Archivo de la etiqueta: Cecilio Olivero Muñoz

Capplannetta y las soledades de poetas

Muchos de mis compañeros de escritura, tanto poetas como prosistas acuden a presentaciones y actos culturales. Yo no es que sea un misántropo, ni tampoco un hombre condenado al ostracismo literario (ya basta de quejas lamentables) pero hay en mí una imposibilidad que me aparta de presentaciones y actos, como por ejemplo cenáculos donde mi persona se siente incómodo. Por motivos que no diré dejé hace tiempo de asistir a presentaciones y actos literarios. No es por mi enfermedad, tampoco por odiar al mundo, considero que las presentaciones es meter a la gente en compromisos y en mi entorno familiar hay poca gente que lea o les guste mi poesía. Y todo es porque mi palabra es tan libre (que no libertina) que a mis familiares les causa cierto dolor. No, no quiero ponerlos en compromisos. Dicen los que conocen este mundo literario que donde se venden libros es en las presentaciones pero yo prefiero crear vídeos-Performance antes que pasar un mal rato. Es gente que quiero y debido a mi miedo escénico de cara al público me pongo a temblar y no quiero hacer el ridículo. Por ese motivo prefiero los vídeos y las fotografías. Es un miedo escénico que antes no tenía, incluso he hecho radio en emisoras locales. Pero es algo que no puedo evitar. La gente cuando nota tu nerviosismo instintivamente se contagia irremediablemente. Por esa razón prefiero no molestar y quizá nunca llegue a nada por ese motivo, pero es algo que no puedo evitar. Antes tenía un inmenso sol en el corazón, y mis participaciones en eventos e incluso en recitales donde cantaba flamenco, ya son un pasado pisado. Tengo la certeza de que amigos míos del mundillo literario no tienen ese miedo escénico. De un tiempo aquí cuando participaba en un acto o evento literario se me secaba la boca, temblaba y el miedo era evidente. No pretendo de ir de víctima, pero la cosa es así, por suerte tengo el favor que me hacen buenos amigos que recitan por mí y son mi tabla de salvación. Antes era un hombre sin miedos, sin complejos ni situaciones incómodas. Repito, no es misantropía ni complejo de inferioridad. Es algo que no puedo evitar. Pero ahora intento participar en revistas y en antologías, aunque no me considero un poeta excelentísimo. La palabra es para sanar el mal del tedio.

Capplannetta, banca y usura

Los soliloquios de invierno son noches silenciosas que curan las heridas de los puteros, borrachos y esclavos del vicio. Ya no creo en el ciudadano mundano, ni en las tarjetas de gangrenadas infecciosas, ni en los bancos después de la pandemia. Empiezan fumando porros y terminan hipotecados. No hay compasión para los solitarios hombres de la agonía con tipos de interés. ¿Quienes son y por dónde vendrán los suspiros, la ansiedad y la desesperación? Por dónde va a ser, por la vía del hipócrita beso de mujeres que te doran la píldora donde la soledad se acomoda exhausta. Cuando pidas dinero a un banco no te olvides que los nombres se dicen sucios de patraña. Los números de teléfono se evaporan de llamadas perpetradas por la avaricia de los mediocres amantes del beneficio impío. Soy un poeta y nada más que eso. Pero las llamadas telefónicas, soberbias e impuestas ante las cuentas bancarias que tienen la mugre del suicidio moral de la baba del asco abusivo y en los perdigones de saliva que se estampan en los teléfonos móviles. Un poeta no tiene dinero. Porque está amarrado a las palabras. Siempre suplicando el auxilio de amigos buenos y la familia que te reprocha el aliento putrefacto de los hombres que poco les importa que ayunes mientras pagues. Te quitarán la demente idea de vivir felizmente. ¿La felicidad? Esa comida de domingo lentísimo que se repite aunque el dinero no se parece a los ajos. Soy una víctima del desasosiego, y aún tengo suerte, porque me persigno con la educación gallega de mis profesores de antaño. La nadería acuñada a la felicidad es una asquerosa plegaria que con amables palabras te muestran la puerta trasera. Siempre hay un loco que estafa a los dueños de la asfixia.

