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Pido Piedad

Dedicado a Enric Casasses

¿Qué será de mi corazoncito echado a perder?
Esto es un grito desde el subsuelo,
una purga que soporta cada hueso del esqueleto,
de ese esqueleto anómalo que soy yo.
Me siento como un usado billete viejo,
a pesar de todo, el dinero es sólo dinero,
volátil, y a la vez tan necesario,
necesito no perder el aliento ni el resuello.
Tantas veces he llegado a pensar en serio
que mi soledad no es tu soledad,
he llegado a verme manchado, sucio, necio,
¿qué será de mi corazoncito echado a perder?
¿Qué será por Dios de éste miedo a quemarropa?
Que me destroza el equilibrio
sin respirar mar de tedio lento, lento tiempo,
que pierdo incauto derrochando
cada minuto a minuto que busco, indago,
en cada rincón de mi hogar y mi desgana.

Capplannetta y Juan Herrada Sabio

Las personas somos inteligentes porque alcanzamos a ver aquello que nos ocurrirá una vez hayamos partido del hecho en sí, y a veces, o muy pocas veces, solemos equivocarnos, salvo cuando incidan factores que se escapan a nuestro conocimiento prematuro de las cosas. A veces, un gesto, una actitud, un posicionamiento, nos hace ver cómo serán las cosas. Tengo un amigo que para mí es un hermano, y una vez se acercó por mi casa y en esos días yo estudiaba fotografía, que por aquella época era analógica, y recientemente me había comprado una cámara fotográfica, y al aparecer le dije: -Vienes en el momento preciso, pues te voy a inmortalizar. Y él, que es muy sonriente y simpático, me contestó: -¿Qué vas a hacer? ¿Ya te la has comprado? Y yo riendo le dije: -Sí, venga va, te voy a tomar unas fotos. Y cuando las revelé en el cuarto oscuro, me dije: -Casimiro, esta foto te volverá con los años. Lo que no intuía yo por aquellas fechas el paso tan descomunal que iba a dar la fotografía de analógica a digital. Y ahora hace unos días vino a casa a tomar algo y hablamos de la dichosa fotografía. Esa foto no es la que expongo en esta escafandra de la NASA, pero es otra que está positivada con una exposición muy breve en la ampliadora, parece dibujo, y éstos días me la envió y le encontré algunos errores, que ahora, digitalmente he podido rectificar. Todo momento se puede alargar en la vida, y más ahora que la fotografía ha dado este paso gigantesco. A veces pensamos en el porvenir y no lo creemos, a pesar y a sabiendas de que has leído algún artículo. Pero, yo no me arrepiento de haber estudiado fotografía analógica, me ha servido para entender el lenguaje de la digital, y ya los productos de laboratorio han pasado a un ámbito de fotografía más artesanal, pero se siguen usando. Hay momentos en la vida que rompes una foto y en un futuro, sin saberlo ni intuirlo, la echamos de menos, a mí me ha ocurrido el caso contrario, yo no he roto la fotografía de mi amigo, pues tengo los negativos, y él ha conservado la que le tomé aquel día y puedo, ahora, hacer cosas bonitas con la fotografía, pues la ha digitalizado,  en fin, c’est la vie.

