Capplannetta sinceramente

Debido a mis circunstancias personales he decidido no bajar la guardia y expresarme con total libertad sobre mi enfermedad mental. Mucha gente hay que desprecia estigmatizando al enfermo alienando sus posibles inconvenientes y dándole un carácter de vacío absoluto. No estoy loco, al menos todavía, mi paseo por la realidad es contemplar el abismo de mi subsconciente desde una perspectiva autoengañosa. No quiero convencer a nadie, pero el hecho de ser un enfermo no quita que esté sano en otras parcelas de la naturaleza de mi cuerpo. Me encuentro bien. A veces la gente cree que está libre de padecer una enfermedad psíquica. Pero soy un gran apasionado de todo lo que tenga que ver con la creación y con la artística manera de concebir la rutina. La lectura me aleja del tedio, y esto no sería verdad si no lo tradujera en un sincero símbolo con trascendencia estigmatizante. Hay cosas en esta vida que me apartan de la sociedad. El estigma social es acuciante. Es una aberración meter a todos los enfermos psiquiátricos en un mismo brasero. La parcela del amor la tengo completamente anulada. Soy víctima de un ostracismo que me saca de la entrega y del compromiso amatorio. El estigma es algo por lo que debo luchar a diario. Yo soy igual a todo el mundo. Pero esto no lo cree el común de los sentidos, que es a la vez el menos común. Sí, soy un enfermo mental, pero también tengo derecho a amar, a vivir, y a gozar de la vida. Hay mucha gente que opina mal de mí persona. Yo no soy muy diferente a cualquier persona sana de cualquier lugar. Suerte que vivo en un país libre y los enfermos, con estigma o sin él, tienen una gran ayuda desde las autoridades sanitarias. No pretendo nada más que vivir en paz y armonía. No pretendo que todo el mundo me quiera, ni que por mí sientan pena. Pero a unos les toca la enfermedad física y a otros la psíquica. Aquellos que hayan estudiado psicología o psiquiatría tienen un futuro repleto de trabajo. Es una tarea que nuestras sociedades viven con total frecuencia. Yo no aludo a nadie, pero mi mayor ilusión sería tener una paz que ahora he recuperado. No tengo otra obligación que medicarme y a veces puedo parecer sedado y siempre estigmatizado por gente que está poco informada.

Capplannetta: delinque contra la salud pública

Hace años que dejé de tomar drogas, pero cada vez que me paraba la policía en las multas aparecía como delito, delito principal contra la salud pública. Y yo, se lo juro y perjuro, yo no iba por ahí ofreciendo hachís o cocaína, en lugar de cometer delito contra la salud pública, deberían poner consumidor personal. Como las botellas de coca-cola. Está el envase personal y el grande que es el familiar. Lo mismo debería ser. Cuando yo me drogaba lo hacía solo las veces que podía, ya que la droga te hace mezquino y siempre uno pretende ir a cara de perro. La salud pública no hace falta que yo vaya en su contra. Ya se dañan ellos solos. No es labor mía dañar a la salud pública. Yo he tomado drogas, cosa de la que no siento orgullo ni satisfacción, pero quizá si yo no hubiese tomado drogas no estaría enfermo. A unas personas les sienta bien y a otras no tan bien. Es cuestión de naturalezas y sensibilidades. Por ejemplo, yo cuando tomaba sustancias no me importaba gastarme un montón de dinero, incluyendo lo vicioso que era. Ahora ya no tomo drogas y debí haberlas dejado hace mucho tiempo. Esa gente que las toma me recuerdan tanto a mí que no deseo tener contacto con nadie que las tome. Por mi propia tentativa, a la cual debo ese esfuerzo, ya que me gustan las drogas (según cuales) pero la droga que más trabajo me está costando dejar es el tabaco. El tabaco es un veneno que no lleva solamente nicotina y alquitrán, lleva monóxido de carbono y un montón de sustancias más. Por eso es tan difícil dejarlo, por la toxicidad que conlleva degustar un cigarrillo. De todo se sale.

Capplannetta siente envidia

Siempre hubiese querido tener estudios superiores. Pero esa es mi gran frustración, ya es demasiado tarde. Ahora sólo puedo contentarme con la de estudiar de forma autodidacta. No es una vergüenza. No me gusta hablar en tono culturalista cuando estoy con alguien muy leído o con estudios universitarios. Es pedantería y no pretendo dármelas de lumbrera cuando por lo menos sería una falsa pose. Soy lector desde siempre pero empecé siendo petetiano y dejé de estudiar a una edad temprana. Desde el año 1995 soy un lector no muy avezado. Pero he leído continuadamente y no pretendo ni de ir de erudito y mucho menos de intelectual. Con veintiséis años trabajé en el sector del metal, y ahora, con mis demonios mentales lucho una batalla que sí la gano volveré a creer en los milagros. Vivo esperando el milagro de mi curación, o si no es posible de mi mejoría. Siento envidia de aquellos que están en grandes editoriales, que son leídos por un público masivo. Pero no es una envidia tóxica, me alegra leerles y por ende satisfacer y aprender de escritores que sí tienen estudios superiores. Yo no quiero ser famoso, sería ridículo por mi parte. Yo vivo para mi permanencia en el hogar y leer aquello que me gusta. No leo en catalán. Y escribo en castellano. Ser autodidacta no es malo, lo malo es no admitirlo y darse ínfulas de falso culto. Yo soy un muchacho que se lo tragó la calle a una edad temprana. Soy charnego y de extrarradio, y detesto a los hijos de emigrantes andaluces que presumen de catalanismo. No es catalanofobia, es simplemente problema de originalidad. En esta vida hay que ser auténtico, si no estás construyendo castillos en el aire que se los lleva el viento. No me importa todo aquel que habla y escribe en catalán de manera ejemplar y es hijo de emigrantes. No, para mí no es problema que la gente hable en catalán, pero en mi caso, hablar catalán viene a ser lo mismo que pronunciar un trabalenguas. Mi acento almeriense me hace hablar desde mi seno materno, donde me he criado, y donde he vivido mi infancia y adolescencia. Esto no quiere decir que no lo entienda. Es más, si se sienten más cómodos prefiero que me hablen en catalán. Pero los catalanes son gente educada y no ponen al campo llaves. Tengo amigos catalanoparlantes, pero para hablar el catalán bien se necesita hablar bien el castellano, y yo, ni una cosa ni la otra. Envidio a los que con estudios superiores son ávidos lectores y grandes poliglotías que no presumen de ello aunque tienen mucho que enseñarte. Por ejemplo, mi amigo Juan A. Herdi. Es un erudito en toda regla. Su entorno y yo me pongo como testigo de que corrige y examina pormenorizadamente un texto. Sea este del rango y estilo que sea. Ser un aventajado lector produce grandes consecuencias como conocer perfectamente una ciudad. Da riqueza cultural. Y sobre todo, aprendes de estos amigos que son grandes lectores avezados.