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Capplannetta y la Catalunya actual

Pienso muchas veces en la opulencia actual, aunque muchas veces desagradable, en la Catalunya del hoy. Entre inmigrantes y nativos, entre charnegos y autóctonos, hemos creado la Catalunya actual. Sobre todo se puede dilucidar en la Barcelona de hogaño. Me vienen a la cabeza una multitud de escritores, intelectuales o artistas. Uno por ejemplo es Juan Marsé. Su mapa de la antigua Barcelona y la más reciente, la hacen apetitosa, atractiva y diferente.

Esto que he dicho es visible en muchas ciudades de España. Ciudades que unas conozco y otras no conozco nada. Pero la mayoría desprenden una impronta de modernidad y virtud únicas que las hace bellas a los ojos del visitante. La Catalunya de ahora tiene su cabeza visible en la Barcelona pro olímpica. Sin duda en los años de olimpiadas la ciudad se restauró por completo. Y tiene consigo una magia y un carácter innovador en algunos lugares y medieval en otros. Pero esto le ocurre a muchas ciudades de España, vuelvo a repetir. Hubo un tiempo en que Barcelona era conocida por el nombre Rosa de Fuego debido a su pasado anarquista y rebelde. El lugar que le corresponde a Barcelona, no ya como Rosa de Fuego, sino por la Barcelona de Ocaña, el anarquista Facerías, por sus moublés, por la Gauche Divine, y por su acogida a gentes de cualquier lugar del planeta, la han hecho cosmopolita y atractiva.

Muy poco atractiva y nada exuberante sería Barcelona sin estos aspectos, empezando desde los años cincuenta a la época actual. Los que hemos visto la Barcelona olímpica no podemos olvidar la gloria y la belleza de aquellos años noventa que la ciudad lucía. Una ciudad atractiva la componen sus gentes y su miscelánea atrayente e inverosímil en comparación con otras de un parecido esplendor. Pero Barcelona no es sólo la emblemática ciudad, es también el extrarradio que gira en torno a ésta. El extrarradio de Barcelona es el hogar de la Catalunya charnega. Muchos charnegos han adoptado la lengua, las costumbres y la identidad catalana. Ese es parte de su poder. La capacidad de acogida que tiene la ilustre Barcelona hoy en día. Los hijos de emigrantes de segunda y tercera generación se han adherido a la Catalunya actual debido al carácter hospitalario de los catalanes, y porque ellos han adoptado las costumbres catalanas por sentirse gente del pueblo, o en catalán, gent de la vila y eso es debido a la gran hospitalidad y sin imposiciones por ningún tema como la lengua, la educación o la cultura tan rica, a la vez que plena. La gente del pueblo catalán, desde el Pagés lleidatá, hasta el emprendedor empresario de Barcelona, han dado con gran generosidad hospitalidad y hermandad a todo aquel que venga de otros lugares. Es aberrante los que ponen el ejemplo de estos emigrantes como soldados del gran caballo de Troya, ya que ha sido una inserción generosa y agradecida por ambas partes.

Capplannetta y la cola del mundo

En algunas partes del mundo hay una cola interminable. Es el cansancio de hombres y mujeres que buscan alivio en el camino y esperan, ya que la vida es una larga espera. En los países sin oportunidades hay una cola de aquí a Lima. Muchos buscan parentesco y en la sangre coagulada de espesura, y se tapona la cola y la gente cansada y asqueada de llamar a todas las puertas se dan de bruces con otras puertas, entre el papeleo y los funcionarios. Embajada o consulado, van en cola tan despacio que sudan la fiebre amarilla de los que sol no conocen. En este mundo hay demasiados intereses en juego. Pero tienes que colocarte justo al final de la larga cola y se parten la espalda entre la súplica y el halago. Sumisos ante los escalones del mundo. Suben y bajan, la asfixia por otro lado, la infamia y la ignominia, la verdad del mundo es la cola. La cola que se hace larga e interminable. Se desesperan pero resisten, resisten pero se fatigan, se fatigan y se cansan, de la lentitud de la cola y del delirio del mundo burócrata. Este mundo es una mañana consagrada a la verdad que lame con lengua de gato los suspiros solitarios, las esperanzas huecas, y necesitan oxígeno para bucear en los océanos que no dan abasto. La cola es una serpiente que quiere por encima de todo un sí, y en el no caen rendidos como si el cansancio ya no pudiera respirar en ninguna otra parte. El vicio de la derrota es que no te deja relajarte. Se cierran los calabozos con fachada de residénciales. Te ponen un sello de oropel y blasón como estandarte que te llega rodeando una manzana, una cuadra, por donde no cabe más nadie. Se le puede llamar al mundo victoria entre guerras, historia de lo que es saciarse. Quieren salir para desde lejos echarla de menos, con sus padres de la patria, con sus madres atadas a sus hijos. Te lo puedo decir porque lo he visto. Mientras tanto la gente celebra con el espinazo del diablo, y es largo, tan largo, que parecerá que murió la serpiente al desplegarse la tarde. En algunos países cuelgan cacao, en otros negros en los magnolios y en ninguno cuelgan billetes a pesar de que eso crean los que tienen la necesidad domesticada. De esos gregarios humanos y huérfanos de patria se puede oler el cansancio como el que huele a sudor camuflado con la artimaña. Dejad la súplica, el mañana vendrá luego con una esperanza que agoniza mientras el mundo les aplaude.

Catarsis

por que no

Cuánto echo de menos las tertulias hasta bien tarde donde se fumaba, se bebía, se discutía en voz alta, se diseccionaba con objetividad la obra de un compañero, se cantaba, se reía, se recitaba, y todo eso rodeado de un sinfín de columnas de libros, ya que el local era el almacén de un editor independiente. Después cuando fueron enfermando debido a la vejez, ya que muchos fueron víctimas en primera persona de esa Guerra (in)Civil, salíamos al bar y en las terrazas de un bar de comidas gallego nos quedábamos hasta el cierre. Aquello eran buenos tiempos. De todos los compañeros de tertulia solamente mantengo contacto con uno, con Juan Antonio Herdi, ya que con él comparto la redacción y la edición de una revista llamada Nevando en la Guinea, los demás algunos andan por Facebook, otros están apartados de las redes sociales, otros están a merced de los años y lo que eso conlleva, y otros están ya fallecidos. La tertulia no tenía nombre, pero como publicábamos trimestralmente un número de una revista llamada Catarsis, la tertulia también se llamó Catarsis, pero lo bueno dura poco, la economía y problemas de tipo burocrático acabaron con esta práctica. Quería hacer este breve homenaje hacia las tertulias con humo en sus reuniones, con la euforia de la bebida en la que algunos se entregaban con pasión, a una tertulia como está mandado, ahora se cogen la minga con pinzas.