Capplannetta y la semilla de los sueños

Esta madrugada he soñado que toda la juventud del barrio donde residía con mis padres estaba enganchada a la heroína en vena. Ha sido una pesadilla donde yo, espectador desde la distancia y la experiencia, les aconsejaba de lo malo que es ser un yonqui confeso. Veía al frutero de mi barrio con los brazos hinchados y morados tras haberse inyectado la heroína fuera de vía. Veía incluso un primo que tengo fallecido armar un escándalo con la vecindad de ese barrio donde ya no resido. En el sueño, me da cierta alegría volver a ver a mi primo, que murió joven y sano de drogas y adicciones. Murió de paro cardíaco. Anoche me daban taquicardias y temía, sin haber soñado con él, un paro cardíaco como el que le dio a él, a lo mejor ese fue el punto de partida para que yo soñara entre las semillas de un sueño, que no suelen abrirse nunca ninguna, como bien dejó escrito Lorca. Este post que ahora escribo debería haber sido un canto a mi pasada juventud, aunque no hablara en él de mis sueños raros y mis hipocondríacas maneras de temer mi próxima muerte. Debo confesar que no sabía que me asustaba la muerte hasta que me dieron las taquicardias. Me siento en deuda con mi primo, era un ser maravilloso, una persona sensible y particular, y me siento en deuda porque él hizo algo en vida que tocó mi lado sensible, era una persona que tenía su orgullo, eso, y que su madre está harta que la vida la golpee, crearon un muro impenetrable entre sus hijos y sus abuelos paternos. Se sabe que mi tía, en su situación, no les tomó nunca la fiebre a esos niños, pero tiene su corazón.