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A Lluis Ricart, in memoriam

El vértigo que me produce esta altura de entresuelo, este pañuelo anudado en el cuello, este caminar sin quererlo, esta elegía sin consuelo, pues perdí hace tiempo el resuello y no tengo ya más. Sucumbo a las reglas del juego, sin conocer las reglas y todo lo que en vida dirán, y perdí la calma y perdí la máscara y perdí la cefalea en mi cráneo de lo que dejaste al irte a no sé qué lugar, pero en la vida cruel más de cien derrotas en nuestro destino estarán. Digamos que hoy me acuerdo de ti. De tu voz en paralelo, en esta muerte fría que dejaste al marchar en tu duelo. Hiciste lo que hacen amigos buenos, pedía y pedía, y tú me ofrecías una silla como diván. Hablabas bien de mis poemas, pero los preámbulos a las estratagemas calman la sed que dejé atrás. Estamos hechos para ser muertos, aunque no para olvidar, y esa es probablemente la paz, la paz de los hemisferios y existe tu don de la palabra en tu belleza y la otra sutileza de la tranquilidad. Esa que yo espero y espero, estar muerto no está tan mal. Busco tu voz en los recuerdos, y en las cassettes encuentro tu desinteresada bondad. Últimamente persigo tu voz y tu rapidez tras el silencio. Eras un artista de la palabra escrita, eras un rapsoda de la dolce Vita del corazón hasta la yugular. Ya no se te escucha en la efímera hora y media, donde agonizamos todos por igual. Esta vida es liturgia contrita, pues lo que el hombre no te quita, el caminante y el camino te lo quitará. La desmesura de la poesía es tan parecida a la locura, que las verdades duelen pero es vida y ningún paso marcha atrás. Me devolviste los libros, me apreciabas y yo te apreciaba igual. No me olvidaré de ti jamás, eras bromista, mantenías un tono constante, ya no son los tiempos como cuando antes. Ahora son un incendio en la plata donde pesan los desastres. Pesa la vida, pesa y no hables, aunque si callas te echarán del baile. Un chico joven era, hasta que con tu repentina muerte te marchaste. La carne se hace silencio y el sueño inquieto del caminante. Lluis, Lluis Ricart, eras un amigo, y generoso quizá de más. Ya no recitarás mis versos, y yo no querré otro rapsoda tan singular. Me abriste una tribuna, mi voz temblona me causa hoy cierta vergüenza sin par. Dame un consejo,, viejo amigo, los reyes de toda la zona no escuchará al gran Lluis Ricart. Era buena persona, Dios los cría y ellos se juntan, aunque esta evidencia zurda es un responso en tu Barberá. La ciudad me sigue los pasos, me aconsejo huir de fracasos. Me aconsejo tu sonrisa que más que miga es puro bocado de pan.

Ser contemplado (A Antonio Flores, in memoriam)

Puede que haya momentos en que pierdan la esperanza. La esperanza es momentánea, como beberse un cubata o como hacer el amor. (…) mil cuerpos desnudos te contemplarán (…) canta Rosario Flores por boca de su hermano Antonio. Y verdaderamente es así. Hay personas que nacen para ser observados. Para ser contemplados y gustan éstos de ser mirados. A pesar de que pierdan la esperanza. Pero repito: la esperanza es momentánea. Hoy puedes estar eufórico y mañana hecho un poema triste. Cuando te miran te siguen mirando mientras vean una verdad en tu mirada, como denoten en tu mirada la hipocresía de los ojos que fingen pierdes el crédito y dejan de observarte. Por eso (…) pájaros vuelan en su cabeza, suben y bajan como una flecha, son de colores sus fantasías (…). Esta canción es buenísima. Refleja muy bien el hecho de ser contemplado, y tiene imágenes tan metafísicas como certeras y conscientes. Gran compositor Antonio, un verdadero poeta que musicalmente tenía el don de componer divinamente.