Capplannetta y la labor literaria

En la literatura hay dos cosas esenciales que tienes que entender una vez te hayas embarcado en la literatura. La primera, que es un trabajo donde la lectura es muy importante, es el combustible del escritor o poeta. El segundo, la soledad, que tienes que hacerte a la idea que es parte del que escribe, se necesita soledad para escribir y para leer, aunque sí tienes pareja tampoco es un inconveniente. Y la más importante, aunque parezca mentira, tienes que tener mucha paciencia. Si aprendes a escribir bien con los años de práctica tienes que entender que la paciencia es primordial. Esto no es llegar y besar el Santo. En primer lugar tienes que entender que los editores tienen a otros escritores o poetas a los que atender. Después es un proceso lento, de envío de pruebas, de atención hacia tu trabajo, y bueno, es algo que he aprendido con los años. Y también tienes que entender y conformarte con que de buenas a primeras no se publican los libros. También tienes que darte cuenta de que ningún trabajo como escritor o poeta es imprescindible. No hay nadie imprescindible, y hay muchos escritores y poetas ávidos en ser publicados. Es cuestión de estos inconvenientes que pueden hacer la escritura algo difícil.

Capplannetta y las bodas con lágrimas

Cuando mis padres se casaron mi madre fue caminando del brazo de mi abuelo. No sé porqué motivo o razón mi madre lloraba. Estaba tan guapa con su vestido de gasa blanco impoluto que lo único que empañaba su belleza eran sus lágrimas. Nadie sabe por qué motivo lloraba. Aunque yo lo intuyo. Quizá llorara por el futuro que le esperaba predestinada a tener un hijo problemático. Me causa cierto dolor verla llorar en ese camino a pie desde la casa de sus padres hasta la Iglesia, que no estaba demasiado lejos. Grabaron una película en súper 8mm y yo cuando veo la cinta que pasaron a VHS también lloro. Mi madre me dice que yo no tengo nada que ver en esas lágrimas de mi madre camino de la Iglesia. Pero yo no creo que eso fuese así. Las personas somos como criaturas predestinadas a un mundo que nos parece raro al principio, pero después todo encaja. Y el azar o la providencia hacen de excelente ordenador. Mis padres me regañan porque dicen que me culpo de todo, o casi todo aquello que linda con las leyes de la metafísica que nadie comprende del todo. Las bodas de mi madre con mi padre fueron después de un noviazgo largo. Quizá no se atreviera (mi madre) a dar ese paso tan importante en la vida de ambos. Yo guardo un recuerdo de niño que lo tengo grabado a fuego como un hierro candente.

Recuerdo a mi tío meterse en un pequeño jardín que había como isleta al principio de la calle donde viven mis padres. Recuerdo que era un jardín bien cuidado con un olivo. Mi tío, ante el enfado de mi madre con mi padre al dejarle el coche, recuerdo que se excusó diciendo que se le había caído una colilla encendida debajo de la camisa, ya que era verano, y eso provocó que se metiera en el jardincito. Pero ahora, conociendo como conozco a ambas partes comprendí que mi tío, ya fallecido, iba bebido. Al parecer, me contó mi tío que se encontró a mi padre en la discoteca (que ya no existe) llamada Dragón Rojo. Al parecer mi padre le prestó el coche. Y mi tío cuando regresaba a devolvérselo se metió en el jardín con el SEAT 127 recién comprado. Mi padre al comienzo de su matrimonio no era tan responsable como lo es ahora. Esperó a que yo y mi hermano tuviésemos conocimiento de las cosas de nuestros padres. Era joven y crápula. Normal. Quizá mi madre lloraba por eso cuando se casó. Mi padre es una persona muy inteligente y con un gran corazón. Se fía de todo el mundo. Yo lo admiro, aunque fuera un golfo los primeros años de su matrimonio. También he sido yo de la misma manera, pero mi matrimonio acabó en divorcio. Es algo que ya tengo superado pero recuerdo aquella escena, mi hermano era un bebé raquítico, por cierto.

