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Capplannetta y el 4 de la muerte

Para la cultura china el 4 es un número maligno. Simboliza la muerte para ellos. Nunca verás a un chino apostar o jugar con un número 4. Tampoco en las casas y apartamentos es un número nada estimado, ya que se saltan del tres al cinco en los números de domicilio. Simboliza para ellos todo lo malo. En las olimpiadas vieron al 2008 como un presagio de buen augurio, ya que para ellos el mejor número de la suerte es el 8. La cultura occidental tiene otras supersticiones distintas. Pero para los chinos el cuatro es muerte, y lo descartan. Ayer fue día 4 de noviembre, y ese día se vive con gran superstición y temor.

Yo nací en abril y es el mes cuatro, aunque en abril es en occidente, en el hemisferio norte un número primaveral. Ya que se dice en abril aguas mil, pero empiezan los días a ser más largos. Las noches más cortas. Pero el cuatro es un número más, pues de la muerte no puedes librarte ni en ocho. La muerte es parte de la vida. Aunque en España se proclamó la segunda república un 14 de abril. Y la fiesta patriótica en los Estados Unidos es el 4 de julio. Es superstición, solamente eso. De la muerte no podemos huir, tampoco de lo malo que nos pueda ocurrir. Pero efectivamente la muerte, o “la pelona” como la llaman los mexicanos, está siempre presente. Es obvio. Yo me casé un 2004 y mi matrimonio acabó en divorcio un 2011. ¿Mala suerte? No lo sé. Lo que sí sé es que la muerte en la ruleta es en negro. Y cuatro son los jinetes del Apocalipsis. En 1974 se respiraba aire de libertad en la España franquista. Sin lugar a dudas la superstición es un lastre, lo que tenga que pasar pasará sea el número que sea. Y la superstición puede llegar a ser un síntoma de trastorno maniaco convulsivo. Pronto será 2024, y creo yo que tendré suerte. No sé, todo es azarosamente presuntuoso, y si tiene que ocurrir algo no creo que el cuatro tenga la culpa. La suerte no hay que buscarla, se encuentra. La numerología es la matemática y lo capicúa atrae a la gente en la cultura occidental. La suerte no está ni en las fechas capicúas ni en los palíndromos. La suerte puede ser obsesiva, y repito, lastre por el que pasar obligatoriamente.