Archivo de la etiqueta: cyber ideal

El cumpleaños en la intemperie

El día en que mis padres dejen este mundo no celebraré ningún cumpleaños. Serán como un día cualquiera más. Serán como esos días de lluvia fríos pero con la seguridad de que no te mojarás ya que no vas a salir a la calle para mojarte. Ya que no eres el valiente que fuiste antaño. Y serán justamente cuando me falten mis padres por no ser el ingrato después de lo que han sufrido por mí. Mis padres son tan buenos y sencillos que tienen la vida esclavizada por sus hijos, o sea, por mí. De mis hermanos no hablaré. El cumpleaños es algo parecido a la Navidad, la Semana Santa o los días señalados. No tengo porqué entristecerme cuando lleguen todas esas fiestas en las que las personas, las únicas personas que se han preocupado por mí, esas personas a las que tanto he decepcionado, habrán dejado la vida y creo que encontrarán la paz que no tuvieron en vida. Siempre por mi culpa. Mis hermanos son timoratos los dos. Yo he sido el hijo problemático que les ha causado tantísimo dolor, y ustedes dirán ¿qué tiene eso de relevante? Hablo de esta vida, “la vida” porque ahora mi vida es otra, la vida que he dado a mis padres ha sido infernal. No estoy orgulloso. No he sido buen hijo y es algo que he ido llevando a cabo durante un cuarto de siglo. Seguramente a mis padres se les habrá hecho larga, pero para mí ha sido velocidad y asfalto. Tuve prisa por vivir, y ya pagué las consecuencias. Ser un hijo problemático y que tus padres te sigan queriendo es un regalo de la providencia. No hablo de otros para no juzgar, no juzgo a nadie para no caer en un agravio de prejuicios e intolerables carnazas que la carroña está a la espera para comerse aquello que dejaron los depredadores. Yo soy un depredador de mis padres. Me comí su esperanza en mí último escándalo, es una pesadilla que no les curará el espíritu jamás. En realidad me he dejado llevar por la vida, y no me he preocupado del diamante en bruto que tenía en el hogar. Me duele escribir esto, pero tengo que pasar por ello aunque me cueste sufrimiento gratuito. Cuando te faltan tus padres es un desgarro que se paga cuando tienes hijos, todo es una cadena, todo se repite. Se paga lo que se hace, se hace lo que después se paga. Yo tuve un tiempo en el que era la alegría de mi casa y después caí en desgracia. Se fueron los amigos, se esfumó la familia, y todo se te va de las manos como un agua que sucede tras lo efímero y es como el agua de un río violento y caudaloso, peligroso ya que te ahogas en sus aguas. Nunca será la misma agua, pero si caes en esa agua serás arrastrado por su multitud de materia viva alocadamente hasta que desemboca en las fauces del mar, enfermo de salitre y yodo. Mar eterno, el final nuevo e intrigante y misterioso.

Todo está ya escrito

De todo lo que escribo y aquello que escribiré ya estaba y está todo escrito con anterioridad. Aquellos autores sentados en las sillas del tiempo preciso serán plagiados bajo el error informático y la detestable IA que nada tiene de inteligente. Ayer me informaron sobre mis derechos. Y cobraré la generosa cuantía de 2,92€. Sin duda con estas regalías voy a hacerme de oro. Me besarán mujeres por el dinero, la gran suma de dinero que gano y ganaré, ya que nadie lee, y nadie me lee a mí porque les duele mi verdad, que es un réquiem para la mayoría. Tengo tantos acreedores por pagar “las deudas” que, sin duda, si se fuese a la cárcel por morosidad yo tendría cadena perpetua por un delito que cometieron otros, aquellos que sólo cuentan beneficios.  Pero poco importa. El dinero es algo tan volátil como las palabras escritas en sangre y que se convierten con el tiempo en cochambre con el destino indiscutiblemente terrorífico de la gangrena. Todo está ya escrito. Pero quedan algunos cabos por atar con la visión de aquellos que sin sentido no le encontramos ningún sentido a esta vida. Otros escritores se han hecho millonarios con el trabajo de otros. Me refiero a los “negros”. Otra vez la negritud. Es como el Paint it black, el Black power de los que guardan recelosamente el testimonio tristísimo de la esclavitud entre fotos viejas y deterioradas. Es la huella de nuestros antepasados aquellas que ellos moldearon primero. Y nos debemos a ella. Estamos inmersos entre libros amarillentos que es preciso leer y releer, aunque tengan el asco del tiempo del sin sentido en esas páginas que huelen a rancio, nicotina a veces, y otras a senectud. Todo está ya escrito (repito) y está repetición se convertirá con otras palabras en algo que huele a nuevo. Pero no hay nada nuevo bajo el sol. Todo es como una frase hecha. Todo pierde su encanto a medida que mascamos el chicle de la vida tras la insípida vida de intentar mascar y mascar el recuerdo de cuando con tu dentadura completa te besaban esos labios con la pasión de dos almas que cruzan el umbral efímero del deseo. Ya de viejos somos libros amarillentos. Nos ensuciamos, perdemos la belleza y el encanto. Y solamente quedarán los recuerdos que morirán con nosotros como un dejavú que nos encuentra en la vigilia y nos sorprende repetirlo pensando inocentemente que somos lo que vivimos, primeramente. Y ese tiempo ya fue la experiencia de otros.

