Wonder night

Interminable, la noche es interminable, como una enredadera infinita, como un Orient Express inacabable. La noche, esa que nos vio nacer, es el bolero màs negro que nunca se acaba de bailar. La noche es un transbordo desde la bonita tarde. Noche maravillosa, espléndida magia de luna blanca, de aroma, y sándalo. La noche interminable es silenciosa como un gato. Es sigilosa, el ruido desde el silencio se agrava exageradamente. La noche guarda secretos que nada más conocen los amantes de tres en tres. La noche es cuando son pertinentes perfumes de mujer. La noche tiene un lenguaje de flores que no entiende la mañana. La noche es el mundo del panadero, ya no del basurero, sí del rocío en el verano, en el invierno escarcha lenta de la aurora la noche. En la mañana del verano dura veinte minutos, en la aurora del invierno dura cien. La noche infatigable dicen que ya no espera, que desespera, que perdió la esperanza. Pero de vez en cuando brilla un sol completo, que la hace generosa y con la ilusión desde antes de ayer. La noche no es de nadie. La noche quiere ser y no ser. Quiere una fuente, una liturgia bella, una contraseña, quiere un simulacro del silencio.

Vivir para escribir

Muchos piensan que para escribir se necesitan experiencias, como irse de fiesta, meterse en peleas y vivir la vida. Sí, no es una tontería, puede valer. Es como ser una especie de Ernest Hemingway a la española. Y no, hay que recordar lo que decía Hemingway al respecto. Y es que para ser un buen escritor y contertulio tienes que ser como los boxeadores. Ser un buen Sparring soportando golpes pero (leyendo) también hay que saber devolverlos. Y es eso, el que quiera escribir es buen menester que viva la vida, pero también debe leer, leer, y aprender. Empaparse de todo. No estamos hechos para durar. Y la carrera de un escritor es meteórica y sin muchas ganancias. Escribir bien lleva implícito nutrirse de literatura. Conocer los clásicos. Porque ya está todo escrito, y solamente nos queda maquillar una mentira con un envoltorio real. Se debe ser buen sparring, pero es mejor que des tú cuando más golpes mejor. Y dejar KO al adversario o rival. Se vive la vida, se bebe, te diviertes, pero nunca menosprecies la hoja en blanco. La primera regla de oro es escribir cuando aparece el misterio de tener una historia, ya sea verídica o ficcional. Pero se debe escribir la historia y luego dejarla reposar. Repasarla, retomarla, corregirla, las veces que haga falta, y ponerle el punto y final. Por eso a muchos escritores les da tanta pereza releer su propio escrito. A mí me ocurre. Y creo que lo más difícil es corregir, ya que una buena historia es fácil de emprender si tiene hueso. El hueso es la dureza y la firmeza que hace una historia creíble. Sin cierta coherencia no hay hueso, y la verdadera coherencia es la carne que tiene que tener apetito desde el comienzo.

Predicar en el desierto

Es tan inútil y estéril aconsejar a la humanidad libertad intelectual como predicar en el desierto. El ser humano es vanidoso por naturaleza, le encanta hacerse notar ante los estupefactos que no sienten. Aunque que no sienten sea una contradicción, ya que no oyen una voz más alta que otra, oyen a los que les encanta hacerse notar. Intentar ofrecer la libertad intelectual es tan poco probable como un orgasmo insatisfecho. La libertad intelectual es tan importante o más que otras cosas como los derechos civiles, o la ley LGTB, pero la vanidad va implícita con el ser humano. Pocos llegan a sanar del cambio tan rotundo que supone pasar de un ecosistema a otro. Es como enjaular a un pájaro. No importa que se vuelvan locos, luego gritan, otro loco, otro, loco. Y es precario vivir con dos naturalezas sostenidas con unas pinzas endebles de plástico feble. Como sostener el peso del mundo. La esquizofrenia, en realidad, no es un cambio de naturaleza, aunque otras veces sí, la esquizofrenia es no saber interpretar lo que el transmisor le dice al receptor. Todo es falta de respeto. Porque nadie respeta la natura después del corte del cordón umbilical. Esto hace a las personas vivir una vida precaria emocionalmente. Y nadie lo entiende. Sólo el que lo conoce de verdad. Hay muchas maneras de arrebatarle el canto a un ruiseñor. Y una de ellas es enjaulándolo. Sé que es triste, sé que entiendes que yo no entiendo. Y sé que no entiendes lo que yo sí entiendo. Esto es la vida. Lo que nos asemeja y nos falta en algún lugar, para el otro, es inverso.