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Terror a tiros de escopeta

El otro día vi una película dirigida por el fallecido recientemente Carlos Saura; la película era el séptimo día que trata sobre la masacre de Puertohurraco en Extremadura. Realmente pone los vellos de punta. Me hizo reflexionar sobre el comportamiento del ser humano, y me asusté al ver la extrema violencia que puede llegar a haber entre dos familias enemigas. Es verdaderamente la España Negra por antonomasia.

Pensé si esto es un ser humano, ¿qué más le queda por hacer de manera tan cruel y despiadada? Esa masacre condenó al pueblo y a los seres queridos de las víctimas en gente infeliz, sola y destrozada para toda la vida. Incluso en los ejecutores de la masacre, de las hermanas que envenenaron la sangre de los asesinos. El odio entre familias no es casualidad, es causalidad. La venganza, y el odio no es más que el hombre deshumanizado. Desposeído de cualquier sentimiento y la mala convivencia es totalmente algo tan trágico como el terror perpetrado de Atocha, u otras víctimas del terrorismo de cualquier tipo.

En el ensayo de Julio Caro Baroja La Cara, el Espejo del Alma se muestran ilustraciones acerca de asesinos y gente sin ningún escrúpulo para delinquir; tienen ciertos rasgos que los clasifica y los hace evidentemente sospechosos con rostro o efigie, si se prefiere. Cada ser humano tiene una fisonomía y distintos rasgos que lo definen. Por ejemplo, las caras de los criminales de Puertohurraco son gente cerrada con muy pocas luces y eso se vislumbra en el ensayo y en las caras de los autores de tamaña tragedia, mejor que tragedia sería mejor decir crimen y asesinatos en masa. Estos auténticos descerebrados se definen por unos rasgos de gente cerril y ceporra. Sin duda las caras de los personajes de la película dulcifican un poco la imagen de estos sujetos perpetradores de los asesinatos que más conmocionaron a la sociedad española.

Los asesinos no tuvieron compasión alguna con las víctimas disparando a diestro y siniestro a toda la gente que encontraban a su paso. Para ellos los culpables de su desgracia eran todo el pueblo, y todo el pueblo padeció el crimen de estos energúmenos alimentados por el odio de sus hermanas. No pretendo hacer spoiler pero es evidente, ya que ese hecho es parte de la memoria colectiva de la España más siniestra. La foto final representa soledad y amargura.