Echarle huevos al asunto

Yo creo que para escribir algo que valga la pena tienes que prescindir de pudor (sin ser ordinario), tener originalidad y echarle huevos. Ser valiente es fundamental. Escribas lo que escribas tiene que ser como el que le escribe una carta a su novia repleta de obscenidades, pero ocultas tras el buen gusto y el vocabulario sin ser demasiado soez. Por ejemplo, una novela que no diga tres verdades y una mentira, y al menos y una medio verdad, no reúne los requisitos para que ésta sea medianamente interesante, es más, es hipocresía. Lo que hay que añadir que no es o no tiene que ser una novela donde se ponga en entredicho tu educación, evitar la pornografía, pero con mucha valentía. No están los tiempos para andarse con rodeos.  Es cuestión de echarle pelotas. Decir verdades como puños y al mismo tiempo abrir la mano para que el pájaro escape del corsé de la mentira ficcionando cuando sea preciso. La ficción sirve para relatar la locura, la medio verdad para hacer hincapié en la delirante historia, y poco a poco ser original con una verdad no demasiado personal. Puede ser una anécdota vivida por amigos con el poco glamour aunque no la falta de elegancia de un gamberro, un verdadero psycokiller o un personaje entre drogadicto con una doble vida, ya sea en tugurios de la Barcelona de alrededor de las calles de la Plaza Real o el Paris justiciero de la película Los Miserables, y no me refiero a la novela de Víctor Hugo, me refiero al film de Ladj Ly. Vale que este sea todo aquello que imagines, y es mejor que te sorprenda. Lo metes en un cubo de nitrato y sale una criatura entre malvada pero adorada por el lector. El lector quiere diversión y aburrirle con retórica vacua y aburrida no te hace llegar a ser un canon. Pero, ¿quién quiere hoy día semejante tontería? Muchos han llevado a sus personajes a la realidad o ficción como escritor. Ya que escribir sobre escritores y poetas gusta al público lector, ya que la mayoría escribe, es poeta, o gusta de la cáustica que corroe la gran verdad del mundo verídico. Se puede creer en lo bucólico del mundo, pero las zonas verdes solamente embelesan si son plantaciones de dormideras dobles o marihuana. Pero siempre, y digo bien, siempre ser honesto con educación. Escribir es fotografiar, grabar un vídeo otras veces, y otras veces es un monólogo en el que se desarrolla una escarpa y un martillo, o mejor si es un taladro.

