90 minutos

La felicidad, la satisfacción, te dura 90 minutos, y si encima pierde tu equipo, se esfuma como disolvente. A falta de pan buenas son tortas. Si no gana tu Barça, ganará tu Betis. Esa es la esperanza. Se resume en 90 minutos. ¿Ves? Yo también digo refranes. Enseñados u oídos de tu boca. Estás orgulloso de tus nietos, de algún hijo. ¿Dónde está, papá, la promesa que le hice al cielo? ¿Es que el cielo está vacío? Y tú, tan sabio, te callas. Dime, ¿qué te pasa? Me pregunto día y noche. ¿Qué te pasa? ¿Dónde está tu personalidad de seria piedra dura, recia? ¿Por qué ahora te colmas de obviedades? ¿Qué te pasa? Me cuestiono. ¿Acaso no ves la verdad en esa caja tonta que dosifica tus distracciones? 90 minutos de fútbol. Pasapalabra, los telediarios, y cuando pierdes el control del mando, Telecinco. La televisión de los casposos. Y tú cambias tu evasión por una, dos, tres horas de telebasura. ¿No ves la mentira del mundo? En el telediario, que tanto desprecio, ves que ponen imágenes lamentables. El rótulo miente. Israel vs. Hamás, y no es verdad, no me cansaré de decir, el telediario miente, el fútbol, una guerra en tiempos de paz, miente, la verdad es Palestina vs. Israel. Porque en estos interminables 90 minutos de mentira, no se dice que Palestina juega en casa, en sus casas, que ahora pertenecen a un israelita invasor. Esta es la guerra interminable. Mientras mueren y arrinconan al pueblo palestino. Y no hay más verdad que esa. La verdad de los camiones de ayuda internacional que caduca y enmohece. ¿Acaso esa tierra es sagrada? No tiene nada de sagrado. Está sucia, está robada. Quien a hierro mata, a hierro termina. Otro refrán. Éste me lo enseñó la vida, aunque a veces no se mata a hierro, se mata con la doctrina del rancio sabor del color caqui de los uniformes de soldaducho.

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