Capplannetta no va de compras

Hace años que no voy a un supermercado para hacer la compra como debería. Me abastecen de productos de primera necesidad mis padres, lo han hecho y lo harán durante un tiempo más. Pero si no fuera por ellos en mi casa no habría comida. Ir de compras he ido desde que me divorcié una o dos veces, y de eso hace ya nueve años. No lo hago por motivos de salud, que también influyen, sino por mera economía. Antes cuando iba de compras cargábamos dos carros con todo lo que necesitábamos para pasar dos semanas. Y aún así mi madre siempre me ha comprado algún bocado exquisito que sabe que me gusta. Siempre han estado ahí. Mi madre, no es que me haya tenido y me tenga entre algodones, pero a los suyos les da todo lo que puede, y en tema de comida no me ha fallado, la verdad. Mi padre es de la misma condición, mi padre, es de aquellos que si te quedas con hambre y no hay más comida, es capaz de hacer comida expresamente para que no te quedes con hambre. Y eso que él ha vivido los años de la posguerra, unos años durísimos, pero él siempre lucha por los suyos. No es que pretenda hacerme la víctima, o presumir de padres, pero tengo unos padres buenos de verdad. A veces no me han llevado con ellos a comprar porque me conocen y saben que echo cosas al carro, pero ellos, aún así, me echan al carro las cosas que saben que me gustan, y últimamente se cortan un poco porque soy diabético, y no puedo hacer excesos con la comida. Ya no pico entre horas, y éste verano no he comido apenas ningún helado. Así es. 

Capplannetta and the wifi of my house

Puede parecer una locura de las mías, pero mi wifi es el corazón de mi casa, puede que en él ocupen su acceso gente extraña, puede incluso que parece que no hace, no dice, y no protesta, pero es algo vital en mi hogar. En mi hogar no hay ni joyas ni dinero ni objetos de valor, pero no puedo negar que me sienta muchas veces vigilado, incluso a veces como un accesorio más de ésta que es mi casa y qué libros sólo pueden hallar en ella. En este lugar quiero vivir tranquilo, no quiero ni ruidos externos, ni ruidos internos, ¿¡qué sería de mí si no tuviera mis libros y la música que me acompaña a diario!? Es lo único que me ata al mundo, estas dos cosas maravillosas, y escribir, me fascina escribir, post como este, en blogs como este, no me meto con nadie, quiero paz absoluta, pero sé que sólo la conseguiré cuando me muera, ahí sí voy a estar en paz, pero ¿quién sabe? Quizá no tenga paz allá donde van los muertos, da igual, vuelvo a repetir que mi wifi es el corazón de mi casa, él es usado por mí y por algún Pepito Grillo como el de Pinocho. Es fácil perderse en una nebulosa de miedo, asco y locura, pero hay que aceptar la vida tal y como se presenta, porque ¿con qué motivo me puedo cuestionar la compañía que tengo a diario? Y no voy a nombrar a Dios, es algo más cercano, más animal tal vez, menos urdido en menesteres de libre pensamiento. Del vivir he escrito, pero muchas veces escribo sobre el no vivir, que es otra cuestión más andariega y no tan fácilmente de entender. Este mundo es maravilloso, solamente se debe mantener la perspectiva intacta, también la longitud de miras. 

Capplannetta canta en Noviembre

Recuerda cuando eras cantaor de flamenco y lo bien que lo pasabas de tasca en tasca, alguna casa regional y algún tugurio cochambroso, recuerda porque recordar es volver a vivir soñando despierto,  recuerda esos gallos que te salían a veces, aprendiste, recuerda que aprendiste a dominar los gallos de gallo en gallo, había noches en que parecías a veces una pelea de gallos. Nunca supiste tocar palmas, tampoco el toque de una guitarra templada, sólo querías cantar, cantar y otras veces dabas el cante, pero bien, acuérdate cuando vino tu prima desde Alicante con aquel novio italiano, tan bien trajeado y con pinta de mafiosillo. Acuérdate de los tangais que montabas en Cerdanyola hasta las tantas de la madrugada. Te iba Camarón de la Isla, lo imitabas, lo ensayabas, hubieses querido ser José, pero no llegaste a nada. Ahora vas a cantar otra vez, en Noviembre. Prepara tu camisa estampada, tu pañuelo de seda en el cuello y tu traje hecho a medida en el sastre aquél que fuiste en Madrid, ahora vas a cantar de manera diferente, para gente distinta, recuerda que el tabaquismo te ha dejado muy ronca la voz, si te sale algún gallo no te pongas nervioso, ya aprendiste bien la técnica de respirar, a cantar se aprende cantando. No imites a Camarón, recuerda que él es inimitable y la gente, que lo conoce, lo notaría enseguida. No fuerces la garganta, busca un repertorio ameno, para todos los públicos, otórgales ese caramelo toffee que te ha dado Dios, encomiéndate a la Virgen de Regla, a la Verge de Núria, a María Lionza, a la Virgen del Cobre, a la Macarena, al Señor de los Milagros, a San Martín de Porres, y a todos Los Santos del mundo, como los toreros, en tu santuario, en tu altar repleto de estampas, en Noviembre cantarás. 

