Sobre la Fundación Nevando en la Guinea

Soy un Quijote a lomos de burro, no digo que no me aburro, tan solo intento, aunque parezca absurdo, trazar una raya que de tierra no entienda y que Nieve en la Guinea, que la contienda sea de clorofila y la redención para el penúltimo de la fila, aunque resulte pescado crudo, y risa llorona de hiena, aunque suene a total quimera. Quisiera, mil veces quisiera, no vivir sin ser perito en lunas, soy soñador de sol de invierno y luna en la noche azul a lo lejos, donde yo solo sucumbo a la tentación sin descender a ningún infierno, y ser soñador pero sereno. Y esta amalgama de ideas es ahora, no un grito, quizá un susurro. Vivo en un barrio diverso, y entre verso y verso sucumbo, trato de ver un universo en la pequeña supernova del metaverso. Se pueden reír si quieren, se pueden mear pero jamás en la sopa del pobre, donde no se agotan, pues la nieve con sol es la gota que riega la tierra, y con la tierra la semilla, y con la semilla la madre flora, y con la madre flora la aurora y con la aurora la voluntad de la mañana a primera hora. Rocinante no tengo, no me pregunten si voy o si vengo, tan solo quiero hacer real un sueño. Publicitar artistas, y no clavarme en la mano aristas, enseñar al pueblo a ser libre de pensamiento, de sueños que parezcan reales, pues quisiera llenar de poemas todos los arrinconados lugares, todos las zonas comunes atando y desatando sueños de aromas primaverales entre prisas vegetales. Firmar el rastro del oquedal, plantar árboles, muchos árboles, un mundo nuevo donde sueñen las ciudades, con las que el mundo gire del revés, absorbiendo a la vez, solemnes poemas ancestrales. Inculcar el Rubaiyat, inculcar la obra de Delibes o de un tal Cervantes. Hablo recluido en la ciudad y esta vida no da terceras oportunidades, pero crecerán las arboledas por donde pase el viento con su canción de aire. Soy un Quijote a lomos de burro, que hace cisco para venderlo por una perra chica, dirán ustedes, cambia el discurso pero mejor es una Oda, un PROSIMETRUM, a tratar con el insulto, ni una peseta ni un euro tengo. Pero tengo sueños donde se abren los puentes para soñar con los parnasos coronados de laureles antes que de tempestades. Sin prisas pero a paso lento, como un río que sueña un mar, y baja seguro aunque lento. Si no muero en el intento como un abismo que se desploma de ignorante veracidad y ayudar a hacer cultura sin mano dura, y con el reloj romano de las plazas en los años en que los secarrales fructifique la tierra antes que la guerra, y vivamos para hacer paz en el corazón caliente de la razón ferviente de los relojes sin bazas y realidades en enjambre. Para ser mejores, para crear caminos y para crear ciudadanos libres contemplando paisajes, y costumbres con manuales para corazones y andurriales.

Rayo de Sol

Mi adolescencia de rayo de sol, y si ahora el sol de la tarde brilla es de azafrán, cielos vainilla, queso Edam y naranjada Kas, vas a ser la comidilla de quien no te quiere bien. Este poeta se sacrifica entre culpa y reinserción, por todo lo dicho y lo que dirán también, no me asusta a mí la muerte, si me llega a mí esa suerte, habrá un Dios universal, u otro mundo adimensional, una grisalla vieja, una careta, un decorado, una soledad añeja y un triste disfraz. Amarillo salía el sol con un latido pruebo y pruebo de buena mañana todo su sabor, mi desnudez del todo embutido en un pijama pues blanca es mi mañana temprana y en la noche se resume el designio del resplandor, una rosa es siempre temprana, tu flor antigua me llama, tu fardiquera está en mi entraña, de luna llena y las risas de los que contemplan mi yoyó. Esperanza compungida en la hora elegida y en la paz del sinsabor, oscuro es mi paladar cuando cierro la boca con toda mi devoción de antaño. Cuando te pienso cercana y ambigua, entre lo que no se espera y se atestigua, la vida en ti es rutina en una sala de espera, en un sofá o en un sillón. Esa paz que tienen las palabras primeras, esa paz de la navidad que despilfarra y aparenta. Y el testimonio es solemne como espíritu sin voz, rayito de sol, ay, rayo de Sol, soy lector en bicicleta, soy la tregua y soy la acequia, soy un viento que se espera, soy la antigua canción del blanco amor, sucumba yo al tango y la flor, sucumba al aprendizaje de la vida con dolor, sucumba al naufragio del corazón. Coraje para la vida, pues si me corto un dedo, el que más falta me hiciera, me cortaría, el dedo índice y postrimería para el viejo mundo y el adiós, para no señalar a cualesquiera, cuando apunto como un espejo, la estatua que dejé atrás del camino, afino bien la puntería. La noche no tiene paredes y el día es un espejo, presagios de cielos celestes y un beso en la cochambre de mi tristeza, pues ¿es ser fugitivo del deber o es entregarse cientos de veces y ser rey mendigo a la vez? Ya sé lo que tengo y que no tengo un céntimo. Soy un cráneo a ti sujeto, lo juro, seré discreto, lo juro por mi desparpajo. No me gusta ser reverso del converso, a contracorriente pierdo el tiempo, y en la risa me hago de acero, y en la efeméride de mi muerte un espantajo, y pierdo en el amor. Soy el dueño de mi tiempo y no desvelo lo que no veo, dizque te escondes y jugando al veo-veo acudiré al bar de veraneo, no es mi norma el tiroteo, pues las sombras se apropian de mi noche, de mi voz y mi resuello. Es del todo la triste noche que me desprecies sin más, por ser viejo, por ser locuelo, por sutileza subliminal. Un viejo cansado, cicatrizado y siempre en el sol de invierno. Silvestre, anaranjado, como azafrán y el terciopelo, y el crisantemo funeral, los aguaceros, el crecepelo y el perfume en tarro de cristal.