Susi Underground In Memoriam

Si no hubiera sido por las correcciones que me hizo Susi Underground en un agosto del 2022 ahora me tendría que gastar una pasta. Ella era anarquista, revolucionaria y, según ella decía, padecía un estigma social que la limitaba en las relaciones de tú a tú. Era fantástica amiga. Me hizo las correcciones íntegras de mi novela ya publicada en Ediciones Vitruvio. No la olvidaré NUNCA. Era totalmente altruista. Murió sin sufrimiento. De muerte súbita. Para ella van dedicadas estas palabras. Quisiera añadir que no la olvidaré nunca. Me hizo un gran favor, la invité a que se pasara por casa, pero siempre me daba una justificación que yo entendía perfectamente. Una gran amiga que no olvidaré.

Juan A. Muñoz Fuentes (In Memoriam)

Creo que es ahora el momento, el momento idóneo para decirte aquello que no te dije en vida. No fui ni al crematorio, ni a verte al hospital. En realidad no era muy consciente de que estabas tan enfermo. Pero bueno, quiero recordar los bellos momentos vividos contigo, que han sido muchos. Recuerdo nuestras tertulias con vino blanco y cigarrillos. Recuerdo haber ido a buscar rebollones en la temporada, y lo generoso que eras conmigo. Me diste en vida muchos libros. Libros que conservo con gran estima y aprecio. Eras un hombre de campo, de bosque. Te gustaba la naturaleza en tierra firme, no veo justo que tiraran tus cenizas al mar, yo hubiese tirado tus cenizas a un bosque donde se escuche el jilguero, el chamariz, el ruiseñor, donde eras libre. Salías a buscar espárragos trigueros y venías con un manojo enorme. ¿Recuerdas aquel día en que nos cayó un rayo a unos cinco metros de distancia? Una bandada de patos encontramos más tarde que marchaban desde la balsa del campo de golf hacia el Parc Catalunya. Te gustaba trastear con las plantas, tenías muy buena mano, estaban hermosas y vivaces. Te enfadaban los silencios cuando hablábamos por teléfono. Lo veías como un gasto inútil. Recuerdo cuando me llamabas nebot y te reías con esa risa fresca que daba gusto contemplar. ¿Ves? Al final no fue nadie a tu funeral, tantos amigos que iban a buscarte y luego en las malas ninguno de ellos estuvo. El que sí estuvo fue el David, el rubio de la sala de máquinas. Bueno, yo tampoco fui, no puedo hablar. Pero yo, ya me conoces, no soporto ningún funeral, ni de amigos ni de nadie. En fin, espero que seas parte de la naturaleza, aquella que tanto amabas y tanto te apasionaba. Vuelvo a repetir, eras hombre de campo, y amabas la naturaleza, te encantaba estar rodeado de árboles, y cómo dijiste, viviste tu vida a tu manera, y eso es lo esencial de la vida, vivir los momentos como a uno le gusta vivirlos. Pasaste momentos malos, pero fuiste tú siempre, en lo bueno y en lo malo.

plegaria

Mi abuelo Jose (sencilla)

In Memoriam, José Muñoz Ramos.

No lloraré más tu muerte
Porque sé que tu reguero de vida
Es de libélulas brillantes de azules y amarillos naturales,
Sé que tu reguero de vida ha amamantado
De luces de alegría las viñas de mi sangre,
Los lugares por donde tú pasaste
Me hacen arrastrarme frente paredes
De manera verticalísima,
No lloraré tus zapatos nuevos, y tus cassettes
Me seguirán ante esta batalla blanda,
El hombre no es hombre sin su muerte,
La canción que nutren las auroras
Vendrán a recogerte con sus sábanas limpias,
Será, como doblar la ropa de cama,
Aunque morías en una camilla ante la solemnidad
Del oxígeno y el técnico tensiómetro,
Qué feos son todos los ataúdes,
Lleven cruz o estrella de David,
Con lo bonito que es ver la acequia en su chapoteo de mujeres bebiendo del licor que traen los autobuses
De otros pueblos, de no sé qué lindes,
El páramo donde lo sudaste es un secarral ahora,
Te diré, que los aviones traerán la partitura de tu suspiro, traerán los camiones grandes la anestesia de tu sueño a media tarde,
No lloraré más tu corazón destrozado, un infarto, es un infarto, toda la familia convulsiona tu hora, a la hora de tu hora, amén.