
…y de la vida sacarás en claro que hay y habrá momentos malos y que los buenos duran muy poco, poquísimo. La vida ahora es dura pero puede ser peor. Cosas como la lentitud de los días de plomo en el alma, los días de muerte y pérdida. No quiero ser pesimista. Pero lo que más detesto son las órdenes. Los fanáticos de la lengua envenenada, la guerra del silencio. El silencio es un motivo de desdicha cuando te haces a cuadros el corazón. La virtud de los que lloran es que lloran, pero otros no pueden llorar, les nacen burbujas en el cerebro. Los amarran a la cama. Son los desheredados del milagro y del mañana. Y todavía hay quien dice que la vida son cuatro días. Serán cuatro días, pero dos los pasas durmiendo y uno y medio bajo el yugo de tu propia y ajena esclavitud. La grandiosidad de los hombres libres. Hombres que son un silencio encubierto. La suerte de las criaturas que apuestan por una noche de placer y la noche se marcha y luego aprendes o tratas de volverlo a entender. Poetas presumidos, con papel de calca en sus poemas, juegan a entretenernos mientras tanto. Todos aspiramos a la gloria que nadie conoce. Pues poco importa que hablen mientras estás muerto. Sólo nos queda medio día, a veces un cuarto, otras cinco minutos. Según algunos está vida está repleta de pequeños placeres. De cosas favoritas. Pero la verdad es que venimos desnudos y nos vamos sin cuerpo. La vida parece un escarmiento, y a veces lo es. Es tan nefasta como corazones marchitos de dolor espinoso. Cómo caerse a un cactus, como una sombra que viene a por ti. Te acabada encontrando y no hay más que cadenas, todos llevan la suya…