Capplannetta y el pudor

Me aconsejan de que escriba, que escriba mis pesadumbres, mis desmayos y ansiedades, mis malos momentos. Pero yo creo que escribir sobre las cosas malas que te ocurren te hacen vulnerable. Quizá sea porque nos buscamos los unos a los otros las zonas erógenas, las zonas sensibles, las zonas peligrosas. Y puede parecer cobardía por mi parte, pero prefiero escribir de todo lo bueno, y a ser preferible una verdad. Porque las verdades te hacen vulnerable, pero perder la credibilidad es una condena segura hacia el ostracismo. Yo prefiero contar cosas reales, aunque todo tenga un límite. Existen cosas que se pueden contar a todo el mundo, otras  cosas son para contarlas a amigos o familiares, pero hay ciertas cosas que es mejor no contar a nadie. Yo, sobre esas cosas que escribo, guardo cierto recelo referente al pudor, pero prefiero dejarlas en un cajón bajo llave, y sacarlas nunca, porque son material sensible. Me gusta hablar de cosas interesantes, y puede que algunas muestre incoherencia, ignorancia o inocencia, pero las cosas íntimas que cuentes pueden llegar a ser una soga con la que ahorcarte. Hablar se puede hablar de todo, pero hay ciertas cosas que sólo tienen un lugar secreto en nuestra intimidad. Por que son secretos del corazón. Al corazón hay que cuidarlo, y se cuida con el filtro del criterio. No todo vale, incluso el mejor lector te lo agradece. Para contar miserias ya está la televisión basura. Esta manera de hacer preferencias sobre lo que escribas es algo muy importante. Se puede contar aquello que conecta con el lector, lo demás es morralla que debe quedar en la discreción con cierto pudor.