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Capplannetta y la necesidad

Se ha escrito mucho sobre las necesidades precarias que han sufrido algunos de nuestros escritores de renombre, tanto de España como de Latinoamérica. Es importante decir que es triste en cualquier persona las necesidades en productos de primera necesidad, hecho que se está viendo en los anaqueles de los supermercados venezolanos, como también en Cuba, pero esto no debería decirse que es una aberración propia de sus gobernantes, sino del bloqueo que sufren estos países cada uno en sus particulares circunstancias. Recuerdo la anécdota de que Juan Carlos Onetti vino a España, él y su mujer se guardaban los panecillos para la cena, panecillos que podía coger quienes le apetecieran, ya que eran actos sobre literatura, donde la necesidad de este escritor hacía cierto acto de presencia guardando para la cena esta comida que seguramente fuera a la basura después del acto. En otras ocasiones también se ha hablado de la necesidad sufrida por Gabriel Celaya al final de su vida, hecho que me lleva a decir aquello de “las vueltas que el mundo da”, ya que él tenía una empresa familiar que fue a la ruina, como tantas empresas que entran en banca rota, pero como de la poesía no se vive, aunque sea está un arma cargada de futuro muchos poetas pasan por distintas necesidades, a veces la soledad, otras el ostracismo, y otras tantas otras la necesidad de llevarse algo a la boca, otros poetas en menor consonancia con el de la literatura, y sí con el mundo de la escena musical, como era el caso del Gato Pérez, lo llamaban telefónicamente acreedores, ya que Gato Pérez estaba plagado de deudas. Implico a la figura del Gato Pérez porque yo sí lo considero un poeta, tal vez por lo magnífico de sus letras. 

Capplannetta a contracorriente

A veces me gusta discrepar en contra de una opinión que no me cuadra e invito a la polémica, mucho mejor en la escritura que en la charla, aunque no pretendo ser como un burro obcecado en una idea pero tampoco un polemista. Me vienen a la cabeza esos versos del poeta granadino Federico García Lorca, siempre Lorca, de …El barquito de vapor está hecho con la idea que el echándole carbón navega a contra marea… estos versos que pueden parecer meras rimas facilonas, están plagadas de simbolismo y de realidad, realidad que yo me atribuyo, pues ese siempre ha sido mi talón de Aquiles, por ello muchas veces me pregunto: ¿se pueden aplicar parámetros políticos a la literatura que se escribe hoy? O por el contrario ¿Podemos entender la literatura de este presente como algo aleatorio a funciones como la social, la psiquiátrica o lo emocional? Porque creo yo, que ahora, tal y como está el mundo, ser políticamente sentimental es un plato frío que no se come nadie y el que se lo come lo hace recalentado. Yo creo que toda literatura sienta sus bases ya sea en lo político, lo social, y lo psicológico, sino tengan ustedes en cuenta los escritos de Ramón María Del Valle Inclán o Dostoyevski, o el Antonio Machado de su etapa última, así como si nos cruzamos el charco, nos topamos con Gabriel García Márquez en su novela Cien años de soledad o en otro aspecto los cuentos de Juan Rulfo, incluso Juan Carlos Onetti y (Los ríos profundos) José María Arguedas, como también la obra biográfica de Reinaldo Arenas tiene (no toda) un trasfondo político y social, se habla de socialismo contra el capitalismo, haciendo una comparativa vivida en propia persona, como también las crónicas de Pedro Lemebel, aunque sí nos vamos a una forma de narrar más social haciendo hincapié al mundillo de los escritores encontramos a un Roberto Bolaño y en la misma línea a un Enrique Vila-Matas. Ay, amigo, mejor escribir sobre lo social, sobre la poesía de la experiencia, tal y como ya hicieron otros antes que nosotros mismos. Nadie es más que nadie, en eso tenéis razón, nos aplicamos el cuento. Si yo escribo sobre un uno por ciento, desde mi ignorancia, y desde lo poco que suelo leer, eso, amigo mío, es ir a contracorriente y por ende contrarrevolucionario, y ese es el grano en el trasero de los verdaderos moralistas dictatoriales, que suele haberlos conociendo por encima el tema de la censura, en todas partes cuecen habas.