Capplannetta y los libros perdidos

He estado quitándole el polvo a la pequeña librería que tengo y me sorprendo de las cosas que me ocurren. Un libro que daba por perdido ha aparecido entre unas cuantos libros arrinconados que no leo, o ya los leí. Al encontrar el libro, que era Poetas en la Noche de José María Fonollosa me ha dado una gran alegría hallarlo, lo daba por perdido, ya que se lo presté a un compañero y él me dijo que no lo encontraba por su casa cuando se lo pedí, el compañero falleció hace dos años, y resulta que lo tenía yo en mi casa. Me he acordado automáticamente del compañero, hizo por mí grandes cosas, no me hubiera importado si lo tuviera en su biblioteca o en manos de su hija, era un gran amigo. El libro que no he podido encontrar ha sido un ensayo tan simbolista y famoso como Así habló Zaratustra de Nietzsche. Pero como dice mi padre: -Lo que no se llevan los ladrones se encuentra por los rincones. Y tiene razón. Ya aparecerá, y si no aparece puedo descargarlo en PDF en cualquier momento. Es un libro que lo compré barato, ya que lo compré en unos grandes almacenes. Gente cercana me habló de él hace unos veinte años y desde entonces se convirtió en un libro importante, pero ahora he hecho hueco a otros escritores más novedosos, y después tengo otras opciones de lectura, a través de la tablet, por ejemplo. Lo que sí he podido comprobar que al igual que tengo libros perdidos, también tengo libros regalados por el único amigo que me ha regalado libros. Él ya sabe quién es. Lo he citado varías veces en este blog. Quien regala un libro no sólo está regalando una historia, o una manera de pensar, está regalando a un compañero. 

Capplannetta y los achaques

Tengo ya una edad en que probablemente ya vengan algunos achaques propios de la edad, eso, y que soy un fumador empedernido, hacen un conglomerado de dolores que voy a tener que ir pensando en dejar el tabaco, ya no soy un adolescente. Aunque tampoco soy un carcamal, todavía me quedan fuerzas para cosas elementales en la vida diaria. Si salir poco crea problemas de circulación y demás dolencias, yo debería tenerlas todas, pero no es mi caso, salgo poco, pero sé que tendría que hacer algún ejercicio, moverme un poco, ya no por el hecho que te dé el aire, sino por salud física en mayor grado. Cuando tienes cierta edad eliges mejor las cosas, no te tomas tan a la ligera cosas que en otro momento de tu vida sí lo has hecho. Te planteas mejor el tipo de calidad de vida que quieres para ti y los tuyos, aunque lo importante es mirar al futuro con optimismo y ver la vida como se presenta, no envidio nada de nadie, y eso creo que debe ser en gran medida, ya que tengo buena salud, con mis achaques, sí, pero con gran altura de miras. 

