Hoy es el día D. Siempre quise empezar así un poema. Empezar así un escrito tiene cierto carácter simbólico para la conciencia colectiva, debido a que es un comienzo de un final tras un pasado belicoso, o tormentoso si se prefiere. Es el principio del fin, es una liberación. La frase es belicosa, mi pasado más. Hoy, día 08/10/2010, comienzo este dietario, quizá influido por las conversaciones de Formentor, a las que no me han invitado, ni me invitarán jamás, mejor así. He dejado desde una parte hasta aquí una obra mala, muy pedante, repetitiva, oscilatoria, una obra a la que le faltaba un hervor, ¿una obra? Obra es una palabra que le viene grande. He comprendido que el arte de la escritura es como decía el Prefacio de Truman Capote en Música para camaleones, a veces la literatura es un látigo, y ese látigo solamente sirve para autoflagelarse; cuando comprendes que la literatura/la poesía debe ser un arte sublime cae el látigo, ya no importa más ese látigo. Entonces es cuando comprendes que escribir bien es algo más que escribir, pero mucho más que escribir bien es cuando descubres que la verdadera poesía debe ser un arte excelso, altivo, verso a verso, adjetivo a adjetivo, soy un mero escritor que pone adjetivos junto a verbos con porte de sustantivo. Soy alguien que concibe el escribir como algo más que unir sujeto, verbo y predicado. Dejo atrás un pasado, unos escritos, poesía combinada o alternada con imágenes. Quizá las imágenes digan más que la poesía. He descubierto que escribir bien es algo más que dignificar el oficio de escritor. Escribir es tratar de llegar al éxtasis. El éxtasis que quema, como decía Roberto Bolaño en un vídeo que vi. Cada cierto tiempo escribiré aquí un dietario sostenido por mi estado de ánimo, por mis lecturas, por mis nuevos poemas, por mis imágenes (pues sigo siendo un hombre de imágenes), por mis delirios, también los de grandeza, pero sobretodo con el altar o la tribuna solitaria que impone, y lleva tras de sí, la Máscara de mi yo, o mi otro yo, que es otra manera de ser yo mismo. Aquel que ahora habla por boca de otro.