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Capplannetta y su temor a la guerra

Como enfermo psíquico que soy, le tengo miedo a la guerra. Eso me hace convertirme automáticamente en el ser más pacifista donde los haya. No es que lo diga por oportunismo, ya que sería un oportunismo mezquino por mi parte, lo digo porque tengo miedo de las guerras, como cualquier persona con sentido común. Pero este sentimiento radica en que en el hipotético caso de que estallara una guerra, ¿qué sería de mi estabilidad psíquica? Pues tomo medicación psiquiátrica desde hace muchos años, y el hecho de que estallara una guerra me desestabilizaría de tal manera que no vería otra salida mejor que la muerte. Recuerdo a los enfermos de un psiquiátrico en la ciudad Siria de Alepo, lo vi por televisión, aquello era el verdadero infierno. Debe haber responsabilidad entre los gobernantes, ya que el verdadero infierno sería lo que vi en esas imágenes en un reportaje de TVE. En las guerras termina el abastecimiento de medicinas, víveres y otras cosas fundamentales para que no predomine el caos absoluto o la ignominia por doquier. Una guerra mundial resultaría nefasta, al igual que una guerra civil, pero encadenar a un enfermo psíquico y mantenerlo amarrado es inhumano, y va en contra de los DDHH de cualquier persona. Sería nefasto para mucha gente que se medica para cualquier tipo de desequilibrio, ya sea insomnio, depresión o algún trastorno que lo haga vulnerable frente a la realidad de medicarse y de llevar una vida normal, y resulta obvio, ya que en una guerra, poco importa si es mundial o civil, pierde el ser humano la humanidad, valga la redundancia. Las personas debemos buscar la paz como algo sagrado. Desear una guerra es verdaderamente una locura, y no me refiero como enfermedad mental, sino como megalomanía. Locura innata. Cuando se hable de paz que se hable como un derecho inalienable, como un derecho fundamental. Debe ser igual de sagrado que las necesidades básicas de ancianos, niños y la población convaleciente. La paz es tan necesaria como el oxígeno y la ecología. Por eso dar asilo a un refugiado político es un acto humano y todo lo que sea salvar vidas humanas denotará que vivimos en un mundo donde la palabra humanidad es un valor en alza y no el dinero o las energías fósiles, que son las causantes del cambio climático y por ende la diáspora de millones de refugiados que sí tengan paz tan necesaria.