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Capplannetta y las cebras como simbología

Una asistenta que venía a casa me preguntó que porqué me gustaban las cebras. Y yo le dije: —Porque son indomables, viven en la sabana en peligro por los depredadores y además son de color blanco con mechas negras. Son la simbología perfecta de la esquizofrenia. Los esquizofrénicos somos luz y oscuridad. ¿Y qué símbolo mejor que la cebra para ilustrar la realidad de una enfermedad crónica? Una cebra simboliza a la perfección la dicotomía existencial de los enfermos psíquicos, ya sean bipolares o esquizofrénicos. Es una metáfora excelente y muy apropiada. Según la enfermedad que padezcas siempre habrá ciertos claroscuros y un animal bicolor, con los colores de un principio y un final, y viceversa, resumen la luz en el blanco visto con un prisma donde se perciben los colores, y en el caso del negro es la oscuridad y todos los colores a la vez unidos en un solo color. También es símbolo entre lo puro y lo oscuro, entre la noche y el día. Entre la infancia y la senectud.

Es un animal indomable, y aquel que lo monte metafóricamente es un enfermo del alma, un ser negativo y positivo. Es la base de los colores y la unión de todos. La esquizofrenia y otras enfermedades de la mente son partes de una existencia ambigua y con una carga cuantiosa de sufrimiento. La esquizofrenia no es miedo a los demás, es la mayor parte, miedo a sí mismos. Es la contradicción contra la razón. Puede ser verdad y mentira, ya que psicóticamente te llevará por caminos amplios y otros angostos. Sentirás alucinaciones equivocadas por el miedo psicótico y por la imaginación que pueda traerte o llevarte a la locura. Una cebra es un animal perfecto para creer en la vida contradictoria.

Capplannetta y el origen de la locura

El origen de la locura está en el mundo desde que el hombre dentro de su razonamiento dejó de ser animal para convertirse en humano. El origen de la locura hace un siglo era una condena al encierro de por vida, y tiempo más atrás eran condenados a la hoguera por la inquisición. Se creía que los locos estaban poseídos por el demonio y los quemaban en la plaza pública. Desde Freud (padre de la psicología moderna y del psicoanálisis) en adelante nunca se estudió la psique humana, era un enigma. Y aún se sigue considerando un enigma, ya que no se conocen los orígenes de la esquizofrenia y se intenta combatir por medicación oral, hecho que aún no ha encontrado la forma de curación plena, y está aún en proceso de standby. Están investigando si la esquizofrenia viene producida por patrones de conducta en el seno familiar, el entorno o la infancia. Pero el problema preclaro de la esquizofrenia es el tema de la estigmatización a la que son sometidos estos enfermos. Deben saber que no cualquier diagnóstico que contenga la palabra “esquizofrenia” (incluso vestigios de esta) es una esquizofrenia potencialmente peligrosa. Un enfermo con esquizofrenia no tiene miedo de la gente, ni de ninguna anomalía en conductas del exterior, simplemente el esquizofrénico tiene miedo de él, y no tiene miedo porque su temor sea hacer algún daño a otra persona, en definitiva, tiene miedo de su reacción ante conductas que el enfermo no puede controlar, tales como impertinencias o alguna actitud con efecto reflejo muy en consonancia asociacionista Es decir, la asociación de ideas. Ya que estos enfermos están en plena sugestión emotiva derivada de aspectos metafísicos. Es una disociación de la conducta que cambia sus costumbres habituales por actitudes de deterioro emocional, volviéndose cada vez más hacia el abandono personal. 

Capplannetta y el estigma social

Fuego a tierra

Muchos se conforman con ser mero actor secundario en esta vida repleta ella de protagonistas. Cada uno vive su vida a su manera, yo me conformo con ver la vida venir, en dar un diagnóstico antes que la enfermedad lo mate a uno, es difícil a veces, influyen demasiados factores a la contra, pero hay cosas tan evidentes que te saltan a la vista. A veces tener demasiado protagonismo te pone delante ante lo elemental, alguna gente no siente vergüenza ajena, y menos de sí mismos, por ello les encanta la exhibición, pero los hay a quienes los calas con que abran la boca o con verles la cara. Yo, por educación, callo. Por eso dirán aquello de quién calla otorga, ¿y qué se otorga? El beneficio de la duda. Es mejor darle a todo el mundo el papel de presunto, salvo a los que no tengan ningún perdón, ¿y qué hecho en la vida no debe perdonarse? Dos, a mi parecer, son las cosas que no perdonaría jamás, la ingratitud y la barbarie vista con ojos de hombre noble y justo. Yo he podido pecar de muchas cosas en la vida, pero nunca de ingrato o bestia, aunque el adjetivo bestia está visto desde una visión impropia de bestias humanas, yo llamaría bárbaro al que daña a un pueblo, al bellaco, al que origina un holocausto, o una masacre. Eso para mí es deleznable. Por eso hay personas que no merecen la vida, aunque se las perdone, porque éstos están desprovistos de humanidad. Lo que es penoso es juzgar a una minoría enferma (enfermos de esquizofrenia ejem.) porque aquel que padece de la misma causa que esa minoría haya cometido una barbaridad. Eso es injusto, y produce una estigmatización social nada agradable.

