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Capplannetta y el primer amor

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Hace muchísimos años que no sé nada de ella, no quisiera verla, por timidez o vergüenza, pero no la puedo olvidar, ya que ella ha sido mi primer amor, no el más duradero, pero sí el más intenso. Recuerdo cada momento amoroso, de diversión, y también de placer. Yo para ella también fui su primer amor, eso es algo maravilloso. La inexperiencia, la inocencia, la primera vez, los besos llorando de amor y alegría al unísono, sus lágrimas de oro en aquel bar donde cortamos, mi verdadera y primeriza sensación de un amor correspondido, la pasión vivida cuando no estaban sus padres en casa, la entrega total por ambas partes, el primer amor no se olvida. El amor primero es pasional, quien lo probó lo sabe. La vida nos ha llevado por rumbos distintos, ella tiene hijos, yo no, ella es atractiva pues se ha cuidado, yo me he estropeado tanto que ahora se puede alegrar de que cortáramos aquel día en aquel bar. Yo me quiero, pero me gusta vivir con plenitud y me gusta comer, no en exceso, pero me gusta degustar la comida, la buena comida (aunque también la comida basura, como suelen llamarla). Me gusta el buen vino, aunque también la cerveza y otras bebidas espirituosas. Eso, y las drogas, han hecho mella en mí, en mi físico sobre todo. También psicológicamente. Pero ella no ha tenido culpa alguna, todo ha sucedido por mi mala vida. No voy a contaros gran cosa, sólo diré que cuando se vive el amor de esa manera te acabas arrepintiendo de errores cometidos en un pasado, errores inducidos por las ganas de vivir a toda prisa y querer probarlo casi todo. Todo tiene un final y un límite, es preciso saber encontrarlo, yo no lo supe encontrar, quería vivir deprisa y acabé por ser un bala perdida, aunque la vida me ha puesto en mi lugar. No estoy mal, hago todo aquello que me gusta, sin importarme el qué dirán, aunque se piensa y se piensa que hubiera podido pasar si esto o si aquello, y no se llega a una buena conclusión, las cosas pasaron y las cenizas se apagaron, ya nada puede renacer de ahí.