Paseo por un museo de horrores

Un geek, según los neologistas estadounidenses, es lo mismo que un nerd, y viceversa. En eso estamos de acuerdo. Pero traducirlo al español usando el traductor de Google es ser un friki. Pero en el mundo anglosajón ser un friki es ser un freak, que es como decir o denominarlo “monstruo” o “extraña criatura”. Me viene a la memoria la película Freaks, del director Tod Browning y escrita la historia de la mano de Tod Robbins, que en castellano se hizo llamar La parada de los Monstruos. Trata sobre (sin hacer spoiler) un circo ambulante donde hay extrañas criaturas haciendo extraños números circenses. La película está estrenada en el 1932. Pero también existe otra que subraya el término Freak, la mansión del terror, 2019. Dirigida por el director Zach Lipovsky, Adam B. Stein con Lexy Kolker, Emile Hirsch, Bruce Dern, Grace Park, y Amanda Crew. La primera fue presentada como poesía de la deformidad, y la segunda fue catalogada de superhéroes de la ciencia ficción. El film de 1932 fue un escándalo con cierta doble moral con la que nos tiene acostumbrados la sociedad estadounidense. ¿Está el término friki —con doble acepción en el significado— un tanto tergiversado y enrevesado por la ignorancia? Hubo una película en España llamada FBI: frikis buscan incordiar, donde urdía bromas pesadas a personajes monstruosamente Freaks rodada, producida y perpetrada por un oportunista director y reproducida en el programa presentado por Javier Sardá “Crónicas Marcianas”. Con un humor sardónico y ácido exageradamente mórbido por todos los colaboradores que participaron, a cada cual, dentro de su estilo, poseían una distracción en el prime-time más de ciencia ficción que las dos películas norteamericanas anteriormente citadas. Por eso, creo yo, el nombre del programa bazofia. Un verdadero elogio de la telebasura más aberrante y soez.

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