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Capplannetta y la cultura del final feliz

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El final feliz es algo abstracto que tiene dos vertientes, la que seguimos en mayor o menor grado a través del cine, o la literatura, y en otros ámbitos no tan comunes como en los dos casos anteriores. Y la cuestión es: ¿en qué parámetros podemos priorizar el final feliz en la vida diaria? Esta es la segunda vertiente, y la respuesta está en lo que cada uno crea o estime como felicidad. La insatisfacción es siempre nuestra manera de ver la vida, porque al ser humano siempre le falta algo, tenemos poder y aún estamos insatisfechos, tenemos fama y ocurre también lo mismo, incluso con el dinero, ya que hay gente tan estúpida que quema dinero y lo graba en vídeo. ¿Por qué debemos tener derecho todos y cada uno de nosotros a la felicidad? ¿Por qué ansiamos con tanta hambre el final feliz? Los padres de la psicología lo atribuían al sexo, pero no es eso, hoy en día el sexo es tan fácil como el dinero fácil (valga la redundancia). Queremos ser felices sin entregar nada a cambio, porque el trabajo no es que nos haga muy felices, ¿a qué me refiero con entregar algo a cambio? Me refiero a que siempre es poco, nunca se llena de plenitud el mezquino, ni el avaro, ni el vanidoso, estamos empeñados en almacenar y ése es un instinto prehistórico, tememos a la necesidad, quien haya pasado alguna vez por necesidades lo puede comprender mejor. El ser humano busca acaparar y acaparar porque nos han enseñado que ese es el método con el que se sujeta la supervivencia. Cuando te faltan recursos debes ingeniártelas, siempre buscando la manera de darle el pan de la agradecida miseria al que predomina o sobresale un poco de tu punto débil personal y circunstancial, y así nos acondicionan factores como el servilismo, la carencia de dignidad, y la sensación de insatisfacción, y en el otro lado están los que te ningunean, actúan con orgullo y menosprecio, usan el nepotismo como tabla de salvación y son soberbios y oportunistas. Por eso vemos el cine con buenos ojos, por eso nos gusta leer, y desde el lado fatal, por eso nos gusta la bebida, por eso nos gusta drogarnos. La felicidad no existe, podríamos catalogarla como una incógnita en la que consolarnos y dejar el coste pagado antes que fiarle el festín a los caseros del mundo. Y si se debe conseguir tras el hecho de que todos seamos una legión con los mismos aspectos comunes, y todos no seamos enemigos de todos, y todos no seamos animales depredadores que guardan la caza en un árbol, vayamos todos de la mano y probemos con el suicidio colectivo, perdonen la ironía.