
Ver no es mirar. Y se debe saber mirar lo que se ve. La belleza la puedes encontrar fácilmente, pero yo tuve que huir de las calles cansado de que me apalearan y procedieran a removerme las costillas. Tantas veces he alucinado con la ingratitud de la gente que ya ni me asombro. Debería escribir un libro al que le voy a poner neologismos anglosajones. Aunque esté escrito en castellano. Pero no sé si escribo para exorcizar mis fantasmas o buscar un receptor que esté atento ante mis palabras. Palabras en las que trato de no estar amarrado, quiero ser lo más libre posible. He soltado algún lastre y la vida me tenía preparadas ciertas sorpresas. No soy víctima de nada ni de nadie. Las cosas no me han sobrevenido porque yo no he querido. Pero salvo unos pocos amigos fieles y comprensivos, la demás gente es basura. Tengo muchos libros por leer, pero esta insatisfacción me deja sin ganas de oír ni mentiras, ni absorber el aire embotellado. No sé qué clase de personas hay en este mundo absurdo. A la soledad llegas a cogerle aprecio y es un tesoro. Un tesoro con compañías inexistentes.