Capplannetta y las automatizaciones infernales

Las empresas de energía y los bancos han automatizado su servicio (malo) de atención al cliente. Si no son sudamericanos son grabaciones automáticas que son como risas enlatadas. Al principio te atendía una persona y la cosa era más fácil y mejor. Pero ahora son máquinas de locución automática con las que son un desastre en comunicación y más frías que el hielo. Ahora este tipo de empresas automatizan sus servicios de atención al cliente y se convierte en un caos que cuando ya te han hecho una serie de preguntas (la atención es pésima) que parece que estés hablando con Robocop. Tienen tan poca vergüenza de invertir en la automatización y por ganar más dinero evitan a las personas de carne y hueso. Con lo agradable que es un agente y que este agente sea alguien competente con el que contactar para dudas y otros temas. Son máquinas infernales que cometen infinidad de errores y la comunicación se convierte en un galimatías que acabas enfermo de los nervios. O también ocurre el caso de las musiquitas de juguete de los momentos de la llamada en espera. Es algo tan aberrante e ineficaz que te hacen comprender la maldita ansia de dinero que tienen estas empresas. Ocurre en la banca, en las empresas de energía y en otras empresas de la clase que sean. Estamos en la era del transhumanismo pero todo tiene un límite. Prefiero que me atienda una sudamericana aunque esta sea una incompetente antes de esas máquinas que son grabaciones de lo más desastrosas. Nos esperan tiempos de frialdad, a los que denominan postmodernidad tardía. Estamos en una vorágine que hemos cambiado la humanidad por autómatas de la comunicación que son torpemente ineficaces. Y es que lo están implantando en todos los ámbitos donde tengan una atención de cara al público-cliente.

Comentario de Susi Underground

Toda novela cuenta cosas que suceden, y la tuya también. Pero hay un hilo conductor, y en tu Cibernética esperanza se ve un interés por dejar claro que una persona que no es como las demás, no está loca. Te acusas de haber causado sufrimiento a tu familia, de ser un golfo, de vivir al margen de la norma, pero me parece que no es más que un juego para que las instituciones que velan por la uniformidad te dejen un poco en paz, seguirles el rollo a cambio de un poco de tranquilidad, por así decir.

“Ser sin nombrar, Ser sin nombre

Ser un hombre, Ser sin más”

Has transigido con entrar en sus exigencias, pero no te has entregado, ahí está Capplannetta para decirle a Cecilio las cosas que no quiere escuchar, lo bueno es que, al final, ambos se llevan bien, siguen siendo amigos, aunque de vez en cuando se peleen. Capplannetta sabe que esa esquizofrenia diagnosticada no es suya, es la de una sociedad que no quiere reconocer que se basa en un desequilibrio mental normalizado y se defiende atacando a quienes la dejan en evidencia:

“Los héroes llevan barba y fuman puros,

y los villanos se reúnen de tres en tres.

Se esconde la basura bajo la alfombra

y en África y en América extinguen al hombre libre.

El frío capitalismo es un huevo frito,

es una yema para los ricos

y una clara para los pobres,

pero los psicoanalistas hacen su agosto

entre el péndulo y el diván.”

En “Tarde en que llegamos tarde” está implícito que toda situación tiene un precedente, un momento en el que, de pequeños, entendemos la tristeza de un mundo sin amor, y esa perspectiva nos cambia para siempre. La soledad es el precio a pagar, pero se paga, como todas las deudas, porque siempre nos morimos solos, así que qué más da.

Es una novela que parece fácil, pero tiene tantos niveles como este mundo tan extraño que a veces cuesta comprender. Me ha gustado: me ha puesto triste, me ha hecho reír, me ha hecho pensar. No se le puede pedir más a un escritor.

