Cibernético consumista

Ahora mientras veo la tele la acompaño con mi Mac, y en el Mac escucho música y mientras tanto estoy conectado en Facebook, Youtube, y leo algún periódico digital que otro, está claro que ahora la tele es un ingrediente y no el único aliciente. Le diría a muchos que dejen su empeño y su semblanza como Enjuto Mojamuto y hagan oídos sordos a aquellos que presumen de vivir la vida a través del Facebook, presumen por que su vida es todo lo contrario de lo que intentan aparentar. Ha nacido un nuevo hombre, el hombre cibernético consumista.

Trasparencias

En la trasparencia de mi sino de luna hay una perpetuidad que no afirma ninguna, las cosas son como la mar monstruosa, nada traga la mar si no es de ella, bajo el abril desnudo de mis treinta años hay una mirada que no devuelve espejos, los pétalos de mi flor cubierta son ensimismados y con apetito de misterio opaco, río quieto de mi juventud, trasparencia de quien no conoce, rosa ultravioleta que nace como un picor vicioso, primavera que disfraza la oportunidad en belleza, amo la vida de cualquier manera, pero huyo del hospital y del duelo prematuro, huyo de la saciedad por que mañana quiero seguir probando.

No me encontraron

Esta madrugada te llevaron con dos banderilleros y un maestro cojo y te fusilaron. Todo el mundo lo sabe, lo saben desde aquí hasta donde conocen de tu leyenda negra, pero pocos han reparado en una cosa, Federico ¿Dónde está tu voz? ¿Por qué no existe ningún registro de tu voz en ningún soporte sonoro? Solamente existe una frase lapidaria en tu poemario de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, la frase es: No, no me encontraron. Y esa es la verdad, eres el símbolo más famoso, la cara famosa de nuestra guerra (in) Civil, y solo queda ese rastro de ti, solamente sabemos ahora ese presente de ti, de que no te encontraron, ni a ti ni a muchos muertos de esa guerra, pero, ¿y tu voz? Ese es el enigma más grande que sin quererlo, supongo, dejaste.

Introducción al collage

De pequeño jugaba boca abajo, siempre boca abajo con los cromos de mis primas y con otros juguetes. Ustedes los recordarán, ¿se acuerdan de aquellos cromos con una estampa a un lado y por detrás eran blancos? Las chicas, mis primas, les daban una palmada con las manos y si se daban la vuelta ganaban y si se quedaban en blanco la cosa quedaba como había empezado. Recuerdo que aquellos cromos contenían estampados de niños y niñas a lo vintage, como también adornos infantiles naif, o algunos tenían imágenes de animales y otras cosas, ahí empecé a hacer mis primeros collages. Mis sueños de pegatina y efervescencia cobraban forma física y mucho después yo los retomaría sin sospecharlo apenas. Pues bien, estos son algunos resultados en este presente tardío.

Mujeres

Mira que me gustan las mujeres, son la alegría en cualquier cosa, tienen la gracia de la Madonna fecunda y compasiva, las mujeres son las flores de la primavera eterna, sus risas de color explosivo, sus mañas y sus quehaceres, cuando se entregan enteras a la cópula encendida, cuando en la guerra lloran la negritud de los hombres, mujeres, abalorios para el hombre como compañeras que nos acompañan solares y sencillas, mujeres que juntas critican y lavan su honra, mujeres que con el corazón abierto sonríen y se lucen vestidas con sus trapos bellos, mujeres de Texas, mujeres de Sevilla, mujeres de Almería, de Lérida y Barcelona, mujeres de ningún lugar y al mismo tiempo diosas del universo entero, yo, un hombre normal, con sus defectos y sus virtudes, como cualquier ser que camina, las quiero a todas como un ramillete variado de vegetal gracia, mujeres que cuidáis de vuestros hijos y sois cómplices del hijo más especial y complicado, o quizá os entregáis al débil y al abstraído, o al conflictivo y o el enamoradizo, mujeres que guardáis vuestro refajo en el sobaco, vuestro día a día es una lucha que cruzáis solas, mujeres compañeras del hombre simple y niño, hombre hormonal e imposible, atendéis al machismo con una mano metida en vuestro pecho caliente, mujeres que servís y que poco a poco os libráis del machismo decimonónico, mujeres que pasáis como una aguja las ropas negras en verano, mujeres con las llagas partidas de sufrimiento, mujeres que os abrís de piernas para dar y para entregaos, sois mujeres, mujeres, costilla con alma en todo un firmamento de constelaciones enormes, gigantes, dolor quemado y pulpa de la alegría, mujeres prohibidas y a la vez cercanas, como el olor de las cocinas, contenidas y a la vez lejanas, como lo que se ignora.