Capplannetta de chatarrero a poeta

Hubo un tiempo no muy lejano en el que me buscaba la vida como chatarrero. Tenía una Renault 4 con zona de carga trasera y en ella transportaba desde baterías de coche inservibles hasta cobre que pelábamos con fuego. Era divertido, y cada día era una aventura. Yo no cobraba pensión y recogía todos los metales que podía llenando así mi Renault 4. A veces las personas somos esclavos de nuestro pasado. Hoy mismo hablando con un vecino ha salido la conversación de la chatarra, y yo le he dicho que antaño fui chatarrero. Él me ha mirado como con sorpresa. Cada persona tenemos nuestro destino marcado y lo que ayer fue algo bello te puede cambiar de repente sin pretenderlo. Un chatarrero encuentra metales que la gente tira y desconocen que te dan dinero por esos metales. La joya de la corona es el cobre. También el aluminio. Pero existen una variedad de metales que nosotros desconocíamos como el zinc u otros metales. En la chatarrería encontrabas gente que vendía un coche desguazado o un montón de cobre ya pelado. Si lo llevas sin pelar pagan menos. Se han dado casos de gente que se ha lesionado con la manipulación de chatarra. A veces he escuchado locuras que hace la gente por ganarse unas perrillas. Por ejemplo, cortar con una mola una bombona de butano, o por ejemplo respirar monóxido de carbono al quemar cualquier material. Yo mientras buscaba chatarra era feliz. Luego me metí en la fábrica a trabajar y de ahí cogí la baja laboral. Las aventuras que viví en aquella temporada me hicieron un hombre completo y me lo pasaba teta. A veces no sabes lo que te va a deparar el destino pero buscar chatarra es tan digno como escribir.