prosimetrum del reloj de arena

Dios me dio en la palma de mi mano un reloj de arena que augura cosa buena cuando me pierdo en el desierto que supura, dejando en él el acierto y en el reloj de arena una seca cuarentena que cura. Soy algo inconfundible para los hijos de la justicia injusta pero asequible entre luces de verbena y los san Juanes con la verdad de la noche más buena. Tengo en el instinto una intuición de sangre que grita avisándome de algún problema, pero yo sobre todo confío en la sensación como un algoritmo que da fama a un poliédrico poema. Me dice Jaun de Bidaxune que tengo la gloria en mi reloj de arena y en el futuro un axioma que sabe que Jaun también será mi luz hermana que se apiada de mi pensamiento de noria, allí en la noche entera, perpetua, eterna y vendrá conmigo, o yo con él iré hacia la euforia de la vena que se entrega mientras adivina y acierta, que en Bidaxune suena a consejo grato y a la ilusión de un rato y a la verdad primigenia. Tengo en la palma de la mano un reloj de fina arena, miles de buenos hermanos tengo y un sol que apunta la raíz que retengo de mi pena. Mi problema es contradecir la buena postrimería de crema entre la crema y creer en la luz de la txalaparta en la bulería, y en el bajo tonel de la solera. Yo tengo el instinto entre designio nocturno y diurna naturaleza, eso no me hace distinto, me hace cónyuge del delirio y del sueño su pesada pared de Santa pereza. Está cambiando el clima, está cambiando la A mayúscula por la zeta, tierno abecedario que hay que aprender letra a letra, y decirlo de memoria aunque el éxodo tabernario en la piel no lo entienda. Mi verdad es la verdad de mis padres, soy un hijo especial, que parece que va a nacer y a nacer comienza pero no acaba la exigencia de ver a los hijos de la noche fundamental, por ejemplo, volver al escarceo de las aves y a terminar aquello que tras el resplandor del sol empieza. Tengo un desierto y un reloj de arena, los dos me duelen en el palabreo que pide limpieza del verbo, del énfasis y la quimera de la noche entre que baja su marea y del mareo en el que me bajo porque me limita mi bajera quietud de lo que conozco sin nacer en esta, la mía cabeza, que quieren primero y en la soledad lo deja con su solitaria certeza.

Porque puedo

Sin ser presuntuoso o egocéntrico puedo decir sin ninguna duda al respecto que soy artista. Soy artista porque puedo. Conozco la gran verdad. Conozco secretos que me llevaré a la tumba. Pero esta vida de artista mía es las veinticuatro horas del día, los 365 días del año. No pretendo bajo ningún concepto ser pretencioso y ser como esos cantautores que se creen en posesión absoluta de la verdad. Escribo, hago mixturas y elaboro vídeos con esas mixturas. La vida es una mezcla hoy y en el futuro. Lo que más adoro de esta vertiente mía es que me sirve como terapia positiva. Porque puedo. No es mío el atribuirme el hecho de opinar si es bueno mi trabajo o es malo. Eso tiene que hacerlo la gente, el público, el respetable, mediante su criterio o sensibilidad artística. Me gusta el trabajo bien hecho. Y mi fuente de materias primas está constituida de píxeles a veces y otras de papel, materia que consigo por internet. Alto, esto no quiere decir que use internet o la IA como medio de escritura o de mixturero. Utilizo mi criterio, mi sensibilidad y escribo desde la fuente del saber que es la lectura. Podría decir la LECTURA en mayúsculas. Este mundo de artistas y poetas está lleno de envidias salvo excepciones. Me inspiro también en el cine. Más bien y con más asiduidad en la música. Por ejemplo, en el flamenco, que lo considero un medio de flamencomunicación, he aprendido mucho frente a la gran verdad. Me gusta inventar nuevas directrices, soy apropiacionista, pero sin que se perciba, vamos, que no se note. Ya no porque tenga medios a mi alcance, sino porque puedo. Y no me refiero a la tecnología, me refiero al acto de crear. A asombrara mi manada con el arte en las cavernas y sacarlos del mal del tedio. Porque puedo.

La esencia de la vida

La vida se compone de tres cosas esenciales. De matemática, ya que todos los secretos del mundo tienen la respuesta de un Dios en la cábala, en las matemáticas y el algoritmo. Que son los tres el late motiv de la matemática. Cuna aplicada a las cifras y al álgebra, a los signos y a la computación en bytes que pronto serán cúbits. Después está el lado de la metafísica, el lugar donde residen las metáforas, la poesía existencial y la retórica basada en el misterio. La metafísica es un misterio, como misterio es la existencia. La metafísica solo se puede entender tras la cordura de las metáforas. Metáforas exactas que descifran un enigma, una suposición a la que no hay que darle demasiada importancia, o creerla como verdad por entero. La última cosa es la naturaleza, en la naturaleza está el origen de las maravillas y las artes, el organigrama perfecto de las especies. La botánica, los animales y el reino vegetal. Es la verdadera esencia de nuestra esencia y enigma consagrado a la verdad de la vida. De ella se componen tres fuentes: los nombres y el lenguaje, la palabra certera que damos bajo la sombra del idioma. Los animales son necesarios, pues nosotros somos animales con razonamiento, y el ser humano sabe cuando hace daño, y todos los animales son sombras de la nada. Las flores de los siete climas y los pueblos también lo son. Esto ya lo dice el Rubaiyat hace siglos. No es nada nuevo. Después está la flora. Lo vegetal. La esencia viva de la naturaleza sin prisa y silenciosa. Tal y como debería ser el sueño de la vida. Al que llamamos amor. Amor, amor, amor, el éxito de la sangre, la carne y de todos los seres. La justicia de la providencia en la que ningún Dios, que en ninguna de las religiones es representado. Es lo evidente. La materia que nos hace seres humanos.

