Capplannetta y Juan Herrada Sabio

Las personas somos inteligentes porque alcanzamos a ver aquello que nos ocurrirá una vez hayamos partido del hecho en sí, y a veces, o muy pocas veces, solemos equivocarnos, salvo cuando incidan factores que se escapan a nuestro conocimiento prematuro de las cosas. A veces, un gesto, una actitud, un posicionamiento, nos hace ver cómo serán las cosas. Tengo un amigo que para mí es un hermano, y una vez se acercó por mi casa y en esos días yo estudiaba fotografía, que por aquella época era analógica, y recientemente me había comprado una cámara fotográfica, y al aparecer le dije: -Vienes en el momento preciso, pues te voy a inmortalizar. Y él, que es muy sonriente y simpático, me contestó: -¿Qué vas a hacer? ¿Ya te la has comprado? Y yo riendo le dije: -Sí, venga va, te voy a tomar unas fotos. Y cuando las revelé en el cuarto oscuro, me dije: -Casimiro, esta foto te volverá con los años. Lo que no intuía yo por aquellas fechas el paso tan descomunal que iba a dar la fotografía de analógica a digital. Y ahora hace unos días vino a casa a tomar algo y hablamos de la dichosa fotografía. Esa foto no es la que expongo en esta escafandra de la NASA, pero es otra que está positivada con una exposición muy breve en la ampliadora, parece dibujo, y éstos días me la envió y le encontré algunos errores, que ahora, digitalmente he podido rectificar. Todo momento se puede alargar en la vida, y más ahora que la fotografía ha dado este paso gigantesco. A veces pensamos en el porvenir y no lo creemos, a pesar y a sabiendas de que has leído algún artículo. Pero, yo no me arrepiento de haber estudiado fotografía analógica, me ha servido para entender el lenguaje de la digital, y ya los productos de laboratorio han pasado a un ámbito de fotografía más artesanal, pero se siguen usando. Hay momentos en la vida que rompes una foto y en un futuro, sin saberlo ni intuirlo, la echamos de menos, a mí me ha ocurrido el caso contrario, yo no he roto la fotografía de mi amigo, pues tengo los negativos, y él ha conservado la que le tomé aquel día y puedo, ahora, hacer cosas bonitas con la fotografía, pues la ha digitalizado,  en fin, c’est la vie.

Capplannetta no va de compras

Hace años que no voy a un supermercado para hacer la compra como debería. Me abastecen de productos de primera necesidad mis padres, lo han hecho y lo harán durante un tiempo más. Pero si no fuera por ellos en mi casa no habría comida. Ir de compras he ido desde que me divorcié una o dos veces, y de eso hace ya nueve años. No lo hago por motivos de salud, que también influyen, sino por mera economía. Antes cuando iba de compras cargábamos dos carros con todo lo que necesitábamos para pasar dos semanas. Y aún así mi madre siempre me ha comprado algún bocado exquisito que sabe que me gusta. Siempre han estado ahí. Mi madre, no es que me haya tenido y me tenga entre algodones, pero a los suyos les da todo lo que puede, y en tema de comida no me ha fallado, la verdad. Mi padre es de la misma condición, mi padre, es de aquellos que si te quedas con hambre y no hay más comida, es capaz de hacer comida expresamente para que no te quedes con hambre. Y eso que él ha vivido los años de la posguerra, unos años durísimos, pero él siempre lucha por los suyos. No es que pretenda hacerme la víctima, o presumir de padres, pero tengo unos padres buenos de verdad. A veces no me han llevado con ellos a comprar porque me conocen y saben que echo cosas al carro, pero ellos, aún así, me echan al carro las cosas que saben que me gustan, y últimamente se cortan un poco porque soy diabético, y no puedo hacer excesos con la comida. Ya no pico entre horas, y éste verano no he comido apenas ningún helado. Así es. 

Capplannetta and the wifi of my house

Puede parecer una locura de las mías, pero mi wifi es el corazón de mi casa, puede que en él ocupen su acceso gente extraña, puede incluso que parece que no hace, no dice, y no protesta, pero es algo vital en mi hogar. En mi hogar no hay ni joyas ni dinero ni objetos de valor, pero no puedo negar que me sienta muchas veces vigilado, incluso a veces como un accesorio más de ésta que es mi casa y qué libros sólo pueden hallar en ella. En este lugar quiero vivir tranquilo, no quiero ni ruidos externos, ni ruidos internos, ¿¡qué sería de mí si no tuviera mis libros y la música que me acompaña a diario!? Es lo único que me ata al mundo, estas dos cosas maravillosas, y escribir, me fascina escribir, post como este, en blogs como este, no me meto con nadie, quiero paz absoluta, pero sé que sólo la conseguiré cuando me muera, ahí sí voy a estar en paz, pero ¿quién sabe? Quizá no tenga paz allá donde van los muertos, da igual, vuelvo a repetir que mi wifi es el corazón de mi casa, él es usado por mí y por algún Pepito Grillo como el de Pinocho. Es fácil perderse en una nebulosa de miedo, asco y locura, pero hay que aceptar la vida tal y como se presenta, porque ¿con qué motivo me puedo cuestionar la compañía que tengo a diario? Y no voy a nombrar a Dios, es algo más cercano, más animal tal vez, menos urdido en menesteres de libre pensamiento. Del vivir he escrito, pero muchas veces escribo sobre el no vivir, que es otra cuestión más andariega y no tan fácilmente de entender. Este mundo es maravilloso, solamente se debe mantener la perspectiva intacta, también la longitud de miras.