
Cuando mis padres se casaron mi madre fue caminando del brazo de mi abuelo. No sé porqué motivo o razón mi madre lloraba. Estaba tan guapa con su vestido de gasa blanco impoluto que lo único que empañaba su belleza eran sus lágrimas. Nadie sabe por qué motivo lloraba. Aunque yo lo intuyo. Quizá llorara por el futuro que le esperaba predestinada a tener un hijo problemático. Me causa cierto dolor verla llorar en ese camino a pie desde la casa de sus padres hasta la Iglesia, que no estaba demasiado lejos. Grabaron una película en súper 8mm y yo cuando veo la cinta que pasaron a VHS también lloro. Mi madre me dice que yo no tengo nada que ver en esas lágrimas de mi madre camino de la Iglesia. Pero yo no creo que eso fuese así. Las personas somos como criaturas predestinadas a un mundo que nos parece raro al principio, pero después todo encaja. Y el azar o la providencia hacen de excelente ordenador. Mis padres me regañan porque dicen que me culpo de todo, o casi todo aquello que linda con las leyes de la metafísica que nadie comprende del todo. Las bodas de mi madre con mi padre fueron después de un noviazgo largo. Quizá no se atreviera (mi madre) a dar ese paso tan importante en la vida de ambos. Yo guardo un recuerdo de niño que lo tengo grabado a fuego como un hierro candente.
Recuerdo a mi tío meterse en un pequeño jardín que había como isleta al principio de la calle donde viven mis padres. Recuerdo que era un jardín bien cuidado con un olivo. Mi tío, ante el enfado de mi madre con mi padre al dejarle el coche, recuerdo que se excusó diciendo que se le había caído una colilla encendida debajo de la camisa, ya que era verano, y eso provocó que se metiera en el jardincito. Pero ahora, conociendo como conozco a ambas partes comprendí que mi tío, ya fallecido, iba bebido. Al parecer, me contó mi tío que se encontró a mi padre en la discoteca (que ya no existe) llamada Dragón Rojo. Al parecer mi padre le prestó el coche. Y mi tío cuando regresaba a devolvérselo se metió en el jardín con el SEAT 127 recién comprado. Mi padre al comienzo de su matrimonio no era tan responsable como lo es ahora. Esperó a que yo y mi hermano tuviésemos conocimiento de las cosas de nuestros padres. Era joven y crápula. Normal. Quizá mi madre lloraba por eso cuando se casó. Mi padre es una persona muy inteligente y con un gran corazón. Se fía de todo el mundo. Yo lo admiro, aunque fuera un golfo los primeros años de su matrimonio. También he sido yo de la misma manera, pero mi matrimonio acabó en divorcio. Es algo que ya tengo superado pero recuerdo aquella escena, mi hermano era un bebé raquítico, por cierto.