decrepitud

Marilyn desmejorada 00

¿Te crees acaso que estás libre de la decrepitud? Los ancianos saben que todos a su manera tienen una decadencia dispuesta a los pies como una sombra que no se aparta por mucho que la intentamos omitir. Muchos dicen aquello de morir joven y dejar un bonito cadáver, pero hasta Marilyn Monroe siendo joven en la mesa camilla del anatómico forense dejó un cadáver sin luz y sin su cara angelical. Aquellos que comprenden la oxidación de la materia comprenden que no hay refugio con envase al vacío para la solitaria verdad casi lejana que los relojes acaparan sin remedio. No, hoy en día la belleza es un éxito que evalúan aquellos que no la tienen, por que aquél que aprecia su propia belleza es un ignorante de su propio cadáver, de su floreciente moho verde como el del pan blanco. Se acuesta una nueva muerte cada noche a nuestro lado pero es millones de veces la insistente muerte la que nos depura la soberbia con su esqueleto disparado a quemarropa. Nadie quiere la fealdad de las tullidas sentadas en la mesa misma en la que come el alimento fresco, la fruta de temporada, el pan de cada día. La flor de un día conoce la derrota temprana pero envejecer es una muerte con la prisa vegetal en el silencio de los cipreses en línea plantados para disimular el olor de la putrefacción. La dicha de los cementerios es la paz del mármol frente a la inmortalidad de la estatua. Leyenda urbana es que los elefantes busquen un cementerio para morir, la verdad es que la muerte, la decadencia, la enfermedad, la decrepitud está en cualquier lugar del cuadrilátero que pisamos, nos consolamos con el primer pestañeo de vida y creemos que la soledad es un hueso lejano que roeremos con todas las piezas dentales, porque no alcanzamos a ver que no pensar en ello nos ayuda a no mirar atrás. Pensar en la muerte nos redime de grandezas y vanidades.

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