
Estoy muy feliz de vivir en esta época. No es por el Internet, ni por la IA, tampoco por las bibliotecas digitales. Estoy contento porque se ha puesto de moda el escote. El escote de mujer es la cosa más hermosa que nos ha podido traer la postmodernidad. Es sin duda un elogio a la mujer. No pretendo ser soez ni hacer alusión a cosas relacionadas con la sexualidad. Acariciar un pecho es un verdadero deleite del tacto. Pero contemplar un escote es lo más hermoso que se puede ver. Es un paisaje, un lugar recóndito en la mujer que no es secretamente un tabú ni un pecado. Recuerdo los diálogos entre una mujer de bandera como María Barranco diciéndole a un niño en la película El Palomo cojo que los pechos de mujer es donde las mujeres guardan todos sus secretos. Debe ser cierto. También decía el fallecido Manuel Molina Por la Madrugá, por la Madrugá tu pecho de seda es pa mí na’ más. No menosprecien ni subestimen un bonito escote. Es la libertad de la mujer y la verdadera esencia de feminidad.
