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Capplannetta et dóna error

Si me dicen que si quiero la independencia para Catalunya diré que no, resulta obvio. Si me dicen que si me siento más andaluz o más catalán sería como preguntarme si quiero más a papá o a mamá. Yo no veo a la bandera llamada “estelada” como estandarte hacia mi dignidad y mis raíces. Tengo buenos amigos catalanes, aunque ellos deben hablar conmigo en castellano, aunque lo entienda perfectamente. Pero no lo hablo. Me encantó encontrarme con un catalán en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. También me gustó viajar con ellos en avión desde Madrid. Me fascinó que un madrileño muy salado se diera cuenta de que soy de Barcelona. Mi equipo es el Barça. Y he dado en la vida con catalanes sin modales. Pero yo he andado toda Catalunya desde muy niño. Adoro a Bigas Luna, a Isabel Coixet, a Eugenio, a los gitanos catalanes y su rumba, adoro a Catalunya. Pero Catalunya me dice y me dirá charnego. Esto que acabo de decir puede interpretarse como demagógico, pero diré que en Andalucía soy el catalán. Y es que me siento catalán, pero, pero y pero… El chovinismo es cosa de fanáticos. Ahora el centro de Sabadell está repleto de banderas nacionalistas. Rajoy diría los catalanes hacen cosas. Pero yo no puedo enarbolar una bandera que no es de mis raíces, y mis raíces son andaluzas (repito) pero en realidad toda esta crispación, todo este patriotismo cutre me deja afuera. Admiro a los catalanes porque hacen cosas, pero por las mismas cosas admiro a gente de todo el mundo. Yo soy Capplannetta, no voy de santurrón, y soy casi un poeta. Me considero querido por algunos catalanes y por otros no me siento de ninguna manera, me es indiferente a quienes voten. Esos catalanes nacionalistas se portan bien conmigo. No me casaré nunca, pero una xiqueta catalana quisiera como Rosalía, porque en Catalunya hay afición flamenca, y en Catalunya acogieron a mis padres. Pero ese fanatismo grosero, del que hablaba Josep Pla. Tengo un amigo que me recomendó Catalanes Todos de Javier Pérez de Andújar y me aseguró que me iba a reír mucho. Si al final es todo como un chiste de Eugenio, saben aquell que diu, así empezaba los chistes Eugenio. Y es que es todo una tragicomedia esperpéntica. Cuando veo a andaluces como mis tíos pirrarse por los calçots, me repugnan los calçots, sin embargo me gustan las mongetes amb butifarra. Un plato exquisito. He disfrutado mucho de Barcelona, llamada también La Rosa de Fuego por el anarquismo. Pero señores, no tapen el sol con un dedo. Los catalanes han sido privilegiados de España desde los Reyes Católicos. Han tenido esclavos negros en las cuadras de Latinoamérica, también los vascos, y los andaluces, y todos; eso es deleznable, asqueroso, putrefacto. Han apoyado el franquismo algunos. Y sé que en España no se les quiere bien, algunos de ellos tampoco quieren nada de España. Justamente ahora. Pero por mucho que me esfuerce seguirá el odio, los disturbios, las manifestaciones, las esteladas y los pitidos al rey. Y soy como una especie de sistema operativo que se quiere configurar en un ordenador con poca memoria RAM, al final da error. Unos opinan que somos Caballos de Troya. Todo resulta gracioso.