Capplannetta y la paciencia

Tengo un amigo que siempre me aconseja tener paciencia, y él, aunque lo desconozca, dejé de tener paciencia en mi pasado nada deslumbrante, digamos más certeramente, oscuro y siniestro, un pasado que no diré nada acerca de él, pero no es algo de lo que esté orgulloso. Aprendí después, quiero decir algo más tarde, a tener paciencia de los editores venezolanos, ya que allí la vida va a otro ritmo, pero esa experiencia me ha servido para tenerle hoy paciencia a los editores, mejor hablar en singular, de mi editor en España. De cualquier cosa sacas una enseñanza fructífera. No soy un escritor muy prolífico, digamos que lo que publico son más bien posts como este en momentos pertinentes. Soy una especie de escritor que rehuye de horarios, disciplina y métodos pragmáticos, no me gusta hacer las cosas por obligación, no me gustan los horarios ni las imposiciones, escribo por placer, no para ganar dinero, ni por prescripción médica, escribo por mera evasión y si esto me lleva a mantener algún orden establecido dentro de mi caos cotidiano que no intento que sea una rutina, aunque mucha veces sí lo sea, por cuestiones debidas a mi naturaleza. A una naturaleza un tanto ácrata y disconforme con las normas impuestas por una sociedad, que muchas veces, no me tiene demasiado en cuenta. Aunque no puedo quejarme, la vida es como es, pero aunque no tenga mucha disciplina con respecto a la escritura, sí debo tenerla en cuestiones que no diré. En esta vida se puede contar algunas cosas, pero contarlo todo, además de cansar al lector, es perjudicial para la propia persona que habla. Siempre me reservo una parte que jamás debe ser revelada, que cada cuál le ponga su ingrediente imaginativo. Pero debo confesar que lo que más me gusta es escribir, sin imposiciones ni disciplina. 

Capplannetta escritor oculto

Me temo que he escogido una pasión en un tiempo que viene siendo la literatura en el año 2020, un tanto peligrosa y para aquellos que tienen que tener una imagen, una imagen como pasaporte hacia que los lectores y las editoriales compren tus libros, pero yo lo tengo duro, más que otros, ya que yo no tengo una imagen física, no quiero tener una cara conocida, ni presentar personalmente mi libro, ya que por razones que no diré, no me interesa la fama como escritor. Yo quiero escribir bien, y eso conlleva todo un proceso creativo que parte desde la escritura, aunque también de la lectura. Y digo que he escogido un mal tiempo, ya que la pandemia del COVID-19, está revolucionando el mundo literario, y sinceramente, yo no quiero tener una cara visible dentro de este mundo. Para conocerme tienen mi trabajo escrito, que es la única comunicación que quiero tener con el lector, quizá exponga alguna foto, pero soy una especie de Miquel Bauçà de estos tiempos tan singulares y tan divinos que nos ha tocado vivir. Quizá tenga vanidad, como cualquier persona, pero mi vanidad no va por ese lado. Yo tengo mis porqués, no he elegido la figura del astronauta tan sólo porque me gustaba desde niño, la he elegido como metáfora de que mi paz se basa en no percibir demasiado ruido del exterior, me refiero a presentaciones, entrega de premios, ya que creo que ya hablo, quizá demasiado, de mi propia vida privada como para que encima me pidan fotos por la calle como a un bello actor, o un musculoso futbolista, me pongo mi escafandra, y no crean que soy un personaje antisocial y misántropo, soy una persona que sólo quiere vivir en paz, estoy fuera de órbita. 

Capplannetta y la locura underground

En esta vida, que es una vida de locos, hay demasiados locos estigmatizados, y la gente ignorante, o la propia familia de éstos, son los culpables a veces de cosas que vienen implícitas en la naturaleza de algunas personas. Porque, estar loco no es malo, si lo haces para reírte del mundo no es malo estar loco, pero esto es muchas veces usar dos varas de medir, por un lado, si te ríes de la vida y de algunas personas no es malo, pero si para ti este mundo no tiene ni pizca de gracia, y le tienes miedo a la vida, y no quieres tomar medicación porque engorda, eso, digo bien, eso, para la gente “normal” es estar loco. Tienen razón los que dicen que en este mundo existen más locos en la calle, que encerrados. Luego vienen con milongas como por ejemplo, viene en la prensa un artículo que dice que los que hablan solos son más inteligentes que los que no lo hacen. Bien, ¿en qué quedamos? ¿Estar loco no es hablar solo o reírse solo de las pajas mentales de fulano o mengano? En el barrio donde residía con mis padres habían varios locos, uno de ellos, con un casco de moto en un parque infantil y un juego que simulaba una nave espacial quería subir a la luna. La gente se reía del disparate pero él lo hacía por eso, para que se rieran, era un payasito disfrazado de loco. Otro, corría la calle dando vueltas a la manzana y así se pasaba el día, decían que hablaba solo y se reía solo, y su hermano decía de él que lo dejó loco una mujer. Otro, que le dio por tirar cintas de flamenco a la calle, y decían que las tiraba por locura; el flamenco, si es duro, es muy duro de aguantar, pero la gente lo llamaba loco. Y bueno, he dicho a algunos, pero hay unos cuantos más. Como las gentes digan que estás loco, date por estigmatizado. Es duro comprobar que tu familia es distinta a ti en la manera de pensar, y otras cosas que no diré, pero por eso, te tatúan en la frente que estás loco, y existen tantas razones por las que a los llamados “normales” o cuerdos habría que encerrarles y tirar la llave al mar, es algo alucinante. 

