
Si al amor lo perviertes denunciando, acusando y defecando no ha sido amor. Yo odio los que no luchan por ambos mundos. El de la magistral luna, luminosa y gentil, y el de la mañana, con su sol esperanzador. La noche es una tajante oscuridad en la que no hay linternas para las sombras, hay faros y farolas con los que nos quitamos el miedo a la oscuridad, pero el hombre bueno no teme a la oscuridad. Sin embargo, el sol es como un testigo ciego, mudo, sordo, aunque puntual. Cuando más sol haya en nuestras vidas diurnas más grande será la sombra que nos acompañe. La luna brilla por la esperanza del sol. Pero la luna es la hechicera de las mareas. Tanto el sol, como la luna, con sus respectivas generosidades del cielo, salen por el Este y se ponen por el Oeste. Los dos tienen una misma ruta entre la luz y la oscuridad. Bendito firmamento. Hoy dice la prensa: — científicos creen que estamos dentro de un agujero negro. Y me digo: —Pues sí que caben cosas en un agujero negro. El amor es lo único que no podemos dejarlo perder. Puedes amar a tu familia, al arte en todas sus disciplinas. Al mundo de los vivos que está a un paso del de los muertos. Es muy fácil morir, pero ama, y jamás te arrepentirás de haber nacido entre la naturaleza eterna. Los rasgos del amor son un azar y una desnudez que descifra las fragancias más singulares. Es el amor el verdadero astro de los corazones. Si entregas la vida y crees que ha sido una pérdida de tiempo, creerás arrepentirte de los designios de la libre idea que como un pájaro exhibe un cielo azul celeste, y otro azul cobalto en la gran hermandad de ser hermanos. Verdaderos hermanos, cueste lo que cueste.