Capplannetta y la esperanza detrás

Al alba hay un inamovible caminar que no avanza ni avanzará, sólo los locos corren atrás y la multitud les dará esperanzas entre la vacuidad y la velocidad, y no hay retorno, pues sólo nos queda esperar, esperar y un largo caminar entre olas imponentes que tragan la casa de cristal. Solamente se admite la esperanza y la voluntad, con clavos de oxidada contrariedad sólo nos queda esperar, esperar y sin mirar atrás, no quieras ser estatua de sal, ni porvenir que está por llegar, trabaja la espera, y aunque te hundas hasta el pecho el lodazal solamente te queda esperar, esperar y nada más, te espera la muerte que te encontrará, otros se marchan para encontrar la paz y esa paz será artificial, pues la paz nos hará esperar, esperar de adelante hacia atrás, desde la carne hacia la viva cal, desde la enfermedad a la mortandad. Nos creemos en paz con libertad, y el hecho de ser inmortal y pierdes el tiempo, chaval; pues la esperanza es esperar, esperar y esperar sin alas ni cielo, con pan tendrás que migar, y si careces de amistad acurrúcate en la soledad, acomódate a la esperanza detrás de tu sueño grande que se hará menguante como los niños que nacerán, neonatos de inocencia y fragilidad, para algunos sólo les queda esperar y esperar, para otros nacidos para amar se romperán sus esperanzas detrás de los amores que se van. Y solamente hay que esperar, en la antesala del Dios dirá, una vez, doscientas o un millar, la antesala es espera y la vida un bulevar con el trasiego en el deambular de esta infancia hecha pedazos cuando venga la orfandad.

Capplannetta del ayer al hoy

Con tu lengua rasposa de gato me dabas medicamento oral y yo guarique mejor necesitaba. La sequedad de tu boca consiguió resguardar y que un caracol se metiera en su rosca de nácar. Yo nunca pensé que un Adán castrado era el espíritu que a mí me esperaba. La lluvia afuera era mi escena de hombre que dominaba la lengua única que placer te otorgaba. Lo que no llegó ayer llegaría mañana, pues como mujer de tu grande espalda mi lívido no inspiraba. Medicación oral a deshoras me encerraba. Un poeta debe ser el pájaro silvestre que se posa en todas las ramas. Y en tu camino de flor desflorada nunca me puse un sombrero y tu camino era de agua y solo agua. Por esa razón respeto el secreto que de ti me alejaba, pues pocas veces llegué a la cumbre, la cumbre donde el estaño se derramaba. Repudiabas mi beso de cielo, odiabas mi camisa blanca, y te alejaba mi aliento a tabaco, y otras promesas que fueron baladas. Yo nunca quise engañarte a pesar de que me mordían las damas. Pero yo por ser fiel te juré lealtad con el alma. Ahora soy otro Adán, sin Eva y sin ayuno al alba. A veces he sido embestido por mi torpe cárcel de jaula, y en otros momentos esperé la sopa boba que espera un mañana. Hoy soy latido rojo, tan rojo como la sangre, y esputo desde mi gemido de magma la gran tentación de la que tú renegabas. Hoy soy un mocito y un viejo, he aprendido a decir sí y desde luego. Soy preso de las carnes morenas que soñé desde mi temprana mañana. Ya no creo en misas, ni en Navidades sin eco, las luces son vegetales con guirnaldas que cuelgan del techo. No ofrezco promesas al aire, ni tampoco cuento cuentos, cumplo en dos mitades un abrazo, un beso blanco y un decente Nos vemos.

Capplannetta ahora es un hombre completo

No todos los psiquiatras son iguales, eso es obvio. Pero de pasar por tres psiquiatras distintos, dos mayores y uno joven, aunque parezca raro, me quedo con el joven. El motivo viene a ser a que la medicación que ahora tomo me ha liberado de efectos secundarios que anteriormente han hecho mi vida muy difícil. Ahora no confundo a una mujer con un sombrero. También me ha dado la gran satisfacción de ser un hombre completo y he dejado de estar obeso. Gracias a mi psiquiatra actual. No diré su nombre por ser discreto, pero he recobrado mi vida y es actualmente más rica y plena. Ahora me puedo hacer ilusiones con respecto al amor, aunque tenga efectos secundarios que puedo llevar a cabo sin dificultad. Lo único que me resulta aparatoso es el simple hecho de que tengo que hacerme analíticas cada mes. Pero ahí ando. Desde luego ha sido una bendición encontrar a este psiquiatra. He vuelto a mi vida (repito) como hombre completo y he pasado de pesar 110kg a pesar 92,8kg. La diferencia es notable. Al fin confío en la psiquiatría. Mi nuevo psiquiatra argumenta que soy demasiado joven para vivir como vivía. No puedo culpar a los psiquiatras más mayores, pues estos querían mi pronta recuperación. Pero el destino y el azar son los mejores ordenadores dentro de la posibilidad de poner vida centrada ante el caos. Orden en el caos. He vivido una vida sin ilusión y fundamento, a tener una vida plena. Está muy bien. Sin duda se merece ya no una Oda, sin duda se merece todos los elogios posibles. Quién sabe, ahora puedo ser aquel que era con pequeños efectos secundarios. Chapeau por mi nuevo psiquiatra. He recobrado la esperanza, esa esperanza tan necesaria.