Capplannetta y el prosimetrum

Se han llevado mi equilibro y mi contumacia aquellos que tomaron a risa el volcán donde caí. Se han llevado mi primer libro y me tacharon de poeta de la raza, ahora lo tachan de que hago añicos los tabúes. También pudiera ser que acudiera el miedo a mí, con afán por odiar a la farmacia, al pescado o a las Fuerzas Armadas. Me gusta leer, escribiendo procedo a enaltecer entre metáforas e imágenes que vea como fuente y origen de las maravillas, maravillas del bloque donde trato en los rellanos con sureños y testigos de mi ecosistema apto solamente para anfibios. Soy hijo de emigrantes que dejaron unas casas con telarañas en aparejos y de muebles vacuas. En una maleta de cartón se fueron unos para el País Vasco, otros a Barcelona y otros a Buenos Aires. Dejaron su gracia en las ganas que tuvieron por anudar un mañana. Barcos y más barcos salieron en busca de un destino, el barco de mi bisabuelo era de mercancía rancia. Son italianos, hebreos y gallegos de Almería, ay amigo, tú eso ya lo sabías. El irse y  el regreso al llegar a las altas estatuas te dan la cara, una vez dentro, te dan la espalda, es como la gente que se sale del mapa. Apelan al buen vivir, a la herencia que esperaban, mangoneos de peones que obedecen para sobrevivir, y cuando van al bar llora el bandoneón, se cantan milongas de cuchilleros y tangos porteños en lunfardo. Se doblan las mangas de su camisa, se aprietan el cinturón, unos cambian los suspiros por reales y pesetas, otros cambian los pesares por huir de la miseria y la patria en decadencia. Así es la vida hermanos, así era la emigración hacia Cuba o Venezuela. Muchos ya no recuerdan lo fácil que era todo y te enseñaban a montar en bicicleta, cuando arribaste desde las Américas, llegaste con sombrero Panamá y traje de lino blanco, quisiste dártelas de rico y no trajiste más que tisis y unos caramelos para hacer dulce la infamia. Te presentaste sin nada, lo gastaste en lupanar y en juerga. Te fuiste fornido y ahora los calcetines te van grandes, te fuiste y un disparate había en tu maleta. Cuando volviste comprobaste que tus hijas ya eran mayores. Hasta eras abuelo. Yo soy tu biznieto, y escribo aquello que  vi en el cine.