura hacia el ostracismo. Yo prefiero contar cosas reales, aunque todo tenga un límite. Existen cosas que se pueden contar a todo el mundo, otras  cosas son para contarlas a amigos o familiares, pero hay ciertas cosas que es mejor no contar a nadie. Yo, sobre esas cosas que escribo, guardo cierto recelo referente al pudor, pero prefiero dejarlas en un cajón bajo llave, y sacarlas nunca, porque son material sensible. Me gusta hablar de cosas interesantes, y puede que algunas muestre incoherencia, ignorancia o inocencia, pero las cosas íntimas que cuentes pueden llegar a ser una soga con la que ahorcarte. Hablar se puede hablar de todo, pero hay ciertas cosas que sólo tienen un lugar secreto en nuestra intimidad. Por que son secretos del corazón. Al corazón hay que cuidarlo, y se cuida con el filtro del criterio. No todo vale, incluso el mejor lector te lo agradece. Para contar miserias ya está la televisión basura. Esta manera de hacer preferencias sobre lo que escribas es algo muy importante. Se puede contar aquello que conecta con el lector, lo demás es morralla que debe quedar en la discreción con cierto pudor.