Capplannetta y los amigos

Cuando los amigos se van dejan fango como recuerdo y ceniza como olvido. Cuando los amigos se van estornudan los preludios y te hacen precavido, no vaya a volver a ocurrir que su rastro dejen en los ocasos vacíos. Cuando los amigos se van se rompen las cadenas pero vienen las sombras que al menor descuido te dejan un amargor en el silencio y un crisantemo funeral en el oído. Cuando los amigos se van se llevan la sangre detrás y una corona de flores que Diego Rivera quisiera para Frida y también para sí mismo. Cuando los amigos se van dejan desnudas coartadas en las promesas que no han definido. Cuando los amigos se van vienen los coletazos, las risas vacías y los ruidos. Cuando los amigos se van dejan un callo postrado en el talón y el sacrificio. Cuando los amigos se van borrachos de amor retorcido dejan un rastro en la sal de todos los apellidos. Cuando los amigos se van dejan ecos, narcisos, dejan sonidos. Cuando los amigos se van dejan la vida de dolor estupefacto, henchido.

La soledad es una cabaña que tiembla de ruina y delirio.

Cuando los amigos se van se apuntan al bombardeo de negruras y sinsentidos. Cuando los amigos se van lo absurdo se vuelve aburrido y el tedio dormido monta una yegua en medio salón del piso. Cuando los amigos se van amanecen inoportunas flores de duelo, una casa vacua y se edifican murallas y peñascos de castillo. Cuando los amigos se van se adelantan sin previo aviso y se ocultan en la noche para asombrar la negra y falsa mortaja del delito. Cuando los amigos se marchan crían malvas los lenocinios y cruzan por pasos de cebra por no pisar caminos. Cuando los amigos nagelan marcan un símbolo de pálido siglo y se marchan con pernocta y sigilo. Cuando los amigos se van se crea en un día un artificio y Dios cree que se muere porque la duda de los huevos lo tiene cogido. Cuando los amigos se van lo frecuente se vuelve fosforescente, el ultravioleta peca de infinitivo, cuando un amigo se va, deja guaridas, jaguares y animales heridos. Cuando un amigo muere se nombra tantas veces que deja de ser amigo. Cuando un amigo requiere que le ponga final a un pretexto se crea un alimento y hasta la sed lo aleja de bien parido. Cuando un amigo se va se sienta en tu latido y se apoltrona la noche en su rincón preferido. Cuando los amigos se marchan un ejército púrpura los deja sordos y con un atisbo de hueso tan bien roído que la carroña se queda sin cadáver exquisito. Cuando un amigo te deja, te deja en el laberinto y búscate la vida si nunca lo has prevenido. Cuando un amigo lamenta el haberte conocido se callan las podridas huellas, se cansan los ladridos, se mudan de noche aquellos resquicios, montan en su coche un fantasma que busca ser visto. Cuando los amigos se van dejan frío el plato de la venganza recién servido. Cuando los amigos en el otoño se ríen de lo que has sido también te dirán lo que serás pronosticando corazones partidos. Cuando un amigo se marcha se desnuda en el invierno del frío y nunca tuvo que huir pues todo lo tiene asumido. Cuando un amigo te rompe la madre deja un bello cisne negro como un payaso ridículo y frívolo. Cuando un amigo se arrepiente se arroja también a un abismo y las legañas se pervierten tocando la batería de Ringo. Cuando un amigo se encierra en su casa por capricho el miedo le apunta con un revólver y él intenta ser precavido. Cuando un amigo acecha en la colina de olvido marca un presagio en el mundo sin nadies y sin finiquitos. Cuando un amigo pervierte la senda para subirse a un pino se rompe una rama fina donde habitaba un pájaro y un nido. Cuando se marcha un amigo deja tras de sí mucho ruido, y no se cansan los jardines botánicos y las guerras se duermen en cada filo, de una piedra o de un cuchillo. Cuando los amigos se marchan dejan un rastro de magma, una acuarela, un libro.

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