Capplannetta miligramo a miligramo

Un hombre cualquiera, como tú, millones de veces como tú, que se toma sus pastillas a la hora precisa, después de cada comida y a la hora de acostarse, un hombre, así, de cualquier manera, buscando la paz buena de Dios, un hombre que miligramo a miligramo, sube y baja por una escalera, un hombre, así, como un vademécum ardiendo en una papelera, una mujer, implorando llorando en una sala de espera, un hombre así, no lo quiere ni la verdulera ni la panadera, así, de cualquier manera, toma sus pastillas a diario, a la hora precisa, reiterada quijotera, le pesa más un pensamiento que otro, un pensamiento de paja, un pensamiento de plomo, saca un conejo de la chistera, pensamiento pesado, que por la boca escapa, médico, psiquiatra, médico de cabecera, psiquiatra de guardia, cárcel sin ser cárcel, es una prisión abierta en esta esfera, miligramo a miligramo, casada, divorciada, soltera, separada en primavera, mujer, ruido en la escalera, te sales por petenera, una mujer, así, otra mujer más, y otra más, diez, cien, mil, millones, un uno por ciento, un miligramo, a veces seis miligramos, otras veces farmacopea, un hombre, una mujer, otra manera. 

Capplannetta y sus pobrecitos recuerdos

¿Por qué el olvido hace tanto ruido? ¿Porque el olvido no existe, quizá? Porque la llaga del recuerdo roza y duele cada vez que se toca, es como un estigma plagado de melancolía. A veces hay recuerdos que no te permiten llorar, pero duelen como flashes de luz tenue que se dibujan en aquello que te retrotrae, no me refiero a un souvenir de un viaje a Amsterdam, me refiero a esa pesada losa que portea nuestro corazón, como anzuelos que tratan de pescar nuestro corazón que es un pez escurridizo. No es fácil pescar el corazón y llevarlo a la cárcel del recuerdo, aunque no imposible. A veces, a modo de terapia, te dices: cuando tengas un recuerdo bueno de esta persona suplántalo por uno malo, pero te dices a ti mismo, ¿eso es resentimiento? ¿Se puede considerar como un salvavidas en los mares del norte? Yo me digo muchas veces lo de la canción del gran Bola de Nieve: pobrecitos mis recuerdos, ellos la buscan sin éxito, pero se ha pasado, me ha hecho parecer un cretino, y eso, un hombre como yo, no se lo puede permitir. Está bien hacerse el tonto unos meses, los primeros tal vez, y si me lo toleras, puedo ser un cretino cinco años, pero me canso de ese asunto que no lleva a ninguna parte. Pobrecitos mis recuerdos que se acuerdan demasiado de ti, yo les digo que se escondan, que no digan, que me acuerdo mucho de ti. Pero es imposible ya, es como perder la alegría, la felicidad agravándose en una depresión, porque sí, porque el recuerdo está ahí dispuesto a enseñarte la lengua. Y decirme que estás ahí, dispuesta para hacerme llorar o reír, pero prefieres no recordar nada, cuando llega el momento en que parece que todas las canciones hablen de ti.