
Se aconseja por parte de los escritores que pongan en negro sobre blanco más ficción y menos prosa autobiográfica. Yo creo que ahora lo que predomina es la autoficción, aunque en el mundo literario se detesta. Tienen aceptación las novelas históricas bien documentadas, aunque cuando tocamos el tema biográfico con el trasfondo de la experiencia propia, lo mandamos a galeras. Y ahora se escribe mucha autoficción, pero los críticos la detestan (repito). ¿Acaso Enrique Vila-Matas no tiene su roce con lo biográfico? ¿Es la ficción un género literario que a cierta edad nos aburre? Son dos preguntas distintas, aunque con la misma respuesta: la ficción a cierta edad carece de público lector a edades maduras por que ya hemos visto los hilos del títere y ahora queremos saber más acerca de los titiriteros. La ficción está repleta de influjo autobiográfico. Acuérdense de los personajes y las historias contadas por Dostoyevski, o Virginia Woolf, o Marcel Proust, en toda la literatura no hay ningún escrito de género ficción que no tenga unas gotas de realidad o de autobiográfico “guardando siempre las distancias”. ¿Acaso no roza la literatura de Galdós, Pío Baroja, Valle-Inclán, Alas Clarín, toda la generación de prosistas españoles de mitad del siglo XX, como también los escritores franceses como Victor Hugo, Balzac, y Flaubert en sus novelas con tintes de realismo, al igual que en Sudamérica y Norteamérica? ¿Acaso Bolaño, Zambra, y Lemebel no parten del realismo? Es indiscutible, todos estos escritores han mamado de la realidad de sus días. Es la literatura una experiencia que trasladamos al papel con restos de ilusión fantasiosa, la acomodamos, la retocamos, la exponemos al lector usando trucos, herramientas, trampantojos, digamos que es diseñar una realidad para hacerla bonita a la vez que verosímil. Se aconseja no usar demasiado la realidad porque pueden usarla en tu contra en todo momento, y para eso hay que estar bien amarrado a la propia personalidad de que disponga cada cual. El público es respetable, aunque el mundo literario está repleto de envidias y vanidades. Existe un tufo de mala leche en el nepotista mundo literario que da hasta vergüenza. Es como decir el pez grande se come al pequeño, pero además que escritores no leídos se convierten en aduladores de los sí leídos, que éstos últimos tienen el ego demasiado endiosado. Truman Capote es ejemplo del éxito en su obra literaria realista; todo roza realismo.