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Capplannetta y el suicidio II

He pensado, de un tiempo hasta aquí, muchas veces en el suicidio. Y no lo hago por amor a mis padres, ya que después del gran sacrificio que han hecho para mi persona no puedo hacerles esa putada. Para evitar el suicidio pienso en lo que lloraría la pobre de mi madre, también mi padre. Sólo por evitarles esa parte descarto el acto del suicidio. También pienso en mis hermanos. Aunque no nos veamos demasiado sé a ciencia cierta que me recordarían siempre. Si me suicidara mi madre se volvería loca, literalmente. Mi padre se sentiría como la milonga de Antonio Molina, La hija de Juan Simón. Como si enterrara su propio corazón. Mis hermanos no levantarían cabeza. Nada más por la tristeza de mi entorno y mi familia directa no lo hago. Se poblarían de polvo aquellos muebles que mi madre pasaba el paño a diario, comerían comidas preparadas, ya que no tendrían ganas de cocinar. Se repartirían las cosas materiales y solamente heredarían deudas. Arañarían la culpa a los inocentes, y buscarían respuestas allá donde no hubo jamás preguntas. Pienso que es fácil quitarse la vida, lo difícil es vivirla, y aunque a veces la vida sea un montón de tropiezos y asignaturas pendientes para septiembre, la vida es bella. Porque puede que hoy tengamos un día malo, pero quizá al transcurrir unas horas, o al día siguiente, las cosas mejoren. Suicidarse es precipitarse. Ya no digo anticiparse, que sería mera cobardía, sería un acto precipitado del que cuando llegáramos a la nada, solamente estaríamos abocados a la nada más profunda. Suicidarse por cosas materiales es una verdadera tontería, lo que realmente sería una tragedia, es la de suicidarse por hacerlo a una edad temprana. También por dar una lección por despecho o resentimiento.

Capplannetta y los buenos momentos II

Éste post es un homenaje a esos buenos momentos que la vida nos depara y por circunstancias ajenas a nuestra naturaleza no podemos disfrutarlos. Hay en esta vida momentos en los cuales te quitarías del medio, pero por muy mal que lo pasamos en el naufragio o en la tormenta, después, siempre viene la calma, y todo es paz y ves la vida de otro color. Yo he tenido momentos en los que las llagas en el corazón persisten de manera rutinaria. La felicidad está sobrevalorada me decía hoy mismo un amigo. Y yo lo suscribo. A veces nos equivocamos con las personas y exageramos de cara a la ignorancia, pero una cosa es cierta: no cambiaría mi vida por la de nadie. En algún momento he tenido un ángel bueno que me ha reinsertado en el camino del bien, y de la paz necesaria.

Existen momentos en la vida en que no te das cuenta de que te roban la cartera, la maleta o el ordenador personal, pero puede venir un alma samaritana y devolvernos el día arrebatado con una forma breve de simpatía. Debemos pensar que los buenos momentos son como huellas en la arena de playa y se borran solas al viento o al tiempo, que para el caso es lo mismo. Solamente nos acordamos de mayo cuando llueve. Si, por ejemplo, si nos falta el dinero, tratamos de encontrarlo. O cuando perdemos la Salud, o el amor. Nunca estamos felices del todo. Es parte de nuestra naturaleza, desde que el hombre se hizo sedentario. Ser para creer.

Quizá en un momento de mi vida perdí cosas en el camino, hablo de amigos, de cosas materiales sin importancia, pero a mí parecer lo que no hay que perder la cabeza y tener los pies en la tierra. Se puede ser como un niño de pañales ya en la vida de vejez, y se puede ser viejo de manera prematura. 

la red social (segunda entrega)

Tras el telón de azufre blanco y azul marino hay un tal Marck que te invita a sacar tajada, a ser un fariseo en ese variable algoritmo, a olvidarte del tebeo a la hora de cagar, a presumir por presumir pues para eso sirve toda red social, existen algunas excepciones pero en esta red de Marck todas las cuerdas tocan los fanfarrones, los fanfarrones nos enseñan los rincones y los detalles del hogar, tendrán problemas, pero ¿a quiénes les importan los problemas que uno tenga si tengo rincón para mostrar?

¡Ay! Las casas, qué pesados se ponen enseñándonos su casa, también foto de familia aunque sea ésta un tanto chabacana, nos enseñan el culo, el abdomen, la cara con las legañas, nos enseñan su mundo burdo y lo que es respirar en pijama, nos enseñan su karma duro, se despiden tras una ardua jornada, retransmiten su vida sin hacer uso de la palabra, presumen por presumir de regalos de navidad, del cumpleaños de mañana, aprovechan la oportunidad y nada se les escapa, no presumen de escribir sin faltas, tampoco presumen de ocasiones que pintan calvas, presumen porque presumir no cansa y despiertan quizás envidia y rabia, si presumes de artista, de poeta, de cultureta, de en algún tema de letras o ciencias tener mucha maña, te mandarán al ostracismo sin tener mérito tu causa, pero si presumes de cosa material o de que sales fuera de pitanza, rezadle a la siembra de Dios que del salmo verdadero ya se ocuparán mis pausas.