Lobo estepario

Mis poemas tienen a veces un lobo estepario, un niño con la mente opaca, una ingenuidad sin remedio. Este poema es la dedicatoria más hermosa que pueda yo escribir. Vivo solo; desde un tiempo hasta aquí me he apartado de mi manada. Soy un lobo blanco, un jaguar en la selva amazónica. Otorongo no come otorongo. Vivo solo sí, pero todo en mi vida de adolescente ha sido porque yo lo he elegido libremente. Nadie es culpable. Si hay algún culpable ese solamente debo ser yo. Soy feliz a mí manera. Vivo en un barrio de buena gente, y se alegran, algunos se alegran, cuando me ven solo por las calles. Es duro perder el alma, pero más triste es perder la vida. Este lobo estepario no se parece en nada al que relataba Hermann Hesse. La verdad es que he tenido suerte en mi vida, pues ser un lobo estepario no es fácil. Pero para nadie vivir es fácil. No me arrepiento de ninguna decisión tomada, aunque cuando en las noches se presentan las sombras como si tuvieran carta de recomendación, nadie es culpable. Nadie me ha obligado a nada.

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