Archivo de la etiqueta: las decepciones

Capplannetta y las decepciones

Tantas decepciones en una semana deben tener un motivo que las justifique. ¿Acaso no soy aquello que de mí esperaban? Debe de haber algún motivo, algún escarnio puesto a secar como la piel de un lagarto. Cien reyes se despertaron por mí llorando y yo lloro por todos ellos. Porque siendo el guijarro más pequeño de la carretera salté por el trasiego de automóviles que recorren los caminos de arena. Siendo inmundo no gano nada, pero tanta decepción no es normal. ¿Qué he hecho para merecer desprecio y vacíos, huecos del alma mía que no se llenan con nada? ¿Acaso he decepcionado yo también? De veras lo siento. Hubo una vez que llevaron mi cabeza en una bandeja de plata destinada a lo que todos ya sabían menos yo. Yo, alma inocente, alma cándida, venganzas y reproches he sorteado como un andariego sediento de mundo. Debe haber alguna razón por la que nací con un sol de invierno entre mi frente y la verdad de los demás. Las distancias no me hacen fuerte, es más, me debilitan como un oso invernando. Soy poeta casi blanco, tengo más de limón que de sábana en una lavadora. Decepciones, controversias, a degüello mis esperanzas flotan aunque sean de plomo. Un mar que no quiere conocerme se adelanta a mi pensamiento que se prevee. Tantas decepciones ¿para qué? Yo soy caballero de hispanidad sin resolver. No soy cristiano antiguo, pero tengo la dignidad de nitroglicerina. Busco un cariño, busco un corazón, aunque la gente vea dos ranas en un mismo estanque. Prefiero ser anfibio a ser un lunático ante la podredumbre. Soy del lumpemproletariado su más aventajado discípulo. Aprendí a ser leal a los ladrones antes de ser un cautivo de la noche. Un día partiré hacia la paz del cementerio. Allí no oiré nada que me cambie el magin. Recuerdo de mí adolescencia, pecado, y despechada amistad, busco en los rincones sombras a ver si alguna me devuelve su oscuridad. En la oscuridad brillo como la plata y la sal. Soy un rebelde sin descendencia, pues la semilla que planté la planté en un erial. La madre del cordero me hizo lobo, un lobo blanco entre rumores discretos. ¿Por qué tanta decepción? Me las he encontrado de nuevo. Me estaban esperando con un garrote de acebuche y piel en los manubrios de cuero. Hoy me gusta la vida menos.