El problema de mirarse el ombligo

Internet va a conseguir lo que las alimañas del mundo no han podido hacer con los pelotaris, los capgrossos y los gaiteros. Por ejemplo, la psicosis de los niños que clavaron su ira en la media luna con una asta ensangrentada, o los poetas que mataron hasta en el calostro, o en los tuétanos o en la cochambre. Internet ha unido al hombre y la mujer, los dos de en uno en uno, Internet y los smart Phone, los Smart TV, los sistemas operativos, el iceberg con la punta de cúbit, y los trasplantes de páncreas de cerdo como los microchips de los ciborgs, lo analógico hoy es arte que se tira a la basura, como un pingajo humano con nombre y apellidos. He aprendido mucho en Internet. He aprendido a compartir el conocimiento. Y cruzado una calle del cante flamenco hacia el periodismo de pacotilla. Quiero ser duro conmigo mismo para mirarme en el espejo como Hemingway para ver mis cicatrices, como pasear por el huerto de Faulkner para comerme un tomate con sal, o tener opiniones como las de Truman Capote y hablar mejor de Marlon Brando de lo que él habló. Quiero no llegar a escribir como un beatnick y escribo neologismos de inglés y los palabros en desuso para ver una Pangea con una linterna amarilla. Me pregunto, ¿por qué me atrae lo exótico de los coños bronceados y con los clitoris enseñándote una lengua? Me gusta todo aquello que no se parezca a mí, pero voy como un trapecista que cae sin red al suelo de cabeza. No quiero desnudarme en los vestuarios cuando hay niños y cuando hay machos de pelo en pecho. No, no soy un depravado. Soy un vertiginoso mal pensante. Me pido de rodillas que me liberen de mí mismo. No suelo confiar en los depredadores ni en los paseos en coche con los borrachos. Me miro el ombligo porque es mío. Y creo que la poesía española es una autostopista nepotista y vanidosa. ¡Good Morning Vietnam!, esperan los veteranos de la guerra del estiércol, y la cloaca con sus ratas y los túneles interminables. Quiero beber leche de hormiga que me traen papá y mamá para el insulto del déspota que me desnuda en plena calle. Estamos en una sociedad de consumo, pero el consumo es traducido por la envidia de los idiotas que miran donde hay vacío. No me va a cambiar la vida, aunque camine por la raya de en medio de los ambos mundos.  Quiero tener la alegría del sol matutino, y no esconderme de la noche porque alguna vez la quiero todavía.

Cansancio y derrota

Me cansa vivir. Por temas que no puedo controlar porque no me pertenece en mí saberlos, acabo exhausto a partir de la tarde-noche. Cuando me levanto soy…como el pajarito cucú que alegre canta por la mañana…pero a medida que el reloj avanza las horas se me hacen pesadas. Mi pregunta es esta: —¿dónde están los libres pensadores? Yo no conozco la libertad. Libre, no me siento libre. Pero haré otra pregunta: —¿libre de qué? Cuando te meten en un presidio es una cárcel dentro de otra cárcel. Luego está la cárcel de los hospitales, sí, también psiquiátricos. Hasta en las salas de espera dejas de ser libre. Hay un mundo sobre mis hombros al que desde mi naturaleza no le doy ningún sentido. Porque, ¿si Dios me ha dado una naturaleza en la que he estado hasta los diecisiete años, por qué me ha cambiado de ecosistema? Sí, cierto es que yo elegí. Pero mi pensamiento siempre tiene el gusanillo de la derrota en cada intento de liberarse de estas cadenas. Liberarme y ser medianamente feliz. No culpo a nadie, el único culpable soy yo. Yo me he dejado llevar y yo respondo de mis actos. Pero donde reside esa puta a la que llaman libertad. Porque la única libertad que existe es la del dinero en abundancia. Y quien goza de libertad mediante el dinero es un adalid de la prostitución, un proxeneta, un chulo de putas. Pero no se alarmen, voy a seguir haciendo lo que me salga de los huevos.