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La noche esencial

Efluvios de noche azul me subían por la piel. Un corazón que no es de nadie, tampoco debe serlo para tener compañera. La luna tan blanca, tan resplandeciente me enseñó una mirada, pensamiento, y lluvia fina de mar durmiente. Yo no creo en las casualidades. Pero es casual recorrer el mundo sin improvisar simulacros ni auroras protocolarías. Hay un mundo viejo que nadie puede cambiar, por más que se lo propongan, todo es inútil. En las ciudades cercanas al mar y a los ríos hay un aire que te ofrece el crepúsculo. Ese crepúsculo embriagador de sutilezas y mundos como el resplandor. Se oscurece la noche de verano y todo el fragmento de suerte se queda solo en la calle. Como un despertar triste. Solitario ya nadie quiere conocerle. El miedo es muy mal consejero. El miedo abarca el espejo frente a otro espejo. Y la imagen es infinita. Cuando la noche emite un vapor a jazmín y albahaca será el momento preciso para saber y pensar que estás en tierra de indio. Indio que sabe a pulpa hecha carne. A indio que es miel afrutada, y ají panca. Si vas al Océano Pacífico verás una batalla en sus olas. Dizque no eres feliz, que has visto por ahí raya de espuma blanca en el agua y en la Tierra una cicatriz. Dicen que ya no sueñas. Que duermes desvelada. Dicen cualquier cosa por que hablar fácilmente se habla. Eres el final del verano indio. Aquel que empieza en enero y en su hemisferio tenlo presente. No habrá más verdad que la de tu patria. Soñar es gratuito, yo he soñado que de mi ausente. Flor del fermento de chicha jora, mazamorra, picarones, las matinée no son lo mismo sin las risas de colibríes en la garganta.