allergic?

allergic

A estas alturas del baile diré, aunque no sea necesario decirlo, que sí, soy parte de ese 0,1% que en vigilia arde de viveza con la luz encendida de su casa mientras los demás, el resto de la gente común, duerme plácidamente. Soy parte del 0,1% y escribo para ese 0,1%, por eso no tengo aspiraciones de gran literato, ni de poeta, aunque sí las tengo en mis collages. Escribo para ese 0,1% por que soy parte de él, respiro y vivo como él, un 0,1% de esquizofrénicos que no asesinan a nadie, más bien se asesinan a sí mismos, es como aquello que decía Un gran filósofo alemán, no escribo su nombre para no parecer esnob y por que no sé escribirlo, él decía que en el mundo había dos clases de personas: los atormentados y los atormentadores, yo lo suscribo, pero mi minoría es aún más minoría. No soy ni un poeta ni un escritor de éxito por que es inaguantable para los demás hablar de lo que yo hablo. Se duermen como aburridos y no aguantan ni las diez primeras páginas, por que les duele, por que no son masocas. Para esos escritores que se adhieren o se amoldan a la ley de los más, para vender más, para llegar a poder ser recordados, para perdurar, para la excelsa gloria, yo les diría que se hagan una purga, les preguntaría si no están podridos por dentro, yo, al contrario, duermo como un tronco, por que para qué voy a intentar hablar de éste o el otro, para qué amoldarme a una corriente literaria si mis principios son otros. Este tipo de gente tiene unos principios, pero también tiene estos otros, esta frase la dijo el gran Groucho Marx en una de sus películas. Pues yo tengo estos principios que unidos estos a mi poesía son de acero inoxidable, no me importa lo que el vulgo piense o diga, lo que me importa bien me quiere, todo lo demás es fachada y ganas de aparentar. Ya a mi edad ya he visto demasiadas veces las marionetas y sé que el lobo siempre pierde, aunque en la vida real siempre gane. Por eso, yo y mi 0,1% de lectores somos felices curándonos solos las heridas, dicen que en un futuro esta cifra se incrementará, me parece genial, para qué ser hipócritas, más gente el club de los misántropos conllevará a que seamos una secta secreta como las logias masónicas, o una especie de templarios venidos a menos. Cuando empecé a escribir me imaginaba llegar a ser un Neruda, un Kafka, un Lorca, pero nada de eso es cierto. La verdad es que soy un poeta valiente, de aquellos que ya no quedan, muchos exigen el verso corto y conciso, a mí me gusta ser más barroco, por eso reparo tanto en el detalle, en la extensión, y casi siempre hablo de mí, cosa imperdonable para algunos poetas, que prefieren dejar estos a más de uno sin resuello. Si yo he hecho algún daño pido me disculpen, cuando he querido ejemplarizar, o poner una metáfora visual o sonora siempre he tratado de que nadie salga perjudicado, y si ha salido herido lo he sentido, por que ningún poema, ninguna tinta escrita vale el dolo de cualquier semejante, sea este de la condición que sea, muchos se aplican el cuento de mal de muchos consuelo de tontos, yo al ser un poeta outsider me considero parte de aquellos que profesan el mal de pocos consuelo de nadies, sí, consuelo de nadies, eso es mejor a llevarte a unos por delante mientras la mayoría goza y se regocija, eso está muy feo, pero hay que vender libros como churros, los escritores que de verdad son libre pensadores, tienen que tener además de soledad, cojones para soportarla. No pretendo ir de poeta maldito, esas fórmulas ya tienen el barniz viejo, yo prefiero denominarme como poeta del 0,1%, ahora que estamos en momentos donde suena más la cifra que la palabra, y el lamento más que la risa abierta.