Capplannetta y la tablet

Escribir es un acto que, aunque solitario, se tiene que buscar un lugar especial. Por ejemplo, yo escribo, leo, publico y otras cosas a través de la tablet. Me he dado cuenta que, a mayor comodidad, mejor se escribe y se lee. Mi tablet es muy útil para estos menesteres. Escribir por escribir es algo que no me gusta. Si no tengo nada que decir lo mejor es el silencio. Tampoco creo en el problema de la página en blanco. Con o sin tablet me resulta incómodo, porque al escribir y leer en el PC tienes que sentarte y duras poco, ya que la incomodidad hace su acto de presencia. Una tablet es barata y una herramienta de uso polivalente.

Algunas veces, cuando he tomado una pastilla para dormir, en ocasiones no doy pie con bola. Seguiré escribiendo y leyendo en tablet, pero donde se ponga un libro impreso que se quiten las tablets. Un libro es algo maravilloso, desde Johannes Gutemberg hasta la era de la tecnología que no tiene nada de nuevo ya, prefiero mil veces un libro en negro sobre blanco. Sobre todo me interesan los libros de bolsillo.

Capplannetta y las extrañezas

La gente se horroriza viendo a una pareja de enamorados besándose en plena calle, se ríen de los perros copulando en plena calle, sin embargo, la pornografía es un tabú y algo aberrante que sólo ven los depravados. La gente critica al que se fuma un porro, se toma una raya de coca, sin embargo, a pesar de que lo llaman química, beben alcohol y como diría Frank T “lubricante social”. Ríete del que presuma de amistades, ríete del que presuma de amores y ríete a carcajadas de los machos alfa. La gente mira apenada a un harapiento que te pide comida, sin embargo, no les importa tirar comida a la basura por si está en mal estado. La extrañeza de las personas se mide por la distancia que toman al criticarte y señalarte con el dedo. La extrañeza de las personas depende de que o en que se basa su grado de locura y por ende de incapacidad. Nos reímos del hombre adulto que no sabe leer ni escribir, sin embargo no decimos nada cuando aquel que sabe escribir y sabe leer presume de no haberse leído un libro en su vida. Si dices la verdad tendrás enemigos, si dices mentiras se reirán de ti, pero si tienes dinero te reirán las gracias insípidas y tendrás muchos amigos. Brindar es un concepto que no puedo juzgar, es una buena costumbre, pero muchas veces brindamos con personas que tienen el brindis mitificado. El físico es algo tan efímero como las promesas de gente de poca palabra. Cuando estás gordo te dicen que estás enfermo, cuando estás muy delgado también. El mayor enemigo es el que te envidia, porque tienes algo de lo que él carece.

Capplannetta y la verdadera cara del estigma social

Mucha gente me ha llegado a preguntar, ¿cómo es que siendo tan bien parecido y siendo tan joven contratas los servicios de una prostituta? Y yo les respondo con tres razones. La primera: porque casi todas las prostitutas son bellas y tienen la piel suave y son profesionales que desempeñan muy bien su trabajo. La segunda razón: porque cubren mis necesidades, me gustan porque dan conversación, a veces interesante y otras porque prefiero gastar dinero y estar con ellas unas horas que casarme, tener hijos y hacer lo que la mujer disponga. Y otra, la tercera, las mujeres rehuyen de las enfermedades mentales, pero especialmente de la esquizofrenia. Ignoran que lo que me diferencia de la gente es que tomo cinco pastillas diarias y las demás personas solo toman una pastilla cuando les duele la cabeza o sufren algún tipo de molestia.

El estigma que hay sobre la esquizofrenia es un asunto delicado. No se puede meter en un mismo saco a todas las personas que padezcan alguna enfermedad mental. En el 2030 está comprobado el incremento de pacientes con enfermedades psiquiátricas. Y no está demasiado lejano. Vas a una sala de espera de un centro de salud mental y cada vez hay más pacientes, cada uno son víctimas de una sociedad que los estigmatiza. Que los desprecian, que no los quiere. Yo si contrato los servicios de una prostituta es porque las chicas en teoría buscan una pareja sana, y mucho más si esta pareja está sana psíquicamente. El incremento de enfermos de la mente (término que detesto) y yo diría que más que enfermos de la mente son enfermos del alma. De un alma que les ha jugado una carta de más en una baraja que ya estaba completa con todos sus naipes. Por eso que yo sexualmente prefiero una prostituta, donde no hay amos, sí hay cariño y respeto, y si no puedo masturbarme que eso está mejor visto debido a la doble moral que siempre ha existido. A mi edad no tengo ganas de ir detrás de muchachas jóvenes que no tengan hijos. Las jovencitas son para chicos de su edad. Yo soy un enfermo del alma y un poco mayor para ir detrás de chiquillas. Además está comprobado que los clientes más asiduos a los clubs y las wiskerias son hombres casados. En definitiva, que lo mismo te va a costar pagar a una prostituta que hacer el calzonazos por el mundo. Mansedumbre, esa es la palabra exacta.

Capplannetta un día de sol

Hoy es un día soleado. Un día que no puedo olvidar por circunstancias que no diré. Pero a unos les da por las putas y a otros por el arte. A mí Dios me ha dado apetito para ambas cosas. Por gastarme el dinero donde no debía ahora me toca depender de los demás. Y depender de los demás no es la cosa como uno desearía. Escribir, leer y leer. Esa debe ser mi tarea y la única rutina que me puedo plantear. Sé que soy un cero a la izquierda, “problemático” me llama mi madre. Y con razón. Estoy pasando una mala racha. Las putas ofrecen placer pero son muy caras. No diré más. Estoy en un momento delicado, casi enfermando de los nervios. Pero las cosas no han venido porque yo no las he querido así. Puedo sostener varios candelabros a la vez, pero el tema económico no lo domino como desearía. Soy algo caprichoso, vicioso y poeta. Hago las cosas por amor al arte. Un arte que puedo costearme ahora, pero no crean que yo solo puedo acatarlo. He pasado por todo tipo de penurías, las peores, las drogas. Pero eso es otra historia que da para una novela. No quiero creer en lo que será de mí cuando mis padres me falten. No sé si vender la vivienda, dejar el tabaco e irme a vivir con ellos. O seguir con esta manera de comportarme tan irresponsable. Sin duda, mis padres me van a dar la lección de mi vida. Me dan ganas de llorar sobre mi alma en pena. Siempre me quejo y me quejo. Tengo muchas fantasías y repito, soy algo caprichoso. Pero eso me hace pensar que no soy el único. Hoy un día de sol sería ideal para salir y que te dé el sol en la cara. Bueno.

Elegía a Baldomero

Con ganas de casarse en febrero en San Valentín se retorció de ganas, así era Baldomero. Se fue en busca de una gitana una tarde de LSD acérrimo, y se fue con la misma locura intacta de que lo quisieran por entero, le sorprendió negación de su campana. Una paliza recibiste, momento pendenciero. Estaba claro que fiebres y malarias en tu inocencia tradujeron el significado de la voltereta al alba, se puso enfermo, muy enfermo, sudaba de frío, de calor tiritabas. Ser hoy gitano Baldomero no es suerte que a veces nos llama, como andar despacio y de puntillas, ser perdedor en la luz de la mañana trae contigo las manecillas del reloj de los hombres rana. Eras loco Adán, un bosque sin semillas, apareces cuando consigues pasta, Baldomero parece que solo te humillas, porque tu orgasmo es pura mojama, quisieras ser salvaje caballo pero eres un payo de esta plural España, no sabes manejar al incesante rayo, nadie se ofreció para tu mortaja. Mira como lloran las plañideras al ver tu cara en paz y en gracia. Eras un loco, sí, pero hay que agradecer otro esclavo desde rayas en los mapas destinado